ABC (Andalucía)

«Al pintar a Isabel II quise transmitir su mortalidad»

► Afincada en Londres, es la única artista española que ha retratado a la Reina, fallecida el pasado jueves. Destaca el «aura» de vitalidad que desprendía la monarca, a pesar de su aparente fragilidad, además de su sentido del humor

- SUSANA GAVIÑA

La Reina Isabel II ha sido una de las personas más retratadas del planeta. Tan solo el registro de la National Portrait Gallery de Londres ha recopilado a lo largo de décadas casi un millar de imágenes de la monarca, entre fotografía­s y pinturas, realizadas por artistas como los fotógrafos Cecil Beaton –su imagen ha sido una de las más repetidas estos días– y Annie Leibovitz; y pintores tan dispares como Lucian Freud o Andy Warhol. La primera imagen oficial es una instantáne­a de 1926, cuando contaba poco más de seis meses, realizada por Marcus Adams; mientras que uno de los últimos retratos oficiales ha sido el realizado, en 2020, por Miriam Escofet, la única artista española que ha pintado a la soberana británica.

Miriam Escofet (Barcelona, 1967), que heredó la pasión por la pintura «y el arte en general» de su padre, José Escofet, un artista «autodidact­a», se trasladó con su familia a vivir a Londres cuando tenía 12 años. Allí ha desarrolla­do toda su carrera, que dio un giro tras ser elegida para pintar a Isabel II por el Foreign Commonweal­th y Developmen­t Office. «Fue después de ganar un premio y de ver un cuadro que realicé de mi madre, una persona ya mayor, de una edad semejante a la Reina, pintado con mucha dignidad y mucho amor», explica a ABC en conversaci­ón telefónica.

La artista pudo disfrutar de dos sesiones, de una hora cada una, para poder conocer a Isabel II, recoger datos e impresione­s. «Aunque me avisaron de que si se cansaba podía marcharse a los 20 minutos», señala. Antes del primer encuentro, en julio de 2019, reconoce que sintió «muchos nervios, aunque el personal del Palacio (de Windsor) me ayudó mucho, me dejaron ver la sala las veces que quisiera para estudiar la luz y formarme una idea de lo que quería hacer». Recuerda aquel día con claridad: «Lo que me impresionó más de ella es que aunque se veía frágil –era muy pequeñita–, tenía un gran aura, como una gran fuerza vital, con mucha luz».

Esa primera sesión Escofet la dedicó a tomar fotos para recoger toda la informació­n posible de la monarca, tanto del aspecto físico como de su carácter. «Se la veía como una persona fuerte, transmitía normalidad aunque fuera extraordin­aria, también sabia y con sentido del humor», recuerda de su primer intercambi­o de palabras. Para el segundo tuvo que esperar meses. «Estábamos atravesand­o muchos problemas políticos y su agenda estaba a tope». Tuvo lugar en febrero de 2020. Para entonces el retrato estaba ya muy avanzado. Escofet invirtió esos 60 minutos en el rostro de la monarca. «Lo único que me faltaba era definir la expresión de su cara de una manera microscópi­ca».

Consciente de que muchos antes que ella ya habían retratado a Isabel II en épocas y estilo muy diferentes, el objetivo de Escofet para su obra era el de introducir «la idea del tiempo, de la mortalidad en un sentido poético. Era muy consciente de que estaba pintando a la Reina al final de su reinado». Ese aspecto simbólico lo transmiten «las flores que se está cayendo», explica la artista, que ha utilizado la técnica del «anaformism­o, una rama un poco rara de la perspectiv­a» en este retrato.

Pintar a la persona quizá más importante del mundo supuso un plus de «presión», reconoce. «Todos tienen una idea de quién es y una imagen muy personal de ella. Eso es muy difícil de captar en un cuadro, por eso piensas que vas a decepciona­r a parte del público. Además si lo piensas demasiado, no podrías pintarlo», admite, al mismo tiempo que reconoce que la imagen «siempre correcta y formal que ha proyectado la Reina durante décadas» también ha supuesto un reto, «porque lo que intentas recoger es su vulnerabil­idad, su humanidad...».

En su tercer y último encuentro con la Reina –por videoconfe­rencia en julio de 2020 debido al Covid–, ya con el retrato terminado, se desveló el resultado final. ¿Le agradó a Isabel II su trabajo? «Me quedé con la sensación de que le gustó mucho, pero era tan diplomátic­a que nunca lo sabrías...», bromea. Ella sí se siente satisfecha, aunque le hubiera gustado tener una segunda vez oportunida­d para retratarla. «Las primeras veces siempre son como un ensayo». Lamentable­mente no podrá ser debido al fallecimie­nto de Isabel II, un día que recuerda Escofet como «sombrío»: «Sentí como si hubiera cambiado el aire».

Primer encuentro «Me pareció una persona fuerte que transmitía normalidad aunque fuera extraordin­aria»

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// M. ESCOFET Escofet, trabajando en su retrato de Isabel II
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