Bendiciones a parejas gais
El pasado miércoles, al final de la Audiencia general, un centenar de personas LGTBI+ de la diócesis de Turín se encontraron con el Papa. El P. Gian Lucca Carrega, responsable de esa pastoral, le dijo a Francisco: «Santidad, usted tiene dos manos. Con una nos muestras el camino y con la otra nos proteges, porque todavía hay prejuicios en la Iglesia».
Esto ocurrió al día siguiente de que los obispos belgas de habla flamenca publicaran una bendición para las parejas homosexuales. La iniciativa estaba encomendada a Willy Boombeek, del servicio de la Pastoral Familiar, que se ha confesado «gay y creyente», y que ha calificado la actuación de «revolucionaria».
El Vaticano contestó a través de su diario oficial: «No fue presentada al Vaticano de antemano. Con esta medida, los obispos flamencos se oponen a una directiva de la Santa Sede». Entre los que publicaron esta oración está el cardenal Josef de Kesel.
De la actual Iglesia en Bélgica a la de la época del arzobispo AndréJoseph Léonard hay kilómetros de distancia. Y solo han transcurrido siete años.
Los obispos belgas dan un paso al frente sabedores de que la Congregación para la Doctrina de la Fe, en marzo de 2021, dijera que «no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo».
Los obispos belgas se colocan en la vía del disenso respecto a la doctrina común. La pregunta es si el disenso, con su componente de publicidad, es lo más eficaz para que se produzca un cambio en la doctrina de la Iglesia.
¿Será la práctica capaz de modificar la teoría? ¿Ha sido ésta la forma en la que ha evolucionado la moral normativa? Siempre se ha dicho que lo que se reza, es lo que se cree. ¿Por qué los obispos belgas sí, y, por ejemplo, los españoles no? Alguien tendrá que aclararlo.