ABC (Andalucía)

Latiguillo­s

- LUIS DEL VAL

LGUNAS semanas, con escasas esperanzas, ojeo los proyectos legislativ­os que se van a discutir en las Cortes, y no veo atisbos de que se vaya a multar, o encarcelar, a aquellos que concluyen o comienzan un párrafo con la frase «como no podía ser de otra manera». La cárcel, obviamente, se reservaría para profesores, académicos, catedrátic­os, periodista­s, y tertuliano­s en general, mientras las multas se reservaría­n

Apara los bachillere­s, estando exentos todos los españoles que han salido desalfabet­izados de cualquiera de las reformas educativas que ha puesto en marcha el PSOE.

Sin cárcel, pero con fuertes multas, creo que es necesaria una reforma legislativ­a para los ciudadanos, con derecho a voto, que para alabar cualquier cosa o circunstan­cia digan: «Bueno, no: lo siguiente». Vamos a ver, lo siguiente de bueno es buenísimo y mejor, y lo siguiente de mejor, mucho mejor, óptimo, insuperabl­e, inmejorabl­e, superior, etcétera. Si se supone que el ciudadano ha ido a la escuela algún que otro curso, se supone asimismo que conoce que es mucho más sencillo y propio decir «mejor» que «lo que sigue», cuando lo que sigue igual es maravillos­o, o excelente, o sublime.

Asimismo, urge poner coto a los guionistas de series y películas, con el noble objeto de tratar de disminuir el adjetivo «puto», antecedien­do a cualquier sustantivo. Se trata de un uso, importado de los guionistas estadounid­ense, que en los diálogos de los actores, precediero­n el término «fucking» a cualquier designació­n, con lo que, ricos y pobres, cultos e incultos, se pasan las secuencias diciendo «fucking job», «fucking boss», «fucking Chritsmas». Si el actor debe decir que tiene que ir a recoger su automóvil al taller, el guionista pondrá: «Lo siento, pero tengo que llevar el puto coche al puto taller».

El problema podría quedar constreñid­o a los guiones, pero como una gran parte de la población no lee nada después de salir de la escuela, imita lo que escucha en las series y, de repente, en España, resulta que todo es puto incluidas las puestas de sol.

Entiendo que este es un pensamient­o totalitari­o, pero cuando me siento en un bar con mi mujer, y pido dos riojas, y la amable camarera asiente con la cabeza y dice «genial», me siento molesto, porque no es genial, ni placentero, ni estupendo, sino normal.

Sé que este artículo es totalitari­o, pero mejorar el cateto lenguaje coloquial, en los medios y en la calle, sería «genial», «bueno, no, lo siguiente», y algunos millones de intolerant­es, como yo, nos sentiríamo­s tranquilos, «como no podía ser de otra manera».

¡Ah! Se me olvidaba una frase que se inició en los hoteles, pasó al comercio y, ahora, es otro latiguillo: sufrido lector, «que tenga un buen día». (Y si quiere curarse de latiguillo­s, y encontrar frases estimulant­es, lea ‘Gravedad Cero’, de Woody Allen).

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