La cantante nos cuenta el vínculo que tiene con sus dos gatos egipcios y los cuidados especiales que requieren
Bely Basarte,
madrileña de nacimiento, estudió en la Universidad Autónoma de Madrid y se graduó en Administración y Dirección de Empresas en el año 2013. Durante estos años compaginó sus estudios con su carrera musical y en septiembre de 2015 publicó a través de plataformas digitales su primer trabajo con cinco temas propios bajo el título de ‘Si quieres, pierdes’. Acumula una trayectoria llena de éxitos y un último trabajo, ‘Nostalgia’, que va acompañado de un corto de 30 minutos producidos ambos por ella misma.
—Me presenta a Molly y a Otis dos gatos muy particulares ¿Amor a primera vista?
—La primera vez que vi un gato egipcio fue en el barrio de Malasaña (Madrid) y me enamoré. Los animales me han apasionado desde pequeña. Mis padres tenían dos gatos y al independizarme los echaba de menos. Después, llegaron Molly y Otis, eran preciosos.
—Hay poca diferencia de edad entre ellos. ¿Cómo ha repartido el cariño?
—Otis llegó mas tarde porque pensé que Molly necesitaba un amigo de su especie y aunque es el más pequeño es el dominante. Creí que no llegaría a quererle tanto como a Molly
Bely Basarte y uno de sus gatos egipcios pero se ha ganado mi cariño.
—Diferentes en el color y en el carácter.
—Sí. Molly es muy torpe. Se tropieza y se resbala... Es poco gato. En cambio, Otis, es un gato perro. Le lanzas un juguete y te lo trae para que sigas jugando y tiene mucho cuidado de no arañarte. Molly hay veces que araña y se le escapa un mordisco cuando juega.
—¿Necesitan algún cuidado especial?
—Molly no ha podido estar hoy, pero es de color gris y cuando toma el sol se pone moreno a cachos porque tiene arrugas y parece un tigre. Con Otis hay que tener cuidado con su piel rosácea porque es muy delicado. Con las comidas también tengo que tener precaución. Comen proteínas de salmón.
—¿Tienen su propia cuenta?
—Claro. Y tienen muchos seguidores. Algunas veces les hacen regalos. Una chica ha diseñado unos cuencos para su comida.
—Cuando viaja, ¿quién les cuida?
—Si es por mucho tiempo, mi hermana y si no, se quedan solos. Lo tengo muy bien organizado porque tienen un comedero automático que dosifica la comida y el agua.