El problema catalán
Sólo tienen que esperar, tener paciencia, que es darle tiempo para neutralizar a la derecha española
S Iel 5 de octubre de 2017 nos hubieran dicho que, cinco años después, la pelea en Cataluña continuaba no nos hubiera extrañado. Tras un referendo celebrado ante las mismas narices de las Fuerzas de Seguridad del Estado, su Parlament había declarado la independencia, retirada a los pocos minutos, ya que hay que ser precavido, mientras el personal lo celebraba de la forma más jubilosa posible► desde lanzar proclamas sobre la capota de un coche de la Policía a tener cercadas algunas comisarías, pasando por la humillación de obligar a los funcionarios que habían registrado la Consejería de Economía de la Generalitat a salir por la puerta trasera o a través de las terrazas vecinas. Todo muy espectacular, muy jubiloso, muy catalán, que como pueblo mediterráneo le gusta celebrar los acontecimientos a lo grande. Pero si les dijéramos que la pelea continúa, aunque los contendientes son ahora los dos principales partidos catalanes, o catalanistas, mejor dicho, ya que los hay que quieren seguir en España, aunque se les silencia en lo posible, las risas se tornarían lágrimas.
Pero lo que queda de la Convergència de Jordi Pujol, a quien parece que se le está perdonando la cárcel, no por menos culpa que sus seguidores, sino porque nadie quiere ver entre rejas a un nonagenario, y Esquerra Republicana continúan su pelea por el poder en Cataluña, sin querer darse cuenta de que la están arruinando, empequeñeciendo y aldeanizando, por no hablar de ensuciarla y desestabilizarla, sin importarles, pues viven de ello.
Han desaparecido los Maragall, los Roca, los Trías Fargas o de Bes, que al menos tenían sentido común, aunque no de Estado, sustituidos por quienes sólo piensan en su medro personal y son incapaces de diferenciar entre patriotismo, amor a la tierra que les vio nacer y nacionalismo, que es desprecio a los que no han tenido ese honor. Así les están saliendo las cosas, y de habérseles permitido seguir con su aventura, a estas horas estarían peleándose a puñetazos o a tiro limpio.
Pero nada de ello hubiera ocurrido si la parte española no hubiera participado, correspondiéndole buena parte de la culpa. Alguien que, si no les prometió, les dio a entender que iba a darles lo que le pedían, aunque no tenía poderes para ello► la independencia. Sólo tienen que esperar, tener paciencia, que es darle tiempo para neutralizar a la derecha española, causante de todos sus males desde la batalla del Guadalete al franquismo. Alguien capaz de unir a cuantos odian a España para odiarse a sí misma. De momento, lo ha conseguido en Cataluña. Nunca ha estado tan enfrentada a nivel no sólo político, sino también social y familiar. Es lo que nos espera bajo un encantador de serpientes.