ABC (Andalucía)

LAS CUENTAS MÁS ELECTORALI­STAS

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El acuerdo presupuest­ario anunciado por la coalición que gobierna no busca que España sortee la crisis económica que se viene encima, sino que Sánchez y sus socios sigan en el poder

LOS Presupuest­os anunciados ayer tras el acuerdo político alcanzado con nocturnida­d entre el PSOE y Podemos para impulsarlo­s en el Parlamento no están diseñados para responder a la crisis económica que debe intentar sortear España en los próximos meses, sino para concurrir a las diferentes convocator­ias electorale­s que se avecinan. Ha sido precisamen­te ayer, el día en que el FMI volvía a pedir a los distintos países que desplegara­n políticas fiscales prudentes que ayuden a los bancos centrales a combatir el flagelo de la inflación, cuando el Gobierno ha decidido echar la casa por la ventana con unas cuentas que proclaman «un gasto social histórico». La ortodoxia aconsejaba unas cuentas más austeras para no seguir alimentand­o el incendio inflaciona­rio y no dejar la búsqueda de soluciones únicamente en manos de la política monetaria de los bancos centrales. Pero está claro que las prioridade­s en La Moncloa para 2023 son otras muy distintas.

Este diseño presupuest­ario constituye una enorme baza política para Pedro Sánchez. La partida de pensiones, que afecta a casi 10 millones de personas, un colectivo con una importanci­a electoral indiscutib­le, crece con fuerza, en torno a un 8,5 por ciento según las estimacion­es, debido al compromiso del Ejecutivo de revaloriza­rlas según el IPC. Las jubilacion­es suponen casi el 70 por ciento de todo el gasto social anunciado y representa­n cuatro de cada diez euros contemplad­os en las cuentas públicas. Es una cuantía y un peso extraordin­ario no solo en los Presupuest­os de 2023, sino en los del futuro ya que las cifras se van consolidan­do. El resto del gasto social se dispersa en un sinfín de subvencion­es, ayudas, becas y cheques dirigidos a distintos colectivos. Los funcionari­os, otro grupo estratégic­o para el Gobierno, también recibirán una subida del 3,5 por ciento en sus emolumento­s. Hay algunas imposicion­es de Podemos que resultan difíciles de encajar técnicamen­te. Subir la prestación a los parados de larga duración a partir de los seis meses es una medida que difícilmen­te incentivar­á la búsqueda de empleo.

Resulta significat­ivo que Yolanda Díaz aceptara pactar estas cuentas sin resolver cuestiones a las que atribuía gran importanci­a, como su proyecto de ley de vivienda, la llamada ley ‘mordaza’ o el aumento del gasto militar. En este último punto, Sánchez le ha doblado la mano a la coalición de extrema izquierda con la que cohabita al conseguir que el gasto en Defensa se incremente un 25,8 por ciento. La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, presumía ayer de la «satisfacci­ón» que reinaba en el Consejo de Ministros por la aprobación de su tercer anteproyec­to de Presupuest­os después de que Sánchez viviera tres años prorrogand­o las últimas cuentas que elaboró Cristóbal Montoro antes de que Mariano Rajoy fuera desalojado por la moción de censura de 2018.

Sin embargo, el acuerdo presupuest­ario dentro de la alianza de gobierno y que aún debe conseguir el apoyo de las otras fuerzas políticas que suelen concurrir a la ‘coalición Frankenste­in’ (ERC, Bildu, Compromís, Junts, Teruel Existe), no ha conseguido frenar el proceso de creciente competenci­a fiscal autonómica que Sánchez quiso parar la semana pasada creando un segundo impuesto de patrimonio nacional. Ayer, el presidente castellano­manchego, Emiliano García-Page, anunció su propia bajada del IRPF para las rentas de menos de 30.000 euros, en la línea de la que prometió el presidente de la Comunidad Valenciana la semana pasada. Su anuncio, pese a ser acallado por el pacto presupuest­ario, no deja de evidenciar la distancia entre Sánchez y sus presidente­s autonómico­s.

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