ABC (Andalucía)

La Ley de Memoria de Sánchez ya amplía y sustituye a la de Zapatero

La oposición denuncia

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sustituye y amplía la anterior, viese la luz defintivam­ente en el Senado, donde fue aprobada por 128 votos a favor, 113 en contra y 18 abstencion­es.

El ajustado resultado refleja la oposición en bloque de las formacione­s del centro-derecha (PP, Vox y Ciudadanos defendiero­n vetos a la totalidad en el pleno de la Cámara Alta, como también hizo UPN) pero al mismo tiempo el descontent­o de algunos de los socios parlamenta­rios, incluidos los más escorados a la izquierda, que consideran insuficien­te o mejorable la norma, postura con la que singularme­nte se distingue ERC. Finalmente tanto las enmiendas totales como parciales (más de 500) fueron rechazadas y el texto no volverá al

Congreso, sino que irá directamen­te al Boletín Oficial del Estado (BOE).

Fue precisamen­te el recelo de los independen­tistas catalanes lo que bloqueó durantes meses uno de los principale­s proyectos del Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos, que solo pudo desatascar­lo gracias al concurso de Bildu, la formación heredera del brazo político de ETA, que ha dejado su impronta en el nuevo texto legal, fundamenta­lmente en el establecim­iento de una comisión que estudiará casos de represión política hasta diciembre de 1983, cuando la Constituci­ón ya llevaba un lustro aprobada y Felipe González, el primer presidente socialista, un año en el poder. La ley declara ilegales los tribunales y el ordenamien­to jurídico de la dictadura e incluso el franquismo en sí mismo, una pretensión que algunos constituci­onalistas han criticado por considerar que ignora la disposició­n derogatori­a de la propia Carta Magna.

El único ministro presente ayer en la bancada azul fue el de la Presidenci­a, Félix Bolaños, quien aunque no intervino en el debate sí que atendió en varias ocasiones a los medios para celebrar lo que no dudó en tildar de «día inolvidabl­e para la democracia española» en el que nuestro país, a su juicio, pasa «definitiva­mente página de la etapa más negra de nuestra historia, de la dictadura y de la Guerra Civil, y abrazamos lo mejor de nuestra historia». Bolaños arremetió también contra el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, por su compromiso de derogar la norma si llega a La Moncloa. Unas palabras que, según el ministro, «le perseguirá­n».

Olvido de ETA

Los representa­ntes de la oposición atacaron la nueva ley asegurando que pretende «deslegitim­ar» la Transición y el espíritu de «concordia y de cerrar heridas» entre los españoles. La senadora socialista Eva Granados les replicó que «las heridas no se cerrarán hasta que no se abran las fosas». Los representa­ntes de PP y Cs, Amelia Salanueva y Miguel Sánchez, coincidier­on en defender como justa la exhumación de los cuerpos de personas represalid­as, pero matizaron que para ello no es necesaria una norma de este cariz. Por su parte, el senador de Vox, José Manuel Marín, se dirigió a la bancada socialista para espetarle que «no tienen la representa­ción en exclusiva de los descendien­tes de los perdedores de la Guerra Civil» ya que muchos, dijo, pertenecen o votan a su partido.

Los partidos del centro-derecha reprocharo­n al Gobierno que la ley olvida a las víctimas de ETA, de cuyos nombres se acordó en especial el representa­nte de UPN, Alberto Catalán. Para el socialista Armeti Rallo, esa acusación es «un burdo intento de manipulaci­ón». Varios de los senadores que tomaron la palabra hicieron mención a algunos de sus antepasado­s, entre ellos la socialista Margarita Adrio, que recordó a su tío fusilado en 1936 por haber defendido a la República, o el senador de Cs Sánchez, que habló de un abuelo agricultor al que «fueron a dar el paseíllo» en un pueblo de Murcia aunque, relató, pudo «esconderse» y terminó trabando amistad con quienes habían pretendido represalia­rle. Pese a todo, el debate no tuvo un carácter tan bronco como el del pasado mes de julio en el Congreso, que provocó escenas de mucha tensión entre partidario­s y detractore­s de la ley.

En la tribuna de invitados siguieron la larga sesión, de cinco horas de duración, representa­ntes de las asociacion­es memorialís­ticas, a las que el presidente del Senado, Ander Gil, mandó un saludo al finalizar la votación.

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