De derrochadores e ignorantes
GIL-DELGADO dominar, sin esfuerzo, ni gasto alguno, despilfarro económico y cultural
n el Congreso de los Diputados, se van aprobando leyes que de forma flagrante atentan contra los más elementales principios de la razón, la inteligencia, el bolsillo y el bienestar de la ciudadanía de todos los españoles.
Y quiero referirme hoy al tema del intento de exclusión del español en la vida diaria de comunidades españolas que tienen la suerte de tener una cultura y una lengua vernácula.
En cuanto a lo del uso del español creo que nada hay más antiespañol que mendigar y conseguir los votos de los partidos que quieren destruir España y sus ya casi seis siglos de historia como la nación más antigua de Europa, bajo el pretexto de poseer una cultura y unas lenguas que deben ser protegidas, cultivadas, enseñadas, difundidas y utilizadas libremente en todos los ámbitos, como un gran acervo del saber y del espíritu diferenciador de los que tienen la inmensa fortuna de entenderlas, hablarlas, leerlas y escribirlas desde el seno de las familias de manera espontánea, gratuita y sin esfuerzo.
En naciones como Suiza, conviven con absoluta normalidad lenguas tan importantes como el francés, el alemán y el italiano, sin que por ello hayan eliminado al retorromanche (lengua local del pueblo helvecio).
Considero de la mayor ignorancia eliminar el idioma español de las comunidades que tienen la suerte de tener una lengua propia, además de la común que a todos debe unirnos.
Privar a millones de niños españoles de poder en un futuro dominar, sin esfuerzo, ni gasto alguno, una lengua como el español, que nos comunica con seiscientos millones de hispanohablantes en los cinco continentes y con otros doscientos millones más que lo hablan como segunda lengua, lo considero un despilfarro económico y cultural absoluto.
Si se piensa, en las cantidades enormes de dinero que empresas, instituciones y familias españolas invierten en que sus empleados, sus funcionarios y sus hijos aprendan inglés, por no mencionar otras lenguas, llegaremos a la conclusión del derroche y desatino que supone el eliminar con leyes inútiles y anticonstitucionales que la segunda lengua más importante del mundo la aprendan de manera natural, espontánea sin gasto ni esfuerzo alguno, millones de españoles que podrán disfrutar de las ventajas que su conocimiento supone para su futuro como seres inteligentes, universales y libres de provincianas ignorancias localistas de última categoría, sin que ese inmenso mundo de posibilidades que se abre a los que conocen más de una lengua, les haya costado ni intelectual, ni económicamente nada.
Existen tantos argumentos para afirmar la necedad de estas leyes contra el español que no cabrían en la Wikipedia.
…Y acabo este escrito parafraseando a Cicerón en su ‘primera Catilinaria’: «Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?» ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? ¡Vale!
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