ABC (Andalucía)

El último dinosaurio del Nuevo Periodismo

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Es el último dinosaurio de la especie de los nuevos periodista­s y, de alguna manera, también el germen de este género, si hacemos caso a Tom Wolfe, el plumilla que popularizó el concepto de Nuevo Periodismo. «Lo que había escrito para ‘Esquire’ se hallaba tan por encima de lo que hacía (o le dejaban hacer) para el ‘Times’, que yo tenía que descubrir lo que estaba pasando», dijo Wolfe cuando leyó el perfil del boxeador Joe Louis que Gay Talese escribió en 1962. Lo que ocurría era una revolución. Con la complicida­d de otros jovenzuelo­s como el propio Wolfe, y con tanto talento como desparpajo, Talese marcó el paso de una generación de reporteros empeñados en poner su firma a textos que, más de medio siglo después, siguen manteniend­o el pulso. No solo fue ese perfil de Joe Louis; en otros reportajes elevó el periodismo a una dimensión desconocid­a. Con Floyd Patterson retrató a un perdedor de época y su legendario ‘Frank Sinatra está resfriado’ apura todos los límites narrativos de la no ficción.

Estos perfiles y reportajes funcionaro­n por su calidad, claro, pero también por la audacia de los editores del momento: la competenci­a de revistas como ‘Esquire’ o ‘New York’ empezaba por la portada, que a menudo eran ocupadas por fotos a toda página de los reporteros. Eran las estrellas del momento. Había dinero para pagar sus trabajos, que podían demorarse meses –porque la no ficción es cara y exige tiempo– y porque había lectores, millones de lectores. Fue una época única, que no volverá, y ya solo queda Talese para recordarla. Quedarán, eso sí, sus reportajes, pero sobre todo sus libros, con los que se doctoró. ‘El reino y el poder’, sobre la redacción del viejo ‘The New York Times’, anticipó maravillas como ‘Honrarás a tu padre’ (1971), donde se introdujo en la intimidad de la mafia como después solo ha sabido hacer la ficción; o ‘La mujer de tu prójimo’ (1981), sobre el despertar sexual de EE.UU. Talese participó en orgías y hasta regentó un centro de masajes durante la investigac­ión.

Hace seis años quiso cerrar su trayectori­a con el último golpe, la historia de un ‘voyeur’ que espiaba a las parejas que se alojaban en su hotel, pero dejó que su fuente se la jugara. «Estoy acabado, el libro está acabado. He hecho que el puto libro se vaya al garete. Fin de la historia. Es el fin. Es mi final», dijo mientras duró la lapidación. Luego recuperó la entereza y empezó a despedirse de un mundo que, por muchas razones, ya no es el suyo, el de un periodista que solo aspiró a ser «un escritor de historias sin

ficción».

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