El artífice de la gran transformación de la capital malagueña
La peatonalización del centro y su conversión en capital museística son algunos de los hitos del alcalde, que ahora lucha por acoger una Expo
Ala «absorbente vocación» de servicio público que ha llevado al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, a volver a presentarse a las elecciones, se suma el deseo de ver hacerse realidad con el bastón de mando en su mano varios proyectos aún pendientes para la ciudad y que llevan su firma.
La marcha a Madrid de Celia Villalobos para asumir la cartera de Sanidad en el Gobierno de Aznar abrió las puertas del Ayuntamiento a este ingeniero agrónomo que ha acabado siendo el regidor que más tiempo ha ocupado el cargo. En sus cinco mandatos —tres con mayoría absoluta y dos con el apoyo de Ciudadanos— De la Torre ha dibujado una hoja de servicios con más luces que sombras en su gestión y ha liderado desde su sillón en la Casona del Parque la gran transformación que Málaga ha experimentado en las últimas dos décadas.
Aún está por ver cuál será el resultado de las elecciones y cómo se desarrollaría la que podría ser su sexto mandato. Un reto que espera lograr y poder culminar con 84 años, porque asegura que los mandatos están para cumplirlos, «aunque luego, Dios dirá». Lo que es un hecho, es que su nombre está ya unido a la imagen que Málaga proyecta al mundo, construida gracias a la metamorfosis turística, cultural y tecnológica que ha llegado con él al frente del Ayuntamiento.
La semilla de ese cambio radical se sembró en 2002, con la peatonalización de la calle Larios y la Plaza de la Constitución, un proyecto que después se extendería a la práctica totalidad del centro histórico. En 2003 llegó el Museo Picasso, gracias a la Junta socialista, convirtiéndose en la piedra angular del modelo cultural que el alcalde ha sabido completar consiguiendo hacerse con Museo Carmen Thyssen, el Centre Pompidou o la Colección del Museo Ruso.
A pesar de las muchas satisfacciones que este despegue cultural le ha regalado a De la Torre, fue precisamente una malograda institución cultural la que arrugó una de las páginas de su currículum: el Museo de las Gemas, un fiasco que abrió durante dos horas y costó más de siete millones de euros a las arcas municipales. Otros escollos han sido sonadas huelgas de limpieza, críticas por su apoyo a proyectos como el futuro hotel rascacielos del Puerto o la gentrificación por el auge de las viviendas turísticas.
Es la mochila que lleva acuestas el regidor, al que aún le quedan ganas de seguir trabajando para culminar varias apuestas personales. La mayor de todas es conseguir que la capital acoja la Expo 2027, pero también la ejecución de un Eje Litoral soterrado o la construcción del auditorio por el que la ciudad clama desde hace años.