ABC (Andalucía)

«¿Miedos e insegurida­des? Hablas un lenguaje que no entiendo, no soy un indie»

∑Al artista catalán le quedan cinco conciertos para cerrar la gira de presentaci­ón de su último disco, ‘Diario de una tregua’, que pasará por el WiZink Center de Madrid el 15 de octubre

- Cantante ISRAEL VIANA

Loquillo lleva alojándose en el mismo hotel, el Fénix, desde hace más de 35 años. «Vine la primera vez porque aquí se alojaron los Beatles, por supuesto. ¡Hoy me he quedado en la habitación de John Lennon!», comenta sonriendo, con su impecable traje negro y su jersey de cuello alto, al saludarnos. Conoce cada rincón y sabe dónde colocarse para la sesión de fotos. Como reconocerá después, tuvo claro desde su adolescenc­ia que su imagen era ser tan importante como su música y está encima de ella.

Se esfuerza por sonreír cuando le enfocan y pide que le enseñen las fotografía­s. «Sácame como un alegre sesentón, que es lo que soy», pide en varias ocasiones. José María Sanz (Barcelona, 1960) está harto de que le retraten siempre serio, como cabreado. Queda claro al final de la entrevista, cuando la fotógrafa de ABC le pide que pose una vez más. «Están muy bien las otras», responde. Ante la insistenci­a, cede de mala gana: «Acabarás sacando la nueva. ¡Eres mala! Si entregas todas, la cagas. Pondrán la última en la que estoy serio. Si no puedes, ¡bórrala! Quiero que se me vea sonriendo, porque si no… es lo de siempre».

Loquillo parece sobrado de energía para los últimos cinco conciertos de su gira de ‘El Rey’, en la que presenta su último disco: ‘Diario de una tregua’ (Warner). Hoy mismo actua en Castellón y en los próximos días en Benidorm (7 de octubre), Madrid (15), Roquetas de Mar (5 de noviembre) y San Sebastián (2 de diciembre). Comienza la charla cortando la primera pregunta para dejar las cosas claras: «Llámame ‘rocker’, ‘rockero’ no me gusta. Es banal y lo utiliza gente que no lo es. En los 60, a los ‘rockers’ los llamaban ‘joteros’ por la forma en que bailaban. ¡Esa es buena!».

—¿Con qué edad exactament­e empezó a cuidar su imagen?

—Con 13 o 14 años. El rock and roll es música e imagen. Los vinilos son obras de arte que tienen que abrir la puerta a un mundo distinto. Con 15 años era un teddy boy y llevaba levitas eduardiana­s que me hacía un sastre. Con 19, con chupa de cuero, pantalón tejano roto y unas Converse All Stars, como los Ramones.

—Debía ser curioso verle aparecer así en los entrenamie­ntos del Juventud, cuando jugaba al baloncesto…

—Sí. Por eso Epi me bautizó como Loquillo, algo que sigue soportando hoy. Es mi oráculo. Andrés Jiménez no paraba de hacerme coñas. Hace poco me enteré de que había sido él quien me llenó de espuma de afeitar mis zapatos de ante azul que llevaba a entrenar.

—Cuida cada foto que le hacen...

—He tenido la suerte de trabajar con los mejores fotógrafos de España, como Manel Esclusa o Jaume de Laiguana. Intentó envejecer con autoridad y jerarquía, no dar una imagen de Peter Pan.

—¿Y qué lugar ocupa en la jerarquía del rock español?

—Mi vida lo demuestra. Tengo 61 años, 35 discos y más de tres millones de copias vendidos. Ese es mi poder, no tengo que demostrar nada. Estoy orgullo

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ISABEL PERMUY

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