«Es una pena que en el sector no haya unidad. Tendrían que impulsarla los grandes nombres, pero no les conviene»
so de mi edad y de poder seguir subiéndome a un escenario en estas condiciones y en el mejor momento de mi carrera. ¿Qué más puedo pedir?
—Con ‘El último clásico’ (Dro, 2019) contó que había quemado al personaje y que necesitaba otro. ¿Estoy entrevistando al personaje o a José María?
—Al personaje, solo cuando subo al escenario soy yo. Quien piense lo contrario, se equivoca. Es el único lugar donde me permiten ser libre. Cuando bajo, hay una presión mediática que te hace ponerte una coraza y crear un personaje con el que enfrentarte al mundo.
—Usted elije, no es que no le dejen.
—Es el personaje que quiero proyectar.
—Ya, pero… ¿cómo puedo creer a Loquillo siendo un personaje?
—¡Cúrratelo, colega! No sé qué decirte, parece una discusión filosófica.
—¿Cuántos personajes ha tenido a lo largo de su carrera?
—Cinco. Tengo calculado el tiempo que duraron. El personaje de Los Trogloditas, en 2006, tuve que haberlo matado antes, pero no estaba preparado. El del ‘El último clásico’ también. El de ahora se desarrolló en los últimos tres años y estoy cerca de abandonarlo.
—¿Cuál de ellos le ha gustado menos?
—El que tuvo que ver con el tópico del rock and roll y que ahora quieren representar todos los cantautores: «Sexo, drogas y rock and roll». Es antiguo, un coñazo. El personaje del exceso ya lo viví un tiempo y me aburrió. No me aportó nada a nivel personal ni artístico.
—Al venir a la entrevista, pensé: «¿Qué le puedo preguntar a Loquillo de lo que no haya dado mil titulares ya?». ¿Nunca tiene la sensación de repetirse?
—Hombre, me habría gustado que me entrevistara Oriana Fallaci o Arturo Pérez-Reverte, porque están a mi altura… así de claro. Ambos son categóricos, como yo. Creo en el viejo estilo. Cuando era joven soñé con ser periodista. También quise ser astronauta y no me alejé, porque me convertí en una estrella.
—Comentó que la preparación de ‘Diario de una tregua’ coincidió con una enfermedad que le puso en guardia. ¿Puedo saber qué enfermedad?
—No banalizo esas cosas. Las enfermedades forman parte de la vida, como la muerte… y punto. Soy hijo único y he tenido que cuidar a mis padres. He vivido las enfermedades muy de cerca. Acepto lo que viene y lucho. He conseguido recuperarme y estoy perfecto.
—Pero le llegó a decir a Sabino Méndez e Igor Paskual que tenían que hacer «el gran disco», porque podía ser el último. ¿Tan asustado estaba?
—Fue hace dos años. No lo pongamos en circulación. El último que hizo eso, en el titular me dio casi por muerto e hizo daño. Media España se pensó que me moría y muchos promotores quisieron cancelar conciertos. Simplemente, me vi en una tesitura de que me tenían que operar y me negué. Ya está.
—Algunos músicos conocidos han contado que durante el parón lo pasaron muy mal económicamente…
—¿Tienen que contarlo? ¿Somos distintos del resto de la población?
—Ya, pero pone de manifiesto que la industria musical es más precaria de lo que se pensaba.
—En 2020, fuimos la primera banda que inauguró el protocolo Covid en el WiZink Center y, en el primer año de pandemia, de las pocas que salió a la carretera. El año pasado salimos a tocar en unas condiciones muy duras. Defendí el oficio desde el primer día, otros se quedaron en casa. Yo me puedo mirar al espejo.
—¿Fue duro?
—Mucha gente no se acuerda de los días difíciles, yo sí. De los alcaldes que intentaban sacar programas culturales con un Ministerio haciendo campañas a favor de la cultura, mientras los Gobiernos autonómicos reducían aforos. Eso ocurría. Ahora hay compañeros que vienen en olor de multitudes cuando no estuvieron en los tiempos duros. Yo estuve y puedo hablar del trato recibido por la clase trabajadora de este sector y de ese 3% del PIB que significa el mundo del espectáculo y el millón de familias que viven de él. Es una pena que no tengamos esa unidad. Tendrían que impulsarla los grandes nombres, pero no lo hacen porque les conviene.
—¿Por qué no les conviene?
—Yo lo sé, pero no te lo voy a decir. Y quiero que ellos sepan que yo lo sé.
—Siempre que habla parece muy seguro de sí mismo, pero debe tener miedos e inseguridades, como el mundo.
—¿Miedos e inseguridades? Me hablas un lenguaje que no entiendo.
—Es imposible. Todo el mundo tiene.
—Sí… ¿Y?
—Tampoco quiere mostrarlo.
—Yo me dedico a levantarme temprano y a trabajar, como hacía mi padre, que era estibador del puerto. Claro que tenía miedos e inseguridades, pero se los comía y tiraba hacia adelante. ¡Soy de clase obrera, tío! ¿Inseguridades? «Tengo miedo de la vida» [utiliza tono de burla]... ¡anda, tira! Eso pregúntaselo al líder de una banda indie, yo soy Loquillo.
❝ Personajes «He creado cinco a lo largo de mi carrera para protegerme de la presión mediática que hay al bajarme del escenario» Industria de la música