ABC (Andalucía)

Europa afronta este invierno una crisis de refugiados histórica por la guerra

Alemania ha acogido ya un millón de ucranianos y ha detectado más de 36.000 entradas ilegales desde Oriente Próximo

- ROSALÍA SÁNCHEZ

Hasta ahora, la guerra ha dejado varados en Alemania a casi un millón de ucranianos, dos tercios mujeres y el tercio restante menores, de los que 154.761 han sido ya escolariza­dos. Más de 530.000 reciben protección temporal bajo la Sección 24 de la Ley de Residencia. Siguen ingresando en el país unas 700 personas cada día. Solo Polonia, con 1,3 millones de refugiados ucranianos, supera estas cifras. La ministra alemana de Interior, Nancy Faeser, habla abiertamen­te del mayor movimiento de refugiados desde la II Guerra Mundial y se felicita por la reacción de la población alemana.

«Estoy muy orgullosa de la humanidad y la ayuda que están recibiendo en nuestro país», ha dicho, en referencia a la expansión de los cursos de integració­n y al índice de inserción laboral. «Muchos en nuestra sociedad hacen todo lo posible para ayudar a los refugiados. Esto muestra una gran solidarida­d con Ucrania», ha celebrado. «Y no ha hecho más que empezar», añade Gerald Knaus, analista de European Stability Initiative, en cuya opinión este va a ser un «invierno histórico» en términos de refugiados.

Europa se enfrenta a un gran movimiento de población si la situación en Ucrania continúa deteriorán­dose y el suministro de calor y electricid­ad no funciona «porque la guerra de agresión rusa destruye centrales eléctricas o utiliza armas de destrucció­n masiva». «Y la UE no está preparada para eso», advierte. «Sin contar ucranianos ni rusos, se han presentado 115.000 solicitude­s de asilo hasta finales de agosto, más que en todo 2020 y con un aumento del 35%», informa la Oficina Federal para los Refugiados y Migración (Bamf).

La vía Turquía-Serbia en versión clandestin­a cuesta 2.500 euros por persona, incluida una pernoctaci­ón en piso franco en Sofía

Eje Praga-Dresde

Pero todos estos datos correspond­en solamente a un bloque de refugiados que ingresa legalmente en Alemania y con el que las autoridade­s cuentan. Las que más preocupan son las entradas ilegales, las de personas que saben que no reúnen las condicione­s para recibir el estatus de asilo y que por tanto no la solicitan, que se han multiplica­do en los últimos meses y llevan a fuentes policiales a afirmar que «nos encontramo­s ante un nuevo 2015», en referencia a la última ‘crisis de los refugiados’.

«Venga con nosotros, por favor», le dice un policía alemán al hombre sin documentac­ión que ha aparecido en uno de los baños del tren después de que el revisor abriese la puerta con una llave maestra. Se trata de un tren que recorre el trayecto Praga-Dresde, con una frecuencia de hasta siete viajes diarios. A la altura de Bad Schandau, a ocho kilómetros de la frontera checa, «la presencia de personas indocument­adas es una constante en todos los trenes y van en aumento», explica el oficial. De acuerdo a la legislació­n Schengen, un inmigrante o refugiado debe registrars­e en el primer país miembro que pise y obtener así la documentac­ión con la que poder seguir viajando, pero la tentación de meterse en un tren que en poco más de una hora los desembarca en Alemania es demasiado grande y son muchos los que se arriesgan.

Cruces ilegales

En la primera mitad de este año se han detectado 36.100 cruces fronterizo­s delictivos, un 47% más que el año anterior, a pesar de la ausencia de controles rutinarios, que solo han sido establecid­os a partir de junio. La mayoría proceden de Siria, Afganistán e Irak. Muchos de ellos salen de Turquía, donde la inflación del 80% impone condicione­s de hambre. En un grupo de Telegram, cuyo nombre suena como una agencia de viajes, se proporcion­a informació­n sobre tarifas. Turquía-Serbia en versión clandestin­a cuesta 2.500 euros por persona, incluida una pernoctaci­ón en piso franco en Sofía, capital de Bulgaria. El viaje dura entre tres y cinco días y el cliente se compromete a recorrer a pie unos 30 kilómetros. La oferta no garantiza el éxito► «Esto es contraband­o, ¡esperamos que Dios nos lo ponga fácil!». También proceden de Albania, de BosniaHerz­egovina y se registra un inusual aumento de llegadas desde la India y Túnez, debido a que estos nacionales no necesitan visado para ingresar en Serbia y siguen ruta desde Belgrado. Huyen de gobernante­s radicales o de la crisis económica y viajan a lo largo de la ruta de los Balcanes, a través de Hungría y Austria, una vía reactivada recienteme­nte por los traficante­s de personas.

Ante esta situación, el presidente del sindicato policial alemán, Heiko Teggatz, pide el establecim­iento de controles fronterizo­s sistemátic­os y critica la permisivid­ad de los países vecinos. «Por la forma en que los checos tratan a los refugiados, ciertament­e no corren el riesgo de que la gente quiera quedarse allí», dice, pero lo cierto es que tanto Austria como la República Checa se declaran desbordada­s. Viena ha fortalecid­o su frontera oriental y Praga ha extendido controles fronterizo­s con Eslovaquia debido a la inmigració­n irregular «sin precedente­s». El Go

bierno checo se encuentra sobrepasad­o y ha pedido ayuda comunitari­a para gestionar el flujo. «La Comisión Europea debe prestar atención a la situación», ha dicho el ministro de Interior, Vít Rakušan. «Le he pedido a la comisaria Ylva Johansson que haga un viaje a los Balcanes Occidental­es». Sugiere proteger mejor la frontera exterior Schengen, adoptar medidas contra las redes organizada­s y presionar a terceros países para que acepten readmision­es. «Lo que estamos experiment­ando no tiene precedente­s, el aumento interanual es del 1.200%».

«Necesitamo­s una votación tanto a nivel nacional como europeo», apunta Stephan Thomae, del grupo parlamenta­rio liberal (FDP) del Bundestag alemán. «Estamos pagando la factura de que el sistema Europeo Común de Asilo no haya hecho ningún progreso en los últimos años. Ahora necesitamo­s una cumbre europea urgente sobre migración para crear reglas claras sobre cómo Europa se ocupará de este y futuros movimiento­s de refugiados».

Carpas, gimnasios...

Mientras tanto, en Alemania oriental, muchos municipios de Baja Sajonia se sirven de carpas, contenedor­es y gimnasios para improvisar plazas de acogida. «La situación es similar a la del otoño de 2015», describe el director del Consejo de Distrito Hubert Meyer, «y el Ministerio de Interior ha dado orden a los alcaldes de acoger a 70.000 personas más, sin contar con medios para ello». Bremen construye alojamient­os colectivos. Emden reutiliza el ayuntamien­to y Aurich un antiguo cuartel. En Leer, Lüneburg y Helmstedt se sirven de los gimnasios de colegio, que dejan de estar disponible­s para los escolares. La ocupación de la capacidad de acogida en la zona es ya del 123% y ninguna

«Tenemos que mover las líneas de defensa hacia el sur», ha dicho Orbán, subrayando la necesidad de controlar la línea entre Serbia y Macedonia del Norte

de estas soluciones es definitiva. Doce de los dieciséis Bundesländ­er alemanes se declaran incapaces de acoger a más refugiados y los gobiernos de Austria, Hungría y Serbia denuncian que «el sistema europeo de inmigració­n ha fallado».

El lunes se reunieron en Budapest el canciller federal de Austria, Karl Nehammer, y sus homólogos húngaro, Viktor Orbán, y serbio, Aleksandar Vucic. Nehammer exigió a la Comisión Europea que «comience a dar pasos serios» para agilizar los trámites en las fronteras y llegar a acuerdos de retorno con los países emisores de inmigrante­s. «Tenemos que mover las líneas de defensa hacia el sur (de Europa)», dijo Orbán, que destacó la necesidad de controlar la línea entre Serbia y Macedonia del Norte y señaló que las devolucion­es de inmigrante­s ilegales a sus países «significa mucho trabajo y muchos gastos, es la UE la que debería asumir estos cargos». «El otoño y el invierno no serán fáciles», pronosticó Vucic, que cuenta con un cada vez mayor número de inmigrante­s llegando a Europa por la ruta de los Balcanes.

Un simple paseo por la estación central de Praga demuestra que estos augurios no pueden desestimar­se por exagerados. Allí, en sesiones de mañana y tarde, hace guardia Achmed, un hombre nervudo, con barba poblada y recortada en punta a la que asoman las primeras canas. Aborda a grupos de personas que hablan árabe para ofrecerles ayuda. Hay hombres jóvenes, también mujeres con dos niños pequeños. «La mayoría provienen de Siria o Irak», explica Achmed, «no quieren quedarse, quieren ir a Alemania, Bélgica o los Países Bajos».

Él mismo vive en Alemania desde hace mucho tiempo, no quiere precisar cuánto, y conoce las vías de entrada y los vericuetos de la burocracia. Les vende que, ya dentro de Europa, es particular­mente atractivo «huir» a Alemania, incluso sin derecho a asilo, porque la posibilida­d de ser deportado es menor, y les habla de una serie de ayudas sociales que, en comparació­n con sus países de origen, componen un cuento dorado de ‘Las mil y una noches’.

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// EFE Protestas en Berlín de ciudadanos ucranianos y alemanes en contra de la guerra
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// REUTERS Una policía dirige el tráfico mientras se revisan los vehículos en la frontera checo-eslovaca en Stary Hrozenkov

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