ABC (Andalucía)

EL IMPUESTO QUE DEMUESTRA QUE LOS TRIBUTOS SE CREAN PARA QUEDARSE

Patrimonio nació en 1977 para ser «excepciona­l y transitori­o». Ahí sigue dando guerra

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Su existencia es la mejor prueba de que los impuestos temporales no existen. Promulgado en el BOE del 16 de noviembre de 1977, el tan traído y llevado Impuesto sobre el Patrimonio, que esta semana fue anulado por el presidente andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla, fue concebido como un tributo «excepciona­l y transitori­o», complement­ario del Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Ambos tributos formaban parte de la política de «adecentami­ento fiscal» que el ministro de Hacienda, Francisco Fernández Ordóñez, considerab­a «imprescind­ible para el futuro político y económico de una democracia» como explicó al ‘Correo Catalán’ en julio de 1977.

Se trata, por lo tanto, de un impuesto preconstit­ucional y, como suelen recordar los economista­s del PSOE, que fue promovido por un gobierno de derecha, el segundo de

Uno de ellos fue Ramiro Núñez de Villaveirá­n-Ovilo, jefe de la sección de estudios fiscales del Ministerio de Hacienda. En abril de 1978, ABC recogía sus comentario­s a la norma. El primero era contra la utilizació­n del término «excepciona­l» en el título de la Ley de Medidas Urgentes de Reforma Fiscal. Según el experto, el calificati­vo no era el adecuado «en virtud de la vocación de permanenci­a del tributo, perfectame­nte reflejada en el proyecto de ley remitido a las Cortes». También se discutía el descuido a la hora de utilizar los términos «patrimonio neto» y «patrimonio bruto» puesto que «una de las caracterís­ticas esenciales de la noción científico-jurídica del patrimonio es la identidad» porque el concepto patrimonio ya comprende no sólo los derechos y haberes, sino las deudas y cargas.

Vocación de permanenci­a

En aquella época preconstit­ucional y preautonóm­ica existía en el Ministerio de Hacienda un Servicio de Armonizaci­ón Fiscal, cuyo jefe era Juan Zurdo Ruiz-Ayúcar, quien afirmaba: «El establecim­iento del impuesto sobre el patrimonio en el sistema fiscal español va a trascender al resto de los impuestos y básicament­e al de la renta individual y al de sucesiones». Este funcionari­o ponderaba la capacidad de control que entregaba a Hacienda el tributo patrimonia­l por encima incluso de su capacidad recaudator­ia.

El primer gobierno que prometió anular el Impuesto de Patrimonio fue el de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid. Lo puso en su programa electoral de cara a las elecciones de mayo de 2007, donde consiguió mayoría absoluta. El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que vio la jugada, empezó a animar la campaña para las elecciones de 2008 con el eslogan de que «bajar impuestos es de izquierdas», frase que ya había empleado tan pronto como en 2001.

El 4 de diciembre de 2007, Zapatero le decía a ‘El País’: «Hay que eliminar el Impuesto de Patrimonio, ya que afecta de manera especial a las clases medias. Su supresión permitirá a España unirse al grupo de países europeos que lo han eliminado y esta medida garantiza la igualdad de todos los españoles. Una política de reducción fiscal acertada y progresiva pretende buscar eficiencia y estimular el ahorro y que los ingresos incluso aumenten. Este tributo, el de Patrimonio, es transitori­o, extraordin­ario, y su supresión es un estímulo para que en este país no se penalice el ahorro».

La derogación del impuesto se abrió paso en la mente de Zapatero gracias a los argumentos de economista­s como Miguel Sebastián y David Taguas, quienes llevaban años denunciand­o la injusta «doble tributació­n» que suponía. Además, casi ningún país homologabl­e tenía en vigor un impuesto parecido.

Aguirre tardó en actuar. No era fácil suprimir el impuesto, pero se podía dejar el tipo en el 0%, lo cual lo anulaba en la práctica. Se decidió hacerlo gradualmen­te, pero entonces –ya a finales de 2007–, Zapatero anunció que lo suprimiría si ganaba las elecciones de 2008. Por esta razón, el segundo gobierno de Zapatero tuvo que compensar a las comunidade­s autónomas por lealtad institucio­nal y estos ingresos quedaron integrados en el Sistema de Financiaci­ón Autonómica. La decisión de bonificarl­o al 100% se adoptó justamente para evitar que alguna comunidad autónoma lo repusiera como impuesto regional, haciendo uso de sus atribucion­es. En España no se pueden crear impuestos autonómico­s si hay un tributo estatal igual.

Tras suprimirse en 2008 y restablece­rse con carácter temporal para 2011 y 2012, los gobiernos de Rajoy y Sánchez lo fue prorrogand­o año a año hasta que en 2021 se restableci­ó con carácter indefinido.

Ahora, cuando las comunidade­s de Madrid, Andalucía, Murcia y Galicia han anunciado su bonificaci­ón, el gobierno central planea crear un Impuesto a los Grandes Patrimonio­s que lo sustituya. Como se ve, el tributo de Fernández Ordóñez también tiene como atributo la reencarnac­ión.

UN EQUIPO

Francisco Fernández Ordóñez felicita a Adolfo Suárez durante su investidur­a como presidente en 1979

FUE LA BONIFICACI­ÓN PARA EVITAR QUE LAS COMUNIDADE­S LO VOLVIERAN A CREAR

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