Un fútbol eólico
Un hombre que se comunica con sus futbolistas sobre un andamio y mediante un sistema de ‘walkie-talkies’ colocados en la chepa ha de tenerlo todo pensado, pero desde fuera, un sábado por la noche, se entiende muy poco o nada que jueguen, por ejemplo, Torres, Sarabia y Asensio en la delantera y no lo haga Ansu Fati. No se entiende. Aunque se reconoce el mérito de Luis Enrique intentando hacer algo con una España que en las áreas es blanda, auténticamente ‘blandengue’, como un anuncio del Ministerio de Igualdad. Pero ¿acaso ha jugado Asensio mucho más que Fati? Asensio de falso nueve es algo que ya hacía Lopetegui antes del Mundial de Rusia. Este es el nivel de melancolía. Asensio lo intentó, pero instintivamente se iba a su zona habitual, donde lanzaba centros a nadie. No es cuestión de personalizar, se movió bien, fino en el toque, hablando el mismo lenguaje que Pedri y Gavi (esto dará que hablar). La jugada del gol de Alba fue toda suya, lo que daba la razón en parte a Luis Enrique.
El seleccionador puede tener razón ahí, a menudo la tiene, su terquedad es científica, pero hay un problema mayor. Es un problema nacional, valga la expresión, un problema de recursos agravado por los particulares gustos de Luis Enrique. El novio de Tamara Falcó tiene más peligro que los delanteros de España. Salir al mundo con estos atacantes es como salir a la economía global sin carbón o nucleares, con una energía limpia, blanca, verde, renovable, respetuosa, pero limitante. Ir sin nueve por la vida es tener que fiarlo todo a la energía eólica del mediocampo, del toque y toque y toque del molinillo culé. El área está intocada, sin explotar, sin excavar. No se pisa.
Pero el problema es aun mayor en la defensa. A España le falla el nueve y le tiembla el portero. Las áreas, lo serio. La defensa fue devastada por Akanji en los saques de esquina. En un gol ganó al central por posición, al lateral por altura, y giró el cuello como un toro picassiano sin contestación alguna; en el otro, él y Embolo ganaron a todos.
Sin carbón arriba, ni nucleares abajo, sin ‘fracking’ y sin el gas de Argelia (que podría ser Aspas, expediente misterioso), España está a lo que aporten los molinillos hipnotizantes de Pedri, Gavi y Busquets. España hace un fútbol eólico, ecosostenible, fotovoltaico, verde y circular. Falta lo telúrico, lo fósil y lo atómico. Con un poquito bastaría.
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