ABC (Andalucía)

Vocación de opositar

Las más demandadas

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patibiliza­r esta tarea con otras responsabi­lidades.

Así se encuentra Carmen, con 57 años y estudiante del centro Innova. Su actual objetivo es ser cartera en Correos y tiene un gran bagaje laboral a sus espaldas. Graduada en Biológicas, trabajó 18 años en la Administra­ción, hasta que abrió una pequeña mercería en Segovia. La crisis del Covid tumbó el negocio, y desde entonces imparte cursos de labores. «Estoy cansada de ser autónoma, quiero que me manden», afirma.

Asegurar la jubilación

Carmen cuenta que con su edad no tiene tiempo para «probar suerte». Su decisión de opositar es curiosa; tiene como ‘culpable’ a su hijo: «Se nos ocurrió opositar juntos para competir sanamente el uno con el otro». Ahora lamenta que se ha quedado sola en esta carrera de fondo porque él ya trabaja. «Tengo en mente sacármelas el próximo marzo. Voy a por todas». Esta mujer llevaba 30 años sin estudiar y pensaba que no sería capaz de volver a hacerlo durante sesiones maratonian­as como en la universida­d: «Me sorprendí a mí misma por que pudiera tener esta capacidad, después de los años. Aunque confieso que la capacidad y la concentrac­ión no son las mismas que entonces».

Sobre una posible desventaja frente al resto de opositores más jóvenes, la segoviana lo tiene claro: «Creo que tengo una experienci­a de vida que un

El 55,4% se prepara para administra­tivo y/o auxiliar administra­tivo, seguido de oposicione­s a Justicia para las que estudia el 15,4%.

Para los mayores de 50, el peso vocacional representa la mitad que para el perfil general: solo el 7,9 % de ellos afirman que opositan por vocación. El 38,6% afirma que oposita a dos plazas distintas, por encima del 35,5% de media nacional. joven de 25 años no ha tenido aún y eso es un plus». Sus ganas de conseguir un empleo público le hacen adaptarse a «cualquier cosa». «Me da igual irme donde sea. Todo lo que no haces con 30 años, ahora sí lo haría». Sobre la posibilida­d de no conseguir una plaza, admite rotunda: «Ni me lo planteo». Si se diera el caso, remacha, «volvería a insistir una vez más».

Carmen reflexiona con claridad sobre las personas de 50 años: «Estamos en la mejor edad para trabajar. En esta edad disfruto trabajando y es una pena que las empresas no nos quieran».

En el caso de Sara, sí trabaja. En una empresa de ordenadore­s. Tiene 51 años y el temor a ser despedida atraviesa su mente cada día. Esta madre de dos hijos afirma que le encanta estudiar. Por eso, oposita a agente de Hacienda para cumplir su sueño de «un horario fijo y un empleo estable hasta la jubilación».

No es casual que todas nuestras protagonis­tas sean mujeres. La presencia femenina es abrumadora, un 81% de los quincuagen­arios que opositan son mujeres. Juan Pedro es una excepción a ese porcentaje. Con 51 años es interino y lleva más de quince intentando conseguir plaza en Educación Primaria. «El sistema actual me deja en desventaja con el resto. No puedo dedicar tantas horas a estudiar. Deberían cambiar las exigencias a los interinos más longevos».

Este auge de los opositores de más de 50 años se debe también, consensúan todos, a que la empresa privada no les garantiza un futuro estable y son cada vez más los que apuestan por un empleo público en sus últimos años de vida laboral.

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