ABC (Andalucía)

La celebració­n de un imposible

∑La selección festeja su título más inesperado en el WiZink Center de Madrid ante millares de aficionado­s. Scariolo, Rudy, Willy y Díaz, los reyes de la fiesta

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La selección con la que nadie contaba volvió de Berlín como campeona del Eurobasket. Y lo celebró ayer en Madrid con la gente, 13.000 aficionado­s que acudieron a la llamada de la fiesta en el WiZink Center. Hablaron Rudy, los hermanos Hernángome­z y Sergio Scariolo, el selecciona­dor. Quien desveló el lema de los campeones, que partió de una película, ‘En busca de la felicidad’: «A los jugadores les dije lo mismo, no dejes que te digan que no puedes hacer algo. Si quieres algo, vete a por ello y punto». Y fueron.

El día anterior, en la medianoche de Berlín y, acabadas las celebracio­nes en el pabellón, arranca el autobús de la selección camino de su hotel de concentrac­ión, pero apenas recorre unos metros. En la primera curva, una visión impulsa a Luis Guil, asistente de Sergio Scariolo, que grita al conductor que pare. El Muro de Berlín, con la icónica imagen del beso de Gorbachov, está frente a ellos. Todo el equipo se baja y la foto en tan histórico lugar enmarca la gesta de la selección. Resuena como nunca el grito de guerra. El clásico ‘1,2,3 ¡Muro!’ que cobra más sentido que nunca. Una última vez.

Poco antes, todavía en el vestuario, Garuba toma la palabra para reivindica­r a Lorenzo Brown, que le mira atónito. «¿Ahora qué? ¡Es de Albacete! ¡Lorenzo es de Albacete!», gritaba el pívot, poseído por la euforia. A su lado, varios de los campeones de Europa juegan con una imagen de Llull recortada en cartulina. El balear, lesionado poco antes del torneo, estuvo muy presente en la celebració­n. Tanto, que el capitán elevó la copa luciendo una camiseta con su nombre.

En la fiesta privada de los jugadores tienen cabida los familiares y todo aquel que haya acompañado al equipo en su periplo en el Eurobasket. La familia, en toda su extensión. Festejo tranquilo en un salón del hotel Sheraton donde suenan las canciones que han marcado el día a día del vestuario. Rosalía, Bizarrap y Quevedo, Chimbala, Izal… pero también clásicos como los Hombres G.

El trofeo toma protagonis­mo, de mano en mano, para formar parte del álbum de familia de casi todos los presentes. Algunos con evidentes muestras de cansancio después de 50 días de concentrac­ión y muchas horas de trabajo. Hay ganas de celebrar, pero también de descansar, algo que pocos consiguen. Porque la fiesta se alarga y al avión, a primera hora de la mañana, llegan algunos rostros castigados. «Bienvenido­s al vuelo de Iberia 2831 con destino a Madrid en el que viajan los campeones de Europa». El saludo del capitán provoca los últimos aplausos en un trayecto marcado por la tranquilid­ad que tendrá su continuaci­ón en la fiesta del WiZink Center ante 13.000 personas.

«¡Scariooool­o, Scariooooo­lo!», coreaba la afición emocionada. Uno a uno fueron saltando al escenario los jugadores, siendo Alberto Díaz, Garuba, los hermanos Hernangóme­z (al grito de «¡MVP, MVP, MVP!») y Rudy los más aclamados. El capitán apareció en escena con la copa entre sus brazos. Suben los grados y los decibelios y llama a sus compañeros para levantar el trofeo al cielo del WiZink mientras resuena el ‘We are the Champions’ y la pista del Palacio se cubre de confeti al grito de «¡Campeones, campeones! ¡Oe, oe, oe!».

Comienzan los discursos y se produce un silencio reverencia­l para escuchar

Sergio Scariolo

«No éramos ni los más altos ni los más guapos, pero hemos sabido competir hasta el final»

Rudy Fernández

«Lo hemos pasado bien fuera de la pista y se ha reflejado dentro»

Alberto Díaz

«No soy un símbolo; como símbolo tenemos a nuestro capitán que con 37 años se tira a por todos los balones»

al artífice del milagro, Sergio Scariolo, y su arenga peliculera. Después fue el turno del capitán: «Dar las gracias a Sergio... son muchos años juntos, cuatro trofeos... hemos vivido de todo... pero lo que has hecho con este equipo de verdad es algo increíble, increíble». Y tras gritar «¡Seeeeergio­ooo, Seeeeeergi­ooo!», se refirió a sus compañeros, nombrándol­es uno a uno.

Willy Hernangóme­z también le agradeció a Scariolo: «Por cómo me has exprimido y por las broncas que me han caído. Sé que lo haces por mi bien. Muchas gracias de verdad. ¡Somos campeones de Europa!». Y se acordó de Lorenzo Brown, al que pidió unas palabras en español. Le chivó algo al oído, pero el base «de Albacete, Georgia», como dicen sus compañeros, no pasó de un «Hola», «¡Viva Españo!», «Gracias a todos».

«No tengo mucha voz porque la gasté toda anoche en el partido. Les dije que confiaran, que iban a entrar todas. Y así fue», aseguró Juancho Hernangóme­z. «Joé, ya no sé hablar», cogía el micrófono Usman Garuba. «Españoles... estoy muy contento por representa­r a mi país, es un orgullo para mí. Vendré a la selección siempre que pueda. Hemos ganado, somos campeones de Europa, ¿qué pasa tío? ¡Lo dije, lo dije! Tenemos un chico nuevo, Lorenzo, de Albacete». Y Alberto Díaz: «Para mí ganar este campeonato ha sido tocar el cielo».

Como colofón, foto de familia, selfies con el público de fondo y una certeza que resumía Scariolo ante los medios: «Tenemos un espíritu competitiv­o que forma parte de nuestra identidad, de nuestra naturaleza, que cuidamos desde que los chicos se ponen la camiseta de esta selección desde muy pequeños».

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// ABC Los jugadores de la selección posan con su copa en el WiZink Center
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// ABC La selección española, frente al Muro de Berlín
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