«EL PERSONAL MÉDICO EN UCRANIA ES UN MILITAR MÁS»
Mientras el primer tren medicalizado de Médicos sin Fronteras sorteaba el fango la pasada primavera, la doctora mexicana Guadalupe García Noria compaginaba su especialidad en Urgencias con la coordinación de actividades médicas en los vagones. «Valorábamos a los heridos, si había que hacerles ajustes en los tratamientos, incluso detenernos en una estación y dejarlos por su estado en un hospital de camino. También había que parar y coger a otros pacientes en ocasiones». Lo ha hecho durante varios de los trayectos.
Al enrolarse en su «primera misión» con Médicos sin Fronteras en 2017, sus padres no pegaron ojo en México D.F. «¿Por qué te vas si es peligroso? Es la pregunta que más te hacen», comenta a este diario. A la terceracuarta misión, «se fueron acostumbrando, aunque están igualmente preocupados o más», sobre todo cuando alguien les chivó que el destino de sus postreros desplazamientos era el país en contienda bélica con Rusia que se halla a las puertas de Europa.
Ver lo cerca que está la guerra de países hermanos como España impacta, reconoce, pero los profesionales que asisten en los convoyes medicalizados de la organización solo van pensando en una cosa: sanar. «En las misiones uno aprende a conocerse a sí mismo, también dónde y cuándo tiene miedo. En todo momento sabíamos de los riesgos potenciales de esta operación en Ucrania, pero mi experiencia en el tren es muy motivadora y de un gran aprendizaje». Su primera intervención fue en el viaje ‘inaugural’ del 31 de marzo, que se prolongó 48 horas entre Pokrovsk y Leópolis.
El episodio más «gratificante» que recuerda la doctora está protagonizado por una anciana, rescatada de una emboscada rusa en su patio, y que sufría