Arte en la escuela, una necesidad real
LE GALO
ACE unos días escuchaba a un papá decir que este curso iba a apuntar a su hijo a clases extraescolares de música. Lo explicaba entusiasmado y parecía tener interés en que el niño aprendiera a tocar algún instrumento. Me recordó a una pregunta que me hacía cuando mis niñas eran pequeñas: «¿Cuándo una familia insta a sus hijos a dedicar las tardes a las artes lo hace con la intención de ‘entretener’ o para ‘completar’ la falta de educación artística en el sistema educativo?» Con la vuelta al cole, se abre el debate. A la vista del currículo escolar puede parecer que el arte es algo ornamental o de lo que podríamos prescindir. Como si en la sociedad moderna el arte no encontrara su lugar, siendo sencillo explicar su fragilidad en la escuela.
Esta situación nos debe empujar, a quienes vemos el valor de las artes en materia de desarrollo para el espíritu crítico y la empatía social, a elaborar una fundamentación sólida sobre la trascendencia del arte en nuestra vida. El arte es el lenguaje que acompaña al ser humano desde sus orígenes, dando sentido a lo que nos rodea y creando vínculos sociales. Es, por tanto, un requisito elemental para una educación plena.
Necesitamos una renovación metodológica en la manera de integrar las artes en la pedagogía tradicional. Porque el arte es, ante todo, un motor de ciudadanía, un lugar desde el que generar conciencia e imaginar propuestas y soluciones a los problemas sociales, económicos y medioambientales que nos afectan. Este proceso de reconfiguración en la percepción del arte puede y debe empezar en las aulas. Incorporar las prácticas artísticas en la escuela de forma transversal al currículo no solo multiplica la creatividad, la sensibilidad y la capacidad crítica del alumnado, sino que también mejora la convivencia de la comunidad educativa y las posibilidades de integrar los retos actuales de nuestra sociedad.
El gran desafío que afrontan las organizaciones educativas es pasar de ser transmisoras de conocimientos a organismos cuyo objetivo sea proporcionar al alumnado aptitudes que puedan manejar de manera práctica en el marco académico, personal, profesional y comunitario. Algo que puede desarrollarse junto a las instituciones culturales, inmersas actualmente en reforzar su conexión con la juventud. Es ahí donde la figura de los mediadores culturales se convierte en clave para acercar la escuela y el arte, facilitando los aprendizajes y el desarrollo de proyectos educativos y culturales plenamente integrados. Ya existen un buen número de experiencias en nuestro país que demuestran que sí es posible desarrollar un modelo educativo que integre las artes de forma transversal en los currículos educativos, abordando los retos contemporáneos que afrontan los colegios y el mundo.
Derribemos, entonces, la idea extendida en nuestro país de que las artes son actividades decorativas, con un papel secundario en relación a las materias educativas básicas. Cuando este cambio de visión se produzca, la escuela y la educación, así como nuestro sector cultural, darán un vuelco real y, a través de ellas, la sociedad.
Hes directora para España de la Fundación Daniel y Nina Carasso, impulsora de la red Planea de arte y escuela