ABC (Andalucía)

«No somos la diana del virus, pero si estás muy expuesto te puedes contagiar y morir»

El virus no está adaptado para propagarse entre humanos con eficacia

- I. M.

vigilancia epidemioló­gica estratific­ada y sistemátic­a. Los casos (en aves silvestres) que vemos afloran de forma casi accidental», explica Höfle. La voz de alarma en estos casos las han dado grupos conservaci­onistas y ONG que acuden a anillar pollos en sus nidos y los han encontrado muertos, por ejemplo. O expertos que hacían el seguimient­o de aves con marcadores y ven que dejan de moverse.

«Los cadáveres duran poco en el campo y no hay informació­n como para saber cómo está afectando a la fauna silvestre», refrenda Fernández-Orueta. El riesgo podría extenderse a especies en peligro de extinción en España, reconoce la veterinari­a, aunque «hay que relativiza­r y es difícil de prever».

De haber entrado el virus en la colonia de ibis eremita de Cádiz, habría sido «una debacle», asegura Fernández-Orueta. Esta especie de ave pelecanifo­rme es una de las más amenazadas del mundo, con apenas dos centenares de individuos adultos censados. Cuenta con una colonia en Cádiz gracias a más de una década de trabajo. Pero este año un ejemplar fue hallado muerto por gripe aviar, aunque con la suerte de no haber contagiado al resto. Y, aunque no se puede saber dónde se contagió, los ibis de Cádiz tienen «mucha querencia por una zona húmeda de un campo de golf» cercano que comparten con otras aves, explica el experto de SEO/Birdlife.

¿Endémico?

En el entorno natural hay pocas soluciones para frenar la crisis. Las medidas que sí se plantean para las explotacio­nes agrícolas, como el sacrificio de todos los ejemplares, no son aplicables en el mundo natural. «Evidenteme­nte no se puede hacer», dice Fernández-Orueta. «Cualquier solución que se te ocurra es un desastre».

«No hay mucho que se pueda hacer», reconoce también Höfle. Localmente se han recogido cadáveres infectados para reducir la presencia del virus en el ambiente en zonas de cría. Y la investigad­ora apunta a que, en especies muy amenazadas, como el ibis eremita, se podría plantear la vacunación contra la gripe aviar, aunque, admite, «no lo ve muy factible». No solo lo tiene que aprobar el Ministerio de Agricultur­a, sino que debe obtener el visto bueno de Bruselas. En el caso de que las infeccione­s continúen en el tiempo, al menos en las aves domésticas, sí que habría que plantear la inmunizaci­ón con vacunas, dice Nogales. «Tenemos que ver qué pasa, pero existe la posibilida­d de que hablemos de casos de gripe aviar todos los años», asegura.

El riesgo de que esta gripe se vuelva endémica empieza a cobrar fuerza. «La expansión y predominio en España, así como en el resto de Europa» del virus «y el mantenimie­nto de la detección de focos pasada la primavera de 2022 apunta a que el virus y la enfermedad se podrían haber hecho endémicos entre las aves silvestres en nuestro entorno», reconoce Sanidad. En caso de que se estabilice, el mundo tendría que empezar a convivir con esta frecuencia de infeccione­s. Nogales tiene claro que no serían buenas noticias ni para la fauna silvestre ni para los avicultore­s: «Esperemos que no ocurra».

Casi todas las pandemias que se han producido en los últimos cien años han tenido algo que ver con la gripe aviar, asegura Aitor Nogales, virólogo del Centro de Investigac­ión en Sanidad Animal (CISA-CSIC). El virus, que tiene su reservorio natural en las aves acuáticas migratoria­s, ha sido capaz de saltar de especie, incluyendo el ser humano. Pero ante la cepa altamente transmisib­le, la H5N1, que circula en la actualidad por la fauna alada de medio mundo, el experto matiza: «El riesgo se considera bajo para la población general y medio para las personas que trabajan con aves».

El primer contagio detectado en España en un humano, confirmado la semana pasada, ha disparado las alarmas. Era un trabajador de una explotació­n avícola en Guadalajar­a en la que se registró un brote. En Europa solo le precede otro caso durante la actual epidemia: se registró en el Reino Unido, en un hombre de 79 años que, según el periódico ‘Daily Mail’, tenía 160 patos a los que alimentaba en su jardín. Una veintena de ellos vivían dentro de su casa.

«No somos la diana de este virus, pero si se está muy expuesto, uno se puede infectar y morir», resume Nogales. Desde 2003, cuando se notificó el primer salto a humanos, se han registrado en torno a un millar de contagios por el virus H5N1 (la mayoría entre niños y adultos menores de 40 años) y la tasa de mortalidad se considera alta, ya que se sitúa en el 58%. «Es un virus que, aunque el ratio de mortalidad puede ser alto en humanos, no tiene transmisió­n sostenida.

Es decir, una vez que el virus infecta a una persona, la transmisió­n se corta muy rápidament­e», tranquiliz­a el experto. Para contagiars­e, por tanto, el contacto tiene que ser muy directo, ya sea con las aves o con las zonas en las que se encuentren. «Por la carne o los huevos cocinados no te puedes contagiar», asegura el virólogo. Se trata de un virus termolábil y se destruye fácilmente con el calor. A 70 grados.

Los síntomas que produce son parecidos a los de una gripe común (fiebre alta de más de 38 grados, dificultad respirator­ia, tos, malestar general), aunque pueden agravarse en pocos días, y en algunos casos pueden derivar en neumonía.

Acceso a granjas

El problema, según Nogales, es que nunca había habido tantos casos de gripe aviar y, cuantos más se registren, más probabilid­ades hay de que se introduzca en granjas, donde la norma es matar a todas las aves. Además, la cepa H5N1 es muy contagiosa entre aves y produce una gran mortandad.

Eso sí, Nogales puntualiza que en algún momento volverá a haber una nueva pandemia de gripe. «La pregunta es cuándo y de dónde vendrá».

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