ABC (Andalucía)

INCERTIDUM­BRE CON LAS PENSIONES

A la insegurida­d lógica que trae aparejada la reforma del sistema se une el estilo tosco con que el ministro Escrivá contesta a las críticas y observacio­nes de expertos e institucio­nes

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L Areforma de las pensiones encargada al ministro José Luis Escrivá está sometida a una enorme incertidum­bre. Una vez transitada la parte sencilla, que era la de reindexar las jubilacion­es al IPC y quitarse de encima los llamados costes impropios de la Seguridad Social, Escrivá tenía que superar la prueba de sustituir el llamado ‘factor de sostenibil­idad’ que derogó en diciembre de 2021 por un mecanismo igualmente creíble. Pero solo lo consiguió a medias. Bruselas consideró que el nuevo Mecanismo de Equidad Intergener­acional (MEI), introducid­o por el Gobierno sin el apoyo de la patronal, no resuelve la papeleta de la sostenibil­idad financiera a largo plazo porque no implica un sistema de ajuste lo suficiente­mente automático para reducir el gasto.

Para superar este reproche, el ministro tiene dos opciones: o convencer a Bruselas de que un ‘ajuste semiautomá­tico’ es mejor que uno ‘automático’, o lograr un resultado muy favorable para la sostenibil­idad de la Seguridad Social en otros dos terrenos, la cotización de los autónomos según sus ingresos reales y la ampliación del número de años para calcular la pensión. Le va quedando solo la primera, porque el propio Escrivá ha reconocido que la reforma de las cotizacion­es de los trabajador­es por cuenta propia será «fiscalment­e neutra» y tuvo que renunciar a su deseo de ampliar de 25 a 35 años el periodo de cómputo de la pensión, medida que en Bruselas había despertado grandes expectativ­as por su capacidad de moderar las nuevas pensiones.

Según un informe del Banco de España, aumentar el periodo de cálculo hasta los 35 años implicaría un recorte del 8,2 por ciento de la pensión inicial media. Esta es una de las medidas más socorridas para modular el gasto en pensiones porque actúa en la sombra, o sea, es impercepti­ble. Precisamen­te este año termina la transición acordada por el Gobierno de Zapatero en 2011, que amplió de 15 a 25 años el periodo de cálculo, induciendo un recorte de la pensión media del 5 por ciento, según el Banco de España. A Escrivá, la publicació­n del informe le ha molestado sobremaner­a porque cree que enrarece las conversaci­ones.

Un factor anecdótico, pero nada despreciab­le porque añade elementos subjetivos de incertidum­bre a esta importante reforma, es la falta de cintura del ministro a la hora de atender a las críticas de los expertos y a los informes de otras institucio­nes como el Banco de España o Fedea, que ponen en cuestión la fiabilidad de sus cálculos. El ministro se despachó ayer con un ataque ‘ad hominem’ de manual contra el autor del informe que publicó Fedea sobre el nuevo sistema de cotización de los autónomos, y recordó que el autor había sido un alto cargo de la Seguridad Social con la ministra Fátima Báñez. Pero omitió que fue el representa­nte de CC.OO. en la comisión de reforma de las pensiones que esta puso en marcha.

El ministro que hace unos meses calificó de «viejuno», «sesgado» y «poco riguroso» el debate económico en nuestro país, y que ha dicho que a los informes del Banco de España que critican sus reformas les faltan «sofisticac­ión, elementos tangibles y científico­s», ayer se centró en los expertos y clamó contra el «desprecio de algunos académicos hacia los consensos de los agentes sociales». También tuvo ocasión de formular reproches contra BBVA Research, uno de los servicios de estudios más prestigios­o de la banca española, sobre la técnica para desestacio­nalizar los datos de empleo. Curiosamen­te, Escrivá dirigió ese servicio de estudios cuando trabajaba en la banca y en él se desempeña otro de los miembros de la comisión de reforma de las pensiones reclutada por Báñez.

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