ABC (Andalucía)

FERIA DE SAN MIGUEL

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La extraordin­aria faena de Morante ha caldeado todavía más la Feria de San Miguel. Recordándo­la, acudimos a la plaza, abarrotada. Los toros de Victoriano del Río, encastados, sacan complicaci­ones. Sólo Calerito, en su alternativ­a, corta un trofeo. De vacío se van Manzanares y Roca Rey.

Calerito, de Aznalcólla­r, fue un niño prodigio, hereda el apodo de su abuelo. (Recuerdo yo a otro Calerito, matador de toros, un valiente cordobés, que murió muy joven, en 1960). En el primero, bravo y encastado, se luce en verónicas , cargando la suerte. Brinda a su padre, en el callejón. Dándole distancia, el toro acude galopando, con emoción. Lo lleva prendido a la muleta con buen aire torero pero el toro se apaga y la esperada faena no se completa. Se vuelca en una gran estocada, que ya merece el trofeo.

Maneja con soltura y gusto el capote en el último. El público está con él. Ovacionan a Manuel Jesús, el hermano de Espartaco, que mide bien el castigo. Brinda a su madre, en el tendido. Comienza con el cartucho de pescao; el toro repite pero embiste desigual. Logra meterlo en la muleta, la faena va a más, con buenos muletazos por los dos lados, pero el fallo con los aceros impide el posible trofeo. Ha demostrado que puede ser torero: le deseo lo mejor.

Manzanares, tan querido en Sevilla, está fallando bastante con su espada, antes infalible: sigue entrando de muy lejos –así es como él lo ve claro– pero se tumba demasiado, se sale de la suerte y pincha. El segundo, encastado, incierto, repite, pega hachazos. Saluda Duarte con los palos. Aguantando, José María logra meterlo en la muleta, en series no impecables pero sí emocionant­es, con mérito, a los sones del precioso pasodoble ‘Suspiros de España’, que borda esta banda. Mata regular y el toro tarda en caer. El esfuerzo que hizo con la muleta no lo ha mantenido con la espada.

El cuarto aprieta en el caballo, aguanta bien Paco María. Manzanares pasa un momento de apuro por perderle la cara: con su experienci­a, no debería. Se luce Mambrú en banderilla­s. Cuando José María lo mete en la muleta, el toro va a más, con emoción. Le saca algunos buenos muletazos, sin acabar de confiarse porque el toro protesta, se cierne: surge cierta división de opiniones. Vuelve a matar sin confiarse y falla mucho con el descabello: otro aviso. Ha de recuperar el sitio con la espada.

Calerito tomó la alternativ­a de manos de Manzanares y en presencia de Roca Rey

REAL MAESTRANZA DE SEVILLA.

Sábado, 24 de septiembre de 2022. Segunda corrida. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Victoriano del Río, encastados, con ciertas dificultad­es, de juego variado. de

JOSÉ MARÍA MANZANARES, azul marino y oro. Media y descabello. Dos avisos (saludos). En el cuarto, tres pinchazos y ocho descabello­s. Aviso (silencio).

ROCA REY, de tabaco y oro. Dos pinchazos y bajonazo (silencio). En el quinto, estocada (saludos).

CALERITO, de blanco y oro. Gran estocada (oreja). En el sexto, pinchazo hondo y seis descabello­s. Aviso (palmas de despedida).

Sevilla es la penúltima gran prueba de Roca Rey, en la temporada española (le queda Madrid, el 12 de octubre, cerrando la Feria de Otoño). Su valor impresiona a todos pero está siendo irregular, con la espada: necesita entrar de muy cerca (lo clásico) pero, a veces, quiere matar ‘a capón’, adelantand­o las dos manos a la vez, y eso no siempre funciona.

Decepción general

El tercero no le deja lucirse con el capote. (El vestido que lleva es el picassiano que estrenó en Málaga, poco adecuado para esta tarde). Arriesga con los palos Chacón. El toro tardea; como Frenoso, se frena: ‘Esaborío’, definen certeramen­te a mi lado. Andrés no le duda, le aguanta pero no logra brillar: decepción general. El toro saca guasa, a la hora de matar: a la tercera, pega un sartenazo.

Andrés Roca Rey, en un pase de pecho

El quinto va de largo al caballo. Quita Calerito por chicuelina­s (Andrés ha quedado inédito con el capote). El toro aprieta en banderilla­s. Brinda al público. Comienza haciendo el poste: demuestra valor pero no ahorma al toro. Traza derechazos suaves, de mano baja, que el toro acepta, aunque pronto se raja y se para. En tablas, con decisión, agarra la estocada. No ha estado mal pero no se ha producido la esperada apoteosis.

José Antonio Morante de la Puebla y Andrés Roca Rey son las dos indiscutib­les primeras figuras de la temporada: muy distintos, en casi todo. En tauromaqui­a clásica, no cabe duda, Morante es muy superior, pero Roca Rey le supera en gancho taquillero y en ambición de mandar. Los estilos son opuestos: serenidad frente a arrebato, brisa frente a huracán, olé frente al ay… Los dos caminos son válidos, por supuesto. Por su diferencia de edad, los dos están en una etapa distinta de su carrera: Morante, ahora mismo, en su culminació­n; Roca – creo– todavía puede mejorar mucho. Recurre con frecuencia a efectismos para ganarse el favor del gran público: es lógico pero no es lo mejor que él puede hacer. La faena de San Miguel de Morante –y la de Salamanca y la de la Feria de Abril– han sido cumbres. La tarde heroica de Roca Rey, en Bilbao, fue otra cumbre.

En el duelo a distancia entre las dos estrellas, ha triunfado claramente Morante, con su memorable faena. Vuelve este domingo a la plaza de los toros sevillana: ¿qué aficionado no acudirá con ilusión? De los grandes artistas, los que unen valor, técnica y estética, hay que esperar faenas extraordin­arias.

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// JUAN FLORES
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// EFE

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