Ramón Campos, el creador de series de éxito que se quiso matar
El responsable de títulos como ‘Fariña’ y ‘Las chicas del cable’ desvela que intentó suicidarse en 1997 y que plataformas y cadenas rechazan todos sus proyectos sobre el problema. «El sector no está maduro. La sociedad, sí»
Ramón Campos, unos de los principales creadores de series de televisión en España y cofundador de Bambú, le contaba al mundo el pasado jueves un suceso fundamental en su vida, que no conocían ni sus mejores amigos: «En 1997 decidí que no valía la pena seguir viviendo. Por esa razón hice algo que me llevó a pasar un tiempo en el hospital. Si lo hubiese conseguido me habría perdido todas las cosas maravillosas que me regaló la vida después: a mis hijas, mi trabajo, mis amigos, mi familia…». El guionista y productor es hoy un caso de éxito incuestionable. En una semana ha estrenado la serie ‘Un asunto privado’ en Amazon y la película ‘Un año, una noche’ en San Sebastián.
El responsable de títulos como ‘Fariña’, ‘Velvet’ y ‘Las chicas del cable’ colabora con Román Reyes y su plataforma Stop Suicidios, pero fue la muerte del hijo de Alejandro Jodorowsky la que le animó a dar el paso. «Las noticias no decían la causa. Ya es hora de hablar con naturalidad». Ese mismo día, Campos salía del ‘almario’ y hablaba en Twitter de un problema que solo en España mata cada año a 4.000 personas. El tabú no ha sido derribado. «Yo he presentado proyectos en plataformas y cadenas para hacer una serie de ficción sobre el suicidio y los rechazan siempre, porque dicen que la audiencia no los quiere». No hace mucho de la última negativa: «Un mes. El sector no está maduro. La sociedad, sí, pero hay mucho miedo a hablar para no quedar señalado».
Suele decirse que el suicidio fallido es una llamada de atención, pero Campos no lo ve así. «Yo no avisé a nadie. Tuve la fortuna de que me encontraron». «Veía el futuro negro», explica. «Estudiaba en Pamplona, lejos de mi entorno, y sentía la presión. Quería ser guionista y veía el poco trabajo que había. Pensé: no lo voy a conseguir jamás. Me desesperé y no fui capaz de pedir ayuda».
«El sistema no funciona. En Europa, el número de psicólogos por cada 100.000 habitantes es de 18. En España hay seis. Yo tuve la suerte de que mis padres pudieron pagar un psiquiatra privado». Una de las cosas que más le impactaron fue el trato en el momento crítico. «Yo me había tomado pastillas y lo primero que te hacen en el hospital es un lavado de estómago. Estás destrozado y te das cuenta del daño que podías haber causado. Es durísimo. Los médicos me echaban la bronca durante el lavado. Me pareció una falta de empatía tremenda».
Ramón Campos tiene dos hijas gemelas, de once años. «Trabajo en un proyecto sobre acoso y suicidios y me da miedo no poder protegerlas. Me encontré con un padre al que su hijo le dijo un día: ‘Papá, te quiero mucho’, y se tiró por la ventana. En el colegio no sabían nada del acoso que sufría». Por eso es importante hablar y educar. «No provoca un efecto llamada, es justo lo contrario. Yo voy al psiquiatra y al psicólogo y tomo pastillas. Si te duele la espalda, te las tomas, pero aún sufrimos el estigma. Las cifras de suicidios son una locura. Por pura estadística, todos tenemos a alguien cerca y posiblemente no lo sabemos». Pese a todo, Ramón Campos es optimista: «Me gusta mucho la sensación de que al final hay luz. Por muy oscura que esté la habitación, hay que esperar a encontrarla, porque acaba llegando».
Dos hijas «Trabajo en un proyecto sobre acoso y suicidios y me da miedo no poder protegerlas»