ABC (Andalucía)

PRINCIPALE­S PREMIOS

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Como es ya tradición en el Festival de San Sebastián, la jornada de clausura le pone la guinda con un palmarés como mínimo inesperado y que tiene como primer efecto, al menos para quien ha de escribir de ello, el procurarle material para elaborar una crónica, si no entusiasta, sí al menos divertida de hacer. Había varias Conchas de Oro posibles y la ganadora ha sido una de ellas, la colombiana ‘Los reyes del mundo’, de Laura Mora, una historia de chiquillos desheredad­os de las calles de Medellín, con enorme carga social y con mucho viaje, desgracia, violencia indeseable y un punto de realismo mágico y lirismo que no acababa de molestar… mucho.

Una película con la que es fácil conectar, aunque apenas se entienda a sus jóvenes protagonis­tas con su uso tan peculiar del español, lleno de ‘mijos’ y ‘gonorreas’, y a la que hay que agradecer mucho que no trate de lo que suele tratar el cine colombiano: del mundo ‘pijo’ de Medellín, de la felicidad de sus calles y del aire zen que se respira por allí.

Decepción

No se puede disimular la decepción de que el buen cine español presentado a concurso, poblado de madres sufridoras, madres prematuras, mujeres valientes y sostenible­s, no haya calado en la sensibilid­ad del jurado. Y mira que era un jurado muy apropiado para ello, presidido por Matías Mosteirín (una vez que Glenn Close advirtió de que no podría venir), e integrado por la directora francesa Antoinette Boulat, la directora danesa Tea Lindeburg, la escritora española Rosa Montero, el artista visual Lemohang Jeremiah Mosese y el director islandés Hlynur Pálmason. No se acaba de entender que las cuatro películas españolas (‘Girasoles silvestres’, ‘Suro’, ‘La consagraci­ón de la primavera’ y ‘La maternal’), con su correspond­iente ración de desgracias, con sus personajes femeninos fuertes, ‘implicados’, que sufren muchísimo y que trataban asuntos de la realidad irreprocha­bles, pues se hayan quedado a verlas venir.

Afortunada­mente, al menos, ha podido acceder a un premio la joven actriz Carla Quílez, la adolescent­e embarazada de ‘La maternal’, aunque lo ha tenido que compartir, no con Anna Castillo, que se come la pantalla en ‘Girasoles

Laura Mora y parte del equipo de ‘Los reyes del mundo’, con el premio

CONCHA DE ORO A LA MEJOR PELÍCULA.

‘Los reyes del mundo’ (Colombia), de Laura Mora Ortega

CONCHA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN.

Genki Kawamura, por ‘A Hundred Flowers’ (Japón)

MEJOR INTERPRETA­CIÓN PROTAGONIS­TA.

Ex aequo para Carla Quílez (‘La maternal’, España) y Paul Kircher (‘Le lycéen’, Francia)

MEJOR INTERPRETA­CIÓN DE REPARTO.

Renata Lerman (‘El suplente’, Argentina)

MEJOR FOTOGRAFÍA.

‘Pornomelan­colía’ (Argentina) ‘A woman’ (China)

MEJOR GUION.

PREMIO ESPECIAL DEL JURADO.

‘Runner’ (Estados Unidos), de Marian Mathias

PREMIO DEL PÚBLICO A LA MEJOR PELÍCULA.

‘Argentina, 1985’ (Argentina), de Santiago Mitre

silvestres’, ni con ese prodigio de mente retorcida que es Valeria Sorolla en ‘La consagraci­ón de la primavera’, ni con Vicky Luengo en ‘Suro’. Lo ha compartido con Paul Kircher, el niño complicado y sufriente de ‘Le lycéen’, del francés Christophe Honoré. Carla Quílez se convirtió, claro, en lo mejor y más intenso de la noche.

El premio especial del jurado y el otorgado al mejor director tampoco

trajo fortuna a nuestro cine, y lo ganó ‘Runner’, de Marian Mathias, con una buena desgracia dentro (se muere el padre, como en la de Christophe Honoré) y una historia de encuentro y de paisaje; y el mejor director fue el japonés Genki Kawamura, con un trabajo lleno de sensibilid­ad y mucha tristeza sobre la relación de un hijo con su madre en proceso de demencia senil. No es una juerga, desde luego, pero quien quiera ablandarse con ella tiene una oportunida­d de oro.

Pero lo mejor del palmarés fue el comienzo, que ya dejaba en el ambiente un poco el tono: el primer premio fue para la mejor fotografía, que recayó en la película ‘Pornomelan­colía’, un galardón que le hubiera ido que ni pintado a ‘Los reyes del mundo’ (pero se llevó la Concha) y que había que masticar mucho, como una corteza de cerdo, para entender la grandeza de esas imágenes tan directas del mundo del porno gay, de tanta actividad sexual apuntando a la pantalla y de ese festival de órgano y timbales. Lo recogió el director, y también responsabl­e de la fotografía, Manuel Abramovich, y dio las gracias por darle ‘visibilida­d’ a esa ‘temática’… Lo cierto es que quien le da ‘visibilida­d’ y mucha y turgente es él y su película.

Total, un fenomenal palmarés, que colma las posibilida­des de cualquier cronista y que tiene como único punto negro el que no hayan tenido más en cuenta el buen cine español presentado en la competició­n, tan lleno de valores, mujeres, desgracias y denuncias como el que más. Si hubieran sido comedias, se entendería mejor el olvido, pero, en fin… Un brindis por ‘Los reyes del mundo’.

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// EFE

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