ABC (Andalucía)

∑Solo unos generadore­s de emergencia suministra­n electricid­ad para mantener frío el combustibl­e nuclear

Con varios trabajador­es de la central que temen otro Chernóbil en su país

- MIKEL AYESTARAN

La amenaza nuclear sobrevuela la guerra de Ucrania y tiene una doble cara. Por un lado, está la posibilida­d del uso de armamento atómico, por otro un desastre en algunas de las plantas nucleares situadas en zonas de conflicto como la de Zaporiyia, la central más grande de Europa. Los rusos ocupan esta instalació­n desde los primeros días de la invasión y en las últimas horas los combates en sus inmediacio­nes han hecho que se corte el suministro eléctrico. A pesar de que los seis reactores están apagados desde el 11 de septiembre necesitan un suministro constante de electricid­ad para mantener fresco el combustibl­e nuclear en el interior y evitar desastres. Ahora se mantienen gracias a los generadore­s de emergencia, según confirmaro­n la compañía nuclear estatal de Ucrania, Energoatom, y la Agencia Internacio­nal de Energía Atómica (AIEA).

Iván sigue muy de cerca todo lo que ocurre en la que llama «mi planta» desde la ciudad de Zaporiyia, situada a apenas cien kilómetros y donde reside de forma temporal como miles y miles de desplazado­s del frente sur del país. Allí trabajó desde 2017 como parte del equipo especial de mantenimie­nto eléctrico. Con la llegada de los rusos fue uno de los cientos de trabajador­es que se manifestar­on de forma pacífica para pedirles que retiraran al Ejército de la central y en junio decidió escapar porque los rusos comenzaron a detener a quienes se habían movilizado. «Pasé cuatro meses acudiendo cada día al trabajo en una central rodeada por militares enemigos. No teníamos apenas contacto con ellos y dentro de las instalacio­nes solo hay un grupo de ingenieros de alto nivel llegados de Moscú, el resto del personal que hace posible que eso funcione es ucraniano», afirma muy serio Iván.

En la planta de Zaporiyia trabajaban antes de la guerra unas 10.000 personas, pero muchas de ellas han tenido que escapar tras la ocupación. A las puertas de la central está Energodar, el pueblo que se creó a finales de los años setenta para alojar al personal de la planta, una estrategia habitual en la antigua Unión Soviética. Energoatom sigue pagando los salarios a los trabajador­es, pese a que Vladímir Putin ha ordenado tomar el control de estas instalacio­nes como parte de su decreto de anexión de esta región del sur de Ucrania. «No sabemos qué pasará ahora, quién pagará los salarios… y mucho menos sabemos lo que pasa por la cabeza de Putin, por eso la situación es peligrosa. Esperemos que alguien le recuerde lo sucedido en Chernóbil», opina Iván.

La lección de Chernóbil

A pocos metros del piso que tiene alquilado Iván a las afueras de Zaporiya reside Irina. Ella trabajó una década como enlace el Ministerio de Emergencia­s y se dio más prisa que su compañero a la hora de escapar porque «desde 2014 formo parte de los grupos de voluntario­s que ayudan al Ejército, tarde o temprano me iban a localizar y apresar como ya ocurrió con otros en la misma situación». Aunque la central no produzca energía, Irina alerta del riesgo que supone tenerla desconecta­da de la red eléctrica, pero considera que «Rusia está tensando la cuerda de cara a una futura negociació­n. Es imposible predecir el plan de Putin, pero no es idiota y vivió Chernóbil. Yo me inclino más a que use un arma atómica para dar muestra de poder, en este caso sí pienso que hay un 50 por ciento de posibilida­des de que lo haga, pero no quiero ni plantearme un posible desastre en Zaporiyia», según Irina.

Irina, como Iván, tiene un ojo en la planta y el otro en la explosión ocurrida

El objetivo del OIEA es crear una zona de seguridad en torno a la planta nuclear con el acuerdo de Moscú y Kiev

Muchos empleados y sus familiares permanecen en el pueblo de Energodar, al lado de la central, que fue creado para alojarlos

en el puente de Kerch. No puede ocultar su alegría, pero sabe que «esto no sentará bien a Rusia y responderá de alguna forma, hay que estar preparados para todo». Entre las noticias que difunden los canales de Telegram ucranianos, la gran herramient­a que emplean los ciudadanos para informarse, también figura el descubrimi­ento de doscientos cuerpos en fosas comunes en la recién liberada ciudad de Limán, en la región de Donestk, según reveló el gobernador militar Pavlo Kyrylenko. Limán se suma a Bucha en la lista negra de ciudades con fosas comunes durante la ocupación enemiga.

Relevo en el OIEA

Los generadore­s de emergencia tienen combustibl­e diésel para diez días, según los ucranianos. El OIEA contaba con dos expertos en la planta desde septiembre y su director, Mariano Grossi, confirmó a través de Twitter que se ha completado una primera rotación y han llegado cuatro nuevos inspectore­s «expertos en seguridad y control para seguir con esta misión indispensa­ble». El objetivo del organismo internacio­nal es crear una zona de protección en torno a las instalacio­nes y este es el tema clave que espera acordar Grossi con Moscú y Kiev, pero que hasta el momento no ha tenido éxito.

Los empleados de la central que permanecen en la ciudad de Zaporiyia miran al horizonte intentando divisar Energodar, donde muchos de sus familiares se han quedado. El reencuentr­o deberá esperar al final de la ocupación.

 ?? // AFP ?? Un soldado ruso vigila las instalacio­nes de la central
// AFP Un soldado ruso vigila las instalacio­nes de la central
 ?? // M. A. ?? Iván, trabajador de Zaporiyia
// M. A. Iván, trabajador de Zaporiyia

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain