ABC (Andalucía)

Elogio de Il Cavaliere

Le preferimos de mariachi de mamachicho­s a salvador de la patria

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

NOS creíamos librados de Berlusconi, pero no. Ahora va de grapa en la coalición alegre del inminente Gobierno italiano. Y sonríe el éxito con la renovada dentadura de siempre. Tiene algo, su dentadura, de pulcra escolta. Berlusconi, como los grandes capos, sonríe más bien con la calva de implante, y no con la boca, y parece un tema italiano, pero es tema español, porque están en lo alto de su credo el vino y las minifaldas. A Berlusconi, si me paro, lo veo en algún Torrente, sólo que de cameo estelar, muy trajeado de rayos uva, diciendo eso de «a veces me miro al espejo y me parezco a Al Capone». Diríase la frase de obvio guionista, pero se atribuye al propio Silvio.

Tal y como anda de chusco el horizonte político, Berlusconi casi es un premio, porque va a poner lujuria de elocuencia y hasta elocuencia de lujuria a los desastres. Este tío ya se nos estaba quedando lejos. Antaño, fue cantautor de cruceros, ha grabado algún disco malo, y siempre se le vio venir como melómano de señoritas. Berlusconi ha reunido un fortunón, y ha madrugado mucho, incluso para ir a los Juzgados, donde ha sido un artista de dejarlo todo para el día siguiente. Así, hasta hoy, cuando Italia ya no está para fantasmada­s, y todo urge para el día de ayer. Iba a la Unión Europea como el último playboy. Entendió la ley para defenderse, y pudiera mirar la quiebra de su país, o de otro, desde un avión privado. Berlusconi no ha leído a Groucho Marx, pero entendió que el matrimonio es la principal causa de divorcio. Mientras Europa estaba en el susto inicial del coronaviru­s, él encontraba otra novia. El disco que perpetró se titulaba ‘El verdadero amor’, que no era la política, sino el cortejo. De sus artes de cortejo saben suficiente esas canciones, y la policía. No es Al Bano, y vende pocos discos, y no hace bolos, pero entre velinas ha cumplido mucha gira. Cruza un aire de sultán de crucero y un aire de bolerista de bingo. Siempre está volviendo a los tajos de los que en rigor nunca se ha ido. Pero le preferimos de mariachi de mamachicho­s a salvador de la patria.

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