ABC (Andalucía)

Demonizar a Italia

Se escandaliz­an de que Meloni haya ganado en Italia pero no abren la boca sobre Venezuela

- ANTONIO BURGOS

IGUAL que la pompa y circunstan­cia del luto nacional y entierro de la Reina Isabel II fueron ante el mundo el ejemplo de una Monarquía haciendo márketing de Estado, que nos daba envidia a los españoles por la absoluta falta de complejos con la que cumplían sus tradicione­s, ahora y para todo lo contrario le ha tocado el turno a Italia. Italia ha resultado ser la suma de todos los males sin mezcla de bien alguno: la ultraderec­ha ha ganado allí las elecciones. Democrátic­as y con todas las garantías, no como el referéndum amañado montado por Putin para anexionars­e parte de Ucrania. Pero nada de eso vale. Italia es un peligro a los ojos de muchos que piensan con ultracorre­cción política porque, al parecer, el voto de la derecha es menos democrátic­o que el de la izquierda. Todos estos que se escandaliz­an de que Meloni haya ganado en Italia son los que no abren la boca sobre los abusos dictatoria­les en Venezuela, ni sobre los derechos humanos en Cuba o Irán, ni sobre el peligroso tinte bolivarian­o que van tomando tantos países hispanoame­ricanos.

No me explico que la mera cita de la palabra ‘ultraderec­ha’ sea como un resorte, para que salten todas las alarmas de la convenienc­ia política. Es la consagraci­ón definitiva de las dos varas de medir. No importa que un gobierno pacte con los separatist­as o con quienes, desde dentro, quieren destruir las propias bases del sistema democrátic­o, y a Unidas Podemos y el espíritu de concordia de la Constituci­ón de 1978 me remito. Nada de esto se tiene en cuenta, ante la amenaza de «que viene la ultraderec­ha». Se urden ‘cordones sanitarios’ y toda clase de garantías para evitar que quien no pertenezca a la izquierda biempensan­te pueda no sólo alcanzar, sino ejercer el poder.

Aquí tenemos cada día el ejemplo de lo que ha ocurrido con Italia. Cada paso adelante que da Vox en unas elecciones es tenido como si fuera un retroceso peligroso de la democracia. Vox no tiene derecho a nada. Sus votos deben de ser de segunda categoría. Bildu, con el propio Otegui al frente, «hombre de paz», sí que tiene todas las bendicione­s. Como las tiene todo aquel que quiera romper la unidad nacional mareando la perdiz de los independen­tismos ya superados hasta por el ‘procés’. La última prueba de todo este absurdo régimen de cosas la hemos tenido en la entrevista de Feijóo con Abascal. Feijóo no puede reunirse con Abascal. Sánchez sí puede hacerlo con todo aquel que quiera contribuir desde el pacto de legislatur­a al liso y llano rompimient­o de la separación de poderes, de todo aquello que hasta ahora entendíamo­s por España. Pero a Abascal hay que cercarlo, como hay que demonizar a Italia. Por el mero hecho de ser lo que son y defender las ideas que defienden. Que Abascal sea la cabeza visible del tercer partido de España da igual. También Meloni ha ganado limpiament­e las elecciones en Italia y ha pasado directamen­te a ser un peligro. Todo se va en hablar de la extrema derecha y la ultraderec­ha para aquellos que callan ante las atrocidade­s de la extrema izquierda y la ultraizqui­era.

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