Putin, ¿bluf o chantaje?
A estas alturas, que Vladímir Putin es un hombre acorralado no cabe duda. De ahí que haya esgrimido la amenaza nuclear
TAL vez debiera haber usado, en vez de bluf, farol, la típica palabra española del «montaje propagandístico para adquirir un prestigio que se muestra falso», según el diccionario. Pero tras haber incluido la Real Academia la voz inglesa y sonar mucho más contundente, la adopto para mi relato. En cuanto a chantaje, «amenazar a alguien para obtener provecho», no hace falta explicarlo. ¿Cuál de ellos está Putin usando para salir del atolladero en que se ha metido? Pues, posiblemente, ambos, dado que sus planes en Ucrania han fracasado estrepitosamente. A estas alturas debería haber tomado Kiev e instalado allí un gobierno títere. En vez de ello, tiene que convocar un referéndum en los territorios ocupados para anexionárselos, algo que nadie importante va a reconocer, mientras las fuerzas ucranianas han reconquistado la provincia de Járkov y avanzan sin encontrar apenas resistencia hacia el disputado Donbass, donde la mayoría de la población habla ruso.
La cuestión es que su mayor problema está en Rusia, en Moscú y las grandes ciudades especialmente, donde los jóvenes se resisten al reclutamiento masivo que ha ordenado para evitar el desplome en Ucrania. Con sus familias, detrás, que los despiden con lágrimas temiendo que vuelvan en un ataúd. Si vuelven. De ahí también que busquen por todos los medios ser localizados y las caravanas de coches hacia los países vecinos que aún admiten rusos –Georgia, Kazajistán, Mongolia, Finlandia– son kilométricas. Aunque se busca a potenciales reclutas por los túneles del Metro y por los desvanes y sótanos de los edificios. Imaginen el espíritu guerrero de esos jóvenes. Las escenas de su detención a manos de la Policía rusa son la mejor prueba del fracaso de un gobierno. Aunque no tanto como las recogidas por la Comisión de las Naciones Unidas que examinó las fosas comunes en Izium, con cadáveres maniatados.
Que Putin es un hombre acorralado no cabe duda. De ahí que haya esgrimido la amenaza nuclear. Hay quien dice que conviene ofrecerle una puerta de escape. No comparto la idea. Fue quien inició la agresión. A él le toca detenerla. En cuanto a la posibilidad de hecatombe nuclear, no la creo. Sabemos que no habría vencedores, sólo vencidos. Y Putin ama demasiado la vida y el poder para incinerarse por su causa. La primera guerra fría, «equilibrio del terror» la llamaban, acabó cuando un misil intercontinental disparado en Hawái fue destruido en vuelo por un antimisil disparado en California. En ese momento, se supo que el equilibrio se había roto y había un vencedor en la guerra fría. Hoy la tecnología norteamericana sigue siendo muy superior a la rusa. El primero en saberlo, y sentirlo, es Vladímir Putin.