Narciso por decreto
LA relación de Pedro Sánchez con su ego desmedido debería estudiarse en los tratados de psicología, sección trastornos severos, pues a estas alturas ya debe haber entrado en el terreno del llamado ‘síndrome de Hubris’, que desde la Grecia clásica marca esa barrera que cuando se supera conduce directamente a la arrogancia multidisciplinar, de tal forma que bien de palabra o de obra nos hallamos ante un Narciso de manual, siendo muy complicado encontrar en el hemisferio norte un político tan enamorado de sí mismo como Sánchez. El tratamiento para mantener semejante nivel de petulancia y autopresunción exige cierta disciplina y servidumbre mundanas (baño, masaje y perfumeo diarios), una entrega total a su imagen para que Sánchez, que tiene Twitter trufado de ‘bots’ que adulan su «extraordinaria belleza», siga enamorándose de sí mismo cuando acuda al reflejo del agua del río. Hablamos, sí, de quien se definió en una autobiografía como «Pedro el guapo», con eso está dicho casi todo.
Pero no todo, porque cuatro años después del libro sigue en la tarea, disciplinado en su jactancia a la hora de intentar salir permanentemente como un apuesto matasiete, un lujo para los españoles del siglo XXI. De ahí el insólito documental promovido desde La Moncloa que ha de convertirse en una égloga del sanchismo en formato audiovisual, a estrenar en un año cuajado de elecciones y de subvenciones, pagas, paguillas, subsididos, subidas de las pensiones y del sueldo a los funcionarios, cheques maternales y lo que haga falta. Imaginen la zapatiesta de indignación que montaría la progresía ibérica si a Rajoy se le ocurre promover un panegírico similar lanzando aleluyas de su paso por La Moncloa, aunque fuera leyendo el ‘Marca’; o si la productora encargada del documental (que tiene por título provisional ‘Las cuatro estaciones’) hubiese recibido más de veinte millones de euros en créditos del ICO en los años previos a firmar el convenio con Bolaños, que es quien le lleva estas cosas a Sánchez ‘en palacio’. Alega la dirección del proyecto que «queríamos darles eco a los 2.700 empleados que se dejan la piel cada día por conducir la democracia. Sánchez es uno más». Curiosamente, es este último el que ocupa hegemónicamente el metraje de la cinta, que hasta sus padres aparecen por allí sin que se tenga constancia de que sean empleados de La Moncloa.
Llegará el documental (dos capítulos) en vísperas de las municipales y autonómicas, con las urnas casi puestas allá por la primavera. Entre tanto, de la glorificación del césar se ocupará RTVE después de que, de nuevo por decreto y otra vez gracias al ‘dinámico’ Bolaños, La Moncloa haya impuesto a una presidenta con plenos poderes echando a empujones de Prado del Rey al elegido por el Congreso. La ocupación de las instituciones y organismos avanza a ritmo sostenido. La tele pública, el CIS, el CNI, el INE, el CGPJ, la Abogacía del Estado, la Fiscalía («pues ya está»), el TC, la Comisión de Competencia, la CNMV, el Consejo de Transparencia, hasta Indra si se tercia... Todos, por decreto, al servicio de Narciso. Casi un régimen.
Llegará el documental panegírico de Sánchez en vísperas de las urnas de primavera; entre tanto, parece que del baño, masaje y perfumeo al césar se ocupará, con dinero público, RTVE