Josefina Altés, la ‘banquera’ del tiempo
Activista cultural, hace varias décadas empezó a organizar estos sistemas de trueque vecinales cuando nadie sabía aún qué eran
Es como el desaparecido Emilio Botín, solo que sus balances se cuentan en una divisa diferente► minutos y segundos, en lugar de euros y dólares. Tampoco tiene casoplones por medio mundo, sino que vive en un pisito en Gracia (Barcelona). Ahora bien, durante más de dos décadas, Josefina Altés ha amasado una enorme fortuna► estamos ante toda una magnate del tiempo bien aprovechado y dedicado a los demás. En eso, no hay petrodólar que le haga sombra.
Hoy jubilada pero siempre hiperactiva, Altés empezó organizando bancos del tiempo a finales del siglo pasado. «No teníamos nada más que teléfonos fijos y fichas de cartón donde anotábamos quién podía ofrecer qué► las radios y los diarios locales eran las únicas herramientas con las que podíamos difundir los proyectos», me cuenta. Ahora hay grupos de Whatsapp, redes sociales, organizar cooperativas ya no parece algo de otro planeta y cualquiera puede animarse a montar un banco del tiempo para intercambiar tiempo y habilidades con vecinos► tú me enseñas inglés, yo te cuelgo esa estantería.
Lo que empezó siendo un simple sistema de trueques ha acabado consolidándose como una herramienta de impulso y transformación social► «Es una forma de relacionarse, y de hacer formación continua, no reglada, pero formación al fin y al cabo, porque mantenemos la transmisión oral de sabiduría que no sale en los libros». Pone ejemplos a mansalva, pero llama especialmente la atención el curso de Economía Doméstica que organizaron en el barrio de Bon Pastor (Barcelona). Las personas mayores que habían pasado la guerra y la posguerra, acostumbradas a exprimir cada peseta, ayudaban a los más jóvenes a optimizar sus recursos. Recogieron tiques de compra durante semanas, los analizaron entre todos y acabaron organizando compras conjuntas► a las personas que viven solas no les ayudan las ofertas 2 por 1 de algunos supermercados, pero si comparten el carrito con otro solitario, los costes bajan.
Ahora bien, para negociar con tiempo, hay que disponer de él. De ahí que Altés también se acabara involucrando en iniciativas relacionadas con la conciliación y la reforma horaria. A finales de octubre, participará en la ‘Time Use Week’ de Barcelona, que analizará el uso que hacemos del tiempo. El 3 de noviembre, la Asociación Iberoamericana de los Bancos de Tiempo que preside su colega Julio Gisbert acoge en Madrid (Medialab Matadero) unas jornadas internacionales con expertos que reflexionarán sobre el tiempo y su relación con las desigualdades, la salud, la sostenibilidad… ¿El reto más importante? Impulsar una reforma que nos permita a todos disponer de más tiempo libre, y convencer a los empresarios de que eso no implica pérdidas para ellos. La pandemia ha ayudado al convertir en habituales conceptos como el teletrabajo, pero queda mucho por hacer.
A Altés siempre le ha cundido bien el tiempo. Compaginándolo con su vida laboral, presidió una de las grandes entidades corales de Barcelona, el Orfeó Gracienc, mientras hacía programas de radio, bailaba en el ‘esbart’, escribía obras de teatro y quién sabe cuántas cosas más. «Yo no tengo titulación universitaria, así que cuando me preguntan si vengo de la rama de la psicología o de la sociología, respondo que vengo de la calle, de implicarme en entidades de barrio».*
Modo analógico Antes de las redes sociales, anotaban lo que podía ofrecer cada vecino en un cartón y lo difundían en medios locales