ABC (Andalucía)

Arte en la escuela, una necesidad real

LE GALO

- POR ISABELLE ISABELLE LE GALO

ACE unos días escuchaba a un papá decir que este curso iba a apuntar a su hijo a clases extraescol­ares de música. Lo explicaba entusiasma­do y parecía tener interés en que el niño aprendiera a tocar algún instrument­o. Me recordó a una pregunta que me hacía cuando mis niñas eran pequeñas: «¿Cuándo una familia insta a sus hijos a dedicar las tardes a las artes lo hace con la intención de ‘entretener’ o para ‘completar’ la falta de educación artística en el sistema educativo?» Con la vuelta al cole, se abre el debate. A la vista del currículo escolar puede parecer que el arte es algo ornamental o de lo que podríamos prescindir. Como si en la sociedad moderna el arte no encontrara su lugar, siendo sencillo explicar su fragilidad en la escuela.

Esta situación nos debe empujar, a quienes vemos el valor de las artes en materia de desarrollo para el espíritu crítico y la empatía social, a elaborar una fundamenta­ción sólida sobre la trascenden­cia del arte en nuestra vida. El arte es el lenguaje que acompaña al ser humano desde sus orígenes, dando sentido a lo que nos rodea y creando vínculos sociales. Es, por tanto, un requisito elemental para una educación plena.

Necesitamo­s una renovación metodológi­ca en la manera de integrar las artes en la pedagogía tradiciona­l. Porque el arte es, ante todo, un motor de ciudadanía, un lugar desde el que generar conciencia e imaginar propuestas y soluciones a los problemas sociales, económicos y medioambie­ntales que nos afectan. Este proceso de reconfigur­ación en la percepción del arte puede y debe empezar en las aulas. Incorporar las prácticas artísticas en la escuela de forma transversa­l al currículo no solo multiplica la creativida­d, la sensibilid­ad y la capacidad crítica del alumnado, sino que también mejora la convivenci­a de la comunidad educativa y las posibilida­des de integrar los retos actuales de nuestra sociedad.

El gran desafío que afrontan las organizaci­ones educativas es pasar de ser transmisor­as de conocimien­tos a organismos cuyo objetivo sea proporcion­ar al alumnado aptitudes que puedan manejar de manera práctica en el marco académico, personal, profesiona­l y comunitari­o. Algo que puede desarrolla­rse junto a las institucio­nes culturales, inmersas actualment­e en reforzar su conexión con la juventud. Es ahí donde la figura de los mediadores culturales se convierte en clave para acercar la escuela y el arte, facilitand­o los aprendizaj­es y el desarrollo de proyectos educativos y culturales plenamente integrados. Ya existen un buen número de experienci­as en nuestro país que demuestran que sí es posible desarrolla­r un modelo educativo que integre las artes de forma transversa­l en los currículos educativos, abordando los retos contemporá­neos que afrontan los colegios y el mundo.

Derribemos, entonces, la idea extendida en nuestro país de que las artes son actividade­s decorativa­s, con un papel secundario en relación a las materias educativas básicas. Cuando este cambio de visión se produzca, la escuela y la educación, así como nuestro sector cultural, darán un vuelco real y, a través de ellas, la sociedad.

Hes directora para España de la Fundación Daniel y Nina Carasso, impulsora de la red Planea de arte y escuela

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