«Bueno, ¿muy bien, no?»
Dos prejubilados de la política, curiosamente los dos vicepresidentes del sanchismo fundacional, dieron total normalidad al secuestro político de la tele pública
que causan pasmo. Nadie ha dudado nunca que así fuera, más o menos, aunque siempre existía un resquicio de pudor según el cual el que mandaba esforzaba al menos aparentar que aún habitaba en el Pirulí cierta neutralidad. Pero las encuestas vienen tan de nalgas que PSOE y Podemos no han tardado ni un nanosegundo en el metaverso en anunciar la toma absoluta del control de la televisión estatal. Dos prejubilados de la política activa, curiosamente los dos vicepresidentes del sanchismo fundacional, dieron tal normalidad al secuestro político de la tele pública que resultaba hasta cómico escucharlos (y verlos, porque ahora la radio también se puede ver) comportarse como dos capataces del rancho que entran en el ‘saloon’ del Oeste pegando tiros para demostrar quién manda aquí. Ni el pianista se libró de un balazo.
Eso era el aperitivo, el entremés que Iglesias y Calvo montaron en la víspera de que nos enteráramos de que CC.OO. anda haciendo listas negras de periodistas a purgar, desafectos al régimen que tienen montado allí la izquierda, con ese tenebroso Consejo de Informativos que ordenaba ‘los viernes negros’ como ‘outfit’ camisetero de protesta y aquellos lacitos naranjas para denunciar la «manipulación y falta de neutralidad» en los tiempos de Mariano en La Moncloa, cuando, por cierto, los informativos de
RTVE al menos eran líderes de audiencia en todas las franjas horarias. Ahora, no solo se proclama a los cuatro vientos la toma de control total, con documentos creados ‘ad hoc’ para justificar la maniobra, sino que los telediarios de La 1 son los terceros, barridos de la parrilla por los de Antena 3, a veces con el triple de audiencia. El desconcierto es casi perfecto. La periodista que iba a ser la solución para las mañanas ha vuelto a presentar el tiempo y a narrarnos divinamente si va a llover en Venta de Baños. La deuda del ente se disparará hasta casi los 600 millones de euros en diciembre y sin embargo las productoras externas siguen frotándose las manos en este caos, colocando comunicadores estrella a precio de oro y olvidando que en la casa hay cerca de 1.500 periodistas en plantilla, incapaces al parecer, según sus jefes, de hacerse cargo de un magazín.
Metáfora final del estropicio: el Gobierno liquida a Pérez Tornero, que quedó quinto en el concurso de méritos que se planteó en el Congreso para elegir al presidente de la corporación, y lo sustituye por Elena Sánchez, que quedó en el puesto 58 (de 95 candidatos, no de 3.000) y que, según los evaluadores, el proyecto con el que se presentó para dirigir RTVE parecía un manual copiado de la Wikipedia. «Bueno, ¿muy bien, no?».