Fotógrafo inglés en el París beat
Autodidacta, se encontró a sí mismo en París, donde fue el gran cronista del mítico Beat Hotel, en el que vivió siete años.
Nacido en Deal (Kent), el fotógrafo Harold Chapman ha fallecido ahí el 19 de agosto. Tuvo una infancia difícil, ya que tras el suicidio, en 1936, de su padre, pasó varios años en un internado en Suiza. A comienzos de los cincuenta ya se había lanzado a fotografiar la calle, como lo atestiguan su primera foto publicada, de 1953, de un hombre-orquesta en su villa natal. En Londres, el gran John Deakin, que apreciaba sus instantáneas del planeta del jazz, le aconsejó marchar a París. Allá que se fue en 1956, instalándose en un hotel del Sixième, junto a SaintMichel, en el 9 de la rue Gît-leCoeur, hoy conocido como el Beat Hotel. Ahí retrató, en clave directa, poco posada, a Burroughs, Gregory Corso, Brion Gysin, Allen Ginsberg, Piero Heliczer, Harold Norse, Peter Orlovsky y el resto de la banda. Ginsberg lo llamaba «el fotógrafo invisible». Años más tarde, Ian McEwan abundaría en lo mismo: «fotógrafo-espía».
En 2017, el Linden Hall de su villa natal le dedicó la muestra ‘Not Only the Beat Hotel’. Efectivamente, más allá del hotel, que cerró sus puertas en 1963, Chapman, último en abandonar el barco, tiene fotos magníficas, que constituyen su contribución al romancero parisiense. Buenísima la del carnicero empujando su carro, en el desaparecido mercado central de Les Halles: ‘Meat Express’. Otra imagen tomada ahí sería cubierta de su libro ‘Vanishing France’ (1978), que elogiaría Lévi-Strauss. Bajo su lente, París son el neón de Au Pied de Cochon, pero también los enamorados en el café de la juventud perdida, los bouquinistes, Shakespeare and Company cuando todavía era Le Mistral, el Luxembourg, su Austin 7 pichicateado, el metro, Tati, los happenings del American Center…
Por aquellos mismos años hizo frecuentes saltos al Swinging London, donde capta Hyde Park, Twiggy, la eclosión del pop, todo muy ‘Blow Up’, ordenando más tarde, en plan historiador, varios libros de fotos de las épocas victoriana y edwardiana, y de la Segunda Guerra Mundial. En 1964 se retiró a Saint-Guiraud (Hérault). Co-fundador de una revista de tema local, en su amado Languedoc colaboró en múltiples y prescindibles publicaciones turísticas, aunque quepa rescatar sus dos títulos en colaboración con su colega y esposa Claire Parry, con textos del poeta Max Rouquette.
El París beat fue siempre para él, retornado a Deal en 1993, fuente de nostalgia. Su libro de 1984 sobre el hotel para la editorial de Montpellier Gris Banal es ya pieza codiciada, lo mismo que otro alemán, editado en 2001 por Michael Keller. En 2012, sus fotos fueron el hilo conductor del documental de Alan Govenar sobre aquel establecimiento “siempre divertido, siempre Dadá, siempre surrealista”, donde vivió, como ahí lo dice a cámara, los años más felices de su vida, dando lo mejor de sí mismo como artista.