ABC (Andalucía)

Luis Alberto de Cuenca: «Roald Dahl muestra que lo infantil puede ser terrible»

Se han vendido 250 millones de ejemplares de los libros del autor

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‘Matilda’, como ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ y otros relatos como ‘James y el melocotón gigante’ o ‘El gran gigante bonachón’, llevan la firma de Roald Dahl, un escritor nacido en Cardiff (Gales) en 1916 y fallecido en Oxford en 1990. De sus libros se han vendido más de 250 millones de ejemplares en todo el mundo. Luis Alberto de Cuenca exhibe su pasión por este autor y explica por qué cree que hay que leerlo. «Resume perfectame­nte el relato llamémosle cómico, con ribetes humorístic­os, con, por otro lado, un relato que llega a todo el mundo, pero especialme­nte al mundo infantil. Él se quejaba, sin embargo, de que le hubieran encasillad­o como autor de literatura infantil y juvenil, pero era un genio, y títulos como las dos que se han convertido en comedia musical, pero también ‘El gran gigante bonachón’ y tantas otras, son obras dirigidas a niños de entre 12 y 14 años, pero llegan también a todo el mundo. Uno puede disfrutar una barbaridad, sin ser un niño, con ‘Matilda’ o con ‘Charlie y la fábrica de chocolate’».

Cuenta Luis Alberto de Cuenca que Roald Dahl empezó en la literatura escribiend­o «cosas muy dramáticas, relacionad­as también con su experienci­a en la II Guerra Mundial, en la que él participó como piloto de la RAF, el Ejército aéreo del Reino Unido. Allí vivió unas experienci­as tremendas,

que trasladó a sus primeros relatos. Pero luego, de repente, prescindió de esa especie de interioriz­ación para liberarse de los malos ratos que pasó durante la guerra, explicando sus males con pelos y señales, y se convirtió en alguien pudoroso que no quería hablar de sí mismo, y utilizó personajes que derraman diversión y simpatía en el lector. Roald Dahl se define precisamen­te en esa evolución hacia una fantasía siempre divertida y que tiene algo de cómic en cierto modo».

Personaje siniestro

Luis Alberto de Cuenca ahonda en la idea de que los libros de Roald Dahl son algo más que literatura infantil. «La historia de ‘Matilda’ es terrible, y tiene un personaje siniestro, la señorita Trunchbull. Uno de los aciertos de Roald Dahl es acercarnos a la idea de que lo infantil y juvenil puede ser terrible también. Los hermanos Grimm o Perrault lo eran en cierto modo; ‘Caperucita Roja’ es una historia de terror... Los nuevos pedagogos, equivocada­mente, han querido dulcificar mucho ese tipo de literatura infantil. Y digo equivocánd­ose porque el terror en el mundo existe. Y precisamen­te esos cuentos de terror que han gustado tanto, y siguen gustando, a los niños de todas las generacion­es, lo que hacen es darles armas para combatir ese terror; si no lo conoce va a ser mucho más traumático para él».

De ‘Matilda’ y ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ dice que «son dos cuentos crueles en cierto modo y están llenos de simbología y originalid­ad». Y concluye De Cuenca con una afirmación y un lamento: «Roald Dahl es un grandísimo narrador; tiene tal categoría que a mí me hubiera gustado verlo, por ejemplo, coronarse con un premio Nobel».

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