Cuando Ferrera se olvida de Ferrera
▶ Herido en su primer toro, sale a matar al cuarto y cuaja una gran faena
Tarde de claroscuros la de Antonio Ferrera. De dolor y triunfo. Fue cogido al entrar a matar al primero, se dolía de un golpe en la ingle y al final tuvo que pasar por el quirófano por una cornada envainada. Pero antes se entretuvo en torear de forma espléndida al cuarto, que embistió con franqueza. El extremeño anduvo lejos de la versión de sí mismo que encara últimamente en los ruedos. Lejos de brotes histriónicos, casi siempre mal entendidos por los aficionados, toreó bajo los cánones del clasicismo. Y eso que en algunos momentos apuntó algunas posturillas que parecían el anticipo de lo que finalmente no afloró.
En los medios, sin afectaciones, comenzó con una primera serie por el pitón derecho que dejó vislumbrar todo lo bueno que habría de llegar. Encajado y muy despacio surgieron los primeros naturales, largos y templados, muy reunidos. Una tanda con la derecha y el final con el de pecho tuvo el gusto y regusto de la despaciosidad. Torerísimo Ferrera, al que en esta ocasión no le faltó nada y hasta se olvidó de la otra versión de él mismo.
Paco Ureña estuvo por encima de los dos zalduendos que le tocaron en suerte: se empeñó en hacerlos embestir y lo hizo a base de valor y de buen toreo. Se llevó una oreja del segundo y no se midió con el quinto.
Por su parte, el mexicano Leo Valadez cayó de pie en La Ribera con su toreo alegre y entregado ante el tercero, del que le pidieron con fuerza la segunda oreja y al que cuajó una serie al natural plena de dominio y temple.
Las cosas cambiaron de raíz cuando saltó el sexto a la arena, que fue devuelto por un sobrero de la ganadería titular, que se inutilizó en el caballo. Los logroñeses cuando se enfadan, se enfadan. Poca broma. Se formó la de san Quintín, porque el presidente no sacaba el pañuelo verde, pero en vista de que la cosa podía ir a peor no tuvo más remedio que claudicar. Fue el estallido final de la indignación contenida durante una tarde con una corrida de Zalduendo al límite, incluso por debajo. Y lamentablemente, el segundo sobrero de Esteban Isidro no le dio opciones a Valadez para rematar la tarde con el triunfo que ansiaba.