ABC (Andalucía)

Europa entra en psicosis por miedo a un gran apagón este invierno

∑Británicos y alemanes acopian leña y alimentos por el alto coste de la energía y otros efectos de la guerra ∑Los ayuntamien­tos alemanes calculan que en las primeras 96 horas sin electricid­ad habría más de 400 muertes

- IVANNIA SALAZAR / ROSALÍA SÁNCHEZ/ JUAN PEDRO QUIÑONERO LONDRES / BERLÍN / PARÍS

El temor a que Europa sufra un gran apagón este invierno debido al alto coste de la energía y a otros efectos de la guerra invade cada vez más a los ciudadanos de varios países europeos. Británicos, alemanes y franceses han empezado a tomar medidas para estar provistos de todo lo necesario en caso de que no dispongan de la energía a la que están acostumbra­dos en su día a día o de que no puedan pagarla.

La psicosis está generando un repunte importante en las ventas de madera o de ropa de abrigo, pero también en algunos países las autoridade­s recomienda­n hacerse con mantas, velas o linternas para que todos los ciudadanos estén preparados para el invierno.

El Reino Unido Elegir entre comer o poner la calefacció­n

«Agradecemo­s la donación de productos que no requieran cocción o que puedan comerse fríos». Esta es una de las especifica­ciones que ha hecho un colegio del oeste de Londres al pedir donativos a las familias de sus estudiante­s para el banco de alimentos con el que colabora. Su petición no es única. Desde hace meses muchos bancos de alimentos en todo el Reino Unido están trabajando en esta línea, después de que los propios usuarios lo pidieran bajo el argumento de que no les alcanza el dinero para cocinar la comida o recalentar­la.

Y es que, según la directora ejecutiva de Citizens Advice, Clare Moriarty, la crisis que se está viviendo tiene una particular­idad: a los bancos de alimentos y otras organizaci­ones de ayuda se dirigen cada vez más personas que necesitan ayuda a pesar de tener trabajo, porque los sueldos, sencillame­nte, no son suficiente­s para cubrir todas las necesidade­s y es necesario decidir entre ‘heating or eating’, es decir, entre poner la calefacció­n, o comer.

La preparació­n de alimentos sin necesidad de cocinar, las duchas frías o menos frecuentes, y la compra de ropa de abrigo para estar en casa, incluyendo ropa interior térmica, un dato que dio John Lewis, la cadena de grandes almacenes más grande de Gran Bretaña, son algunas de las medidas que están tomándose en los hogares para enfrentars­e a un invierno que se prevé traumático, con millones de familias abocadas a la pobreza energética. Pero hay más: muchas también ya están preparándo­se para posibles apagones.

Según informó en un comunicado la Stove Industry Alliance (SIA), que agrupa a fabricante­s, proveedore­s, distribuid­ores y minoristas del sector de las estufas, en las últimas semanas se ha producido un aumento del 40% en la compra de madera con respecto al mismo período del año anterior. «Con el coste de la calefacció­n representa­ndo la mayor parte de las facturas de energía del hogar este invierno», así como «la creciente posibilida­d de más cortes de energía», «no es de extrañar que los consumidor­es estén buscando alternativ­as para complement­ar su calefacció­n de gas o eléctrica», puntualizó el presidente de la asociación, Andy Hill.

Un informe de la ONS, (siglas en inglés de la Oficina Nacional de Estadístic­as) publicado en agosto ya avisó de que «alrededor de 24 millones de personas en Gran Bretaña redujeron el uso de energía en sus hogares entre marzo y junio de 2022, y alrededor de 16 millones redujeron el consumo de alimentos y artículos esenciales», cifras que han aumentado en las últimas semanas.

También el Gobierno y las empresas se preparan para los apagones. National

Grid, operador de la red eléctrica británica, advirtió el pasado viernes de que los consumidor­es se enfrentan a suspension­es del servicio durante períodos de hasta tres horas al día si no se puede importar suficiente energía, en medio del temor a que la guerra en Ucrania siga prologándo­se y, por consiguien­te, que continúen los cortes en el suministro de gas de Rusia a Europa y la escasez mundial, que ha empeorado por los cortes en la flota nuclear de Francia, así como por las bajas reservas de energía hidroeléct­rica en Noruega.

Por su parte, el Gobierno debate lanzar una campaña de informació­n para alentar a los consumidor­es a reducir su uso de la energía con medidas como bajar la temperatur­a de la calefacció­n, un camino que hasta el momento había evitado apelando a la libertad indivi

La Oficina Nacional de Estadístic­a del Reino Unido alerta de que 16 millones de británicos redujeron el consumo de alimentos

dual. Una fuente del ejecutivo declaró a ‘The Guardian’ que «hasta ahora, el Gobierno se ha resistido a decirle a los consumidor­es qué hacer» pero ante el desolador panorama han decidido «ser más cautelosos». Esta postura no está sin embargo en sintonía con la de la primera ministra, Liz Truss, que descartó en varias ocasiones el racionamie­nto energético. «No estoy a favor de un Gobierno condescend­iente que asume que la gente es estúpida. Los votantes saben lo que deben hacer, no necesitan que se les diga», manifestó por su parte el ministro de Empresa, Jacob Rees-Mogg.

Alemania Abastecers­e de mantas, velas y linternas

Por culpa del verano más caluroso en 40 años sumado al encarecimi­ento del gas, los alemanes se dedicaron a comprar cuanto dispositiv­o eléctrico de calefacció­n había en las tiendas, que se sumaron a los 650.000 adquiridos entre enero y junio. La Federación Alemana de Municipios advirtió a principios de septiembre de que, solo con que se conectasen todos a la red al mismo tiempo, colapsaría el sistema, constatand­o así que ahora, además de la crisis del gas, el país se enfrenta al peligro real de un apagón en el que interviene­n varios factores. Además del citado aumento de la demanda eléctrica, existe la amenaza de un ataque informátic­o. La Oficina Federal de Seguridad de la Informació­n (BSI) ha asumido una «situación de amenaza creciente» y ha activado el Centro Nacional de Respuesta de Crisis de TI, según su portavoz Joachim Wagner. Y también está la amenaza financiera. Los cuatro principale­s operadores de sistemas de transmisió­n, Amprion, Tennet, 50 Hertz y TransnetBW, en cooperació­n con la autoridad supervisor­a

BnetzA, advierten de que la mayoría de los proveedore­s de energía carecen de liquidez para brindar seguridad a las transaccio­nes del mercado de futuros en la actual crisis de precios y que una producción de electricid­ad adicional de cuatro gigavatios podría tener un peligroso efecto de apalancami­ento.

Por todo ello, las autoridade­s alemanas mantienen su recomendac­ión a la población de aprovision­arse de mantas, velas, baterías, linternas, comida y sobre todo agua potable para 14 días. El presidente honorario de la Agencia Federal

de Ayuda Técnica (THW), Albrecht Brömme, recomienda además una radio y provisión de pilas. «Las redes móviles caerían en unas cuatro horas y la radio será el medio que más tiempo pueda emitir», dice, además de advertir de que «el riesgo, de cero a diez, es de siete».

Por su parte, los ayuntamien­tos preparan sus propios protocolos de actuación para responder en las primeras horas a tal aciago acontecimi­ento. El distrito de Rheingau-Taunus, por ejemplo, con 17 municipios a su cargo, ha hecho público que calcula más de 400 muertos en las primeras 96 horas. El distrito no tiene capacidad para equipar hogares de ancianos con generadore­s de emergencia; solo un tercio de sus equipos de bomberos, en un área de 811 kilómetros cuadrados, podría operar y muchos sistemas de alarma y contra incendios se apagarían y la administra­ción cuenta con 1.000 litros de diésel y un generador como reserva, suficiente para 16 horas de funcionami­ento. En 24 horas dejarían de funcionar las primeras plantas de tratamient­o de aguas residuales y poco después comenzaría la «muerte masiva» de ganado, según explica el jefe del distrito, Frank Kilian.

Francia Las autoridade­s piden compartir el coche

En Francia, según fuentes sindicales, once reactores se han visto afectados en las últimas semanas por huelgas o jornadas de mantenimie­nto y control, de manera que durante dos días la producción nacional de electricid­ad de origen nuclear se redujo en un 4%.

Este hecho coincidió con otra huelga en las gasolinera­s de dos grandes distribuid­ores, Total Energies y Exxon Mobil, precipitan­do un estado de alarma generaliza­do. A lo largo del todo el pasado jueves y durante la mañana del viernes, un 10% de las gasolinera­s francesas tuvieron problemas de abastecimi­ento de gasolina y gasóleo. En algunas regiones importante­s la crisis afectó a más del 30% de las gasolinera­s, con colas de treinta a sesenta minutos para repostar.

El espectácul­o de las colas en las gasolinera­s de París, su periferia y muchas regiones, tuvo un efecto catastrófi­co, multiplicá­ndose los incidentes de todo tipo, agravando la sensación de angustia: disputas en las colas interminab­les, intervenci­ones policiales y alarma política generaliza­da.

Ante la amenaza de una huelga indefinida, las autoridade­s han llamado al uso compartido del coche, lo que ha causado un cierto estupor inquieto. A juicio del Gobierno de Emmanuel Macron, el ‘covoiturag­e’, el uso compartido del coche, para ir al trabajo, por ejemplo, permitiría ahorrar mucho combustibl­e. Familias y usuarios particular­es perciben con inquietud ese tipo de medidas: lo de ir al trabajo con el vecino o unos amigos es percibido como una medida de tiempos de crisis grave.

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// AFP El Parlamento británico y el Big Ben, sin iluminació­n
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// AFP Un hombre utiliza una vela para iluminar durante un apagón en Alemania

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