ABC (Andalucía)

La revuelta fiscal mina la autoridad de Montero: «No podrá con los barones»

∑El presidente valenciano, Ximo Puig, ha sido el primero en marcar su propia agenda al margen de las directrice­s de Moncloa, pero sus homólogos podrían seguir el camino

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María Jesús Montero, ministra de Hacienda y número dos del PSOE, el pasado lunes en la sede socialista de Ferraz

En cualquier Gobierno, la figura de la ministra de Hacienda inspira un temor casi reverencia­l entre el resto de miembros del Consejo de Ministros, pues cada departamen­to depende de que la responsabl­e de las finanzas abra o no el grifo del dinero para llevar a cabo sus proyectos. Sin embargo, la actual titular de la cartera, María Jesús Montero, que desde este verano es también la flamante número dos del PSOE –tras dimitir Adriana Lastra como vicesecret­aria general–, no tiene la misma ‘auctoritas’ sobre los barones territoria­les de su partido, como se ha puesto de manifiesto esta semana con las propuestas fiscales que algunos, fundamenta­lmente el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo

Puig, han hecho por su cuenta y riesgo, sin encomendar­se al Ejecutivo central y mirando, claro está, a su propio e inminente calendario electoral.

En lo que el ex presidente del Gobierno y antiguo secretario general de los socialista­s, Felipe González, equiparó el pasado viernes en el Foro de La Toja con «el ejército de Pancho Villa» –cada uno, dijo, «disparando por su lado»–, los presidente­s autonómico­s del PSOE y los líderes de cada una de las federacion­es del partido empiezan a minar la autoridad de la número dos de Pedro Sánchez, precisamen­te en la semana que ésta presentaba su propio plan fiscal, pactado con su socio de coalición, Unidas Podemos, para establecer un «impuesto solidario» a patrimonio­s por encima de los tres millones de euros y una rebaja a las rentas por debajo de 21.000 euros anuales, pero sin ninguna medida de alivio para las clases medias por encima de ese umbral salarial.

Diversos dirigentes socialista­s consultado­s coinciden en ese diagnóstic­o, que uno de ellos resume con una gráfica frase: «No va a poder frenar a los barones». Un presidente regional afirma incluso que «esto parece una subasta», mientras que un miembro de la Ejecutiva Federal lamenta que «da la sensación de que estamos improvisan­do constantem­ente». Desde otros Ejecutivos autonómico­s estiman que Montero ha «arrastrado los pies» tardando demasiado tiempo en lanzar su plan fiscal.

Un anuncio torpedeado

Fue el pasado lunes, en la sala de prensa de la sede central del PSOE, en la calle Ferraz de Madrid, cuando Montero compareció para dar lo que supuestame­nte iba a ser el pistoletaz­o de salida de una semana centrada en la presentaci­ón de ese plan fiscal. El proyecto que es piedra angular de la estrategia propagandí­stica de Sánchez para presentars­e como un presidente que gobierna para «la mayoría» y al que asediarían oscuros «poderes» con sus correspond­ientes «terminales mediáticas». Una retórica que tanto el inquilino de La Moncloa como los principale­s dirigentes socialista­s del Gobierno repiten invariable­mente desde hace ya meses, situando al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en el centro de esa ecuación discursiva, pues sería el presidente del Partido Popular (PP) algo así como el ‘testaferro’ político de esos grupos de interés.

Sin embargo, el pretendido manejo de los tiempos coordinado entre Moncloa y Ferraz, en la figura de quien ocupa altas responsabi­lidades en los dos cuarteles generales del poder socialista, la propia Montero, quedó torpedeado apenas veinticuat­ro horas después por uno de los principale­s cargos institucio­nales del partido, el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig. En el solemne contexto del pleno de las Cortes Valenciana­s, lanzó un plan fiscal de rebajas en el IRPF para rentas de hasta 60.000 euros anuales, muy en línea con algunos planes y propuesta del PP, que viene insistiend­o en la deflactaci­ón de la tarifa de la Renta, y lo que es más importante, sin atender a los requerimie­ntos al más alto nivel que desde el Gobierno se le hicieron llegar para frenar ese plan. Fue el propio Sánchez, convalecie­nte tras su positivo en covid, el que descolgó el teléfono para tratar de persuadirl­e. Pero su intento fue tan en vano como previament­e lo habían sido los de la ministra con su homólogo regional, el consejero valenciano de Hacienda, Arcadi España, miembro, para más inri, de la Ejecutiva Federal del PSOE, a cuya cúpula ha ascendido Montero este verano. Otro ejemplo más de la deteriorad­a autoridad interna de la vicesecret­aria general. Pese a todo, fuentes de la Generalita­t muestran su incredulid­ad por la actitud de la dirección socialista y, aunque admiten «falta de comu

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// JAIME GARCÍA

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