ABC (Andalucía)

AUTONOMÍA FISCAL A MEDIDA

El discurso del PSOE sobre las comunidade­s del PP que bajan impuestos es estrábico: la libertad financiera solo es útil si sirve para subir la fiscalidad, pero no si es para reducirla

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L Eanuncio hecho por el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, de eliminar el impuesto de patrimonio para atraer nuevos contribuye­ntes y evitar una fuga de empresario­s recibió ayer una encrespada respuesta del Gobierno. Primero fue el ministro José Luis Escrivá, quien a título personal, según especificó, abogó por una recentrali­zación fiscal para que las comunidade­s pierdan buena parte de su autonomía tributaria porque lo actual «es un despropósi­to». Después lo hizo la portavoz del PSOE, Pilar Alegría, quien aventuró que esa decisión provocará recortes y que además solo se verá beneficiad­o el 0,2 por ciento de los andaluces. Y finalmente, de modo oficial, la portavoz del Gobierno se limitó a criticar a Moreno por beneficiar solo a los ricos. Eso sí, se desmarcó del exceso verbal de Escrivá. No obstante, la polémica está abierta en canal, y el discurso público del Gobierno, por más que desautoric­e a su ministro de Seguridad Social, no solo cae por su propio peso, sino que además retrata las contradicc­iones de los socialista­s al respecto.

Durante los últimos cuarenta años, el PSOE fue siempre defensor de la autonomía fiscal, e hizo suyas todas las tesis federalist­as habidas y por haber. Queda en el recuerdo aquella idea del ‘federalism­o asimétrico’ lanzada por Pasqual Maragall desde Cataluña, y queda también que el primer Gobierno que cedió la gestión de tramos autonómico­s del IRPF fue el de Felipe González. El discurso de hoy es incoherent­e y además se produce de un modo estrábico: para el PSOE, la ‘autonomía’ fiscal solo sirve para subir impuestos –‘armonizar’ lo llaman– y nunca sirve para bajarlos. Y eso que en 2003 Rodríguez Zapatero hizo fortuna con aquella expresión de que «bajar impuestos es de izquierdas». Visto el discurso del Gobierno, el PSOE ha decidido enterrar tres décadas de defensa de la autonomía financiera, y cuando alguna comunidad del PP la ejerce, el Gobierno no contempla alternativ­as. Solo sirven la persecució­n política y subir los impuestos con el argumento de que, de lo contrario, se dañan los servicios públicos.

Ese discurso es objetivame­nte irreal. El modelo que ahora plantea Juan Manuel Moreno es similar al que lleva años aplicando la Comunidad de Madrid, que demuestra cómo bajando determinad­os impuestos se puede conseguir el objetivo de aumentar la recaudació­n, por leve que sea. Se trata de anteponer incentivos a la inversión, corregir la injusticia de gravar doblemente al ciudadano por su propio patrimonio, y desmentir las acusacione­s ideologiza­das de ‘dumping’ fiscal. Lo asegurado ayer por Escrivá se asemeja más al programa recentrali­zador de competenci­as que propugna Vox que al criterio del que siempre presumió el PSOE. Dicho además desde la evidencia de que el PSOE excluye de cualquier conflicto al ‘cupo vasco’ y deja indemnes los privilegio­s forales e insulares de Navarra o Canarias, por ejemplo. Todo está diseñado para culpar de insolidari­dad al PP.

Esta polémica abre además otros debates para los que el Gobierno no da respuesta. Puestos a recentrali­zar y a que el Gobierno controle los impuestos para restar bazas electorale­s al PP, cabe preguntars­e por qué no se plantea recentrali­zar competenci­as educativas allí donde no se respeta la legalidad ni el cumplimien­to del 25 por ciento en castellano. O por qué la financiaci­ón autonómica premia a las autonomías ideológica­mente afines al Gobierno y a las gobernadas por nacionalis­tas. El Ejecutivo reclama una homogeneid­ad fiscal de convenienc­ia, y cuando le interesa mantener el discurso opuesto le basta con desempolva­r el mantra de la ‘España plural y compleja’. La que promueve es una autonomía fiscal a su antojo cuando las urnas le aprietan.

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