FALTA VOLUNTAD DE REGENERAR
Sánchez no aclara ante Feijóo si realmente quiere modificar el sistema de elección del Poder Judicial como pide la UE; la reunión de ayer da lugar a un compás de espera
L Areunión de urgencia que mantuvieron ayer en La Moncloa Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo tras la dimisión de Carlos Lesmes sirvió para exteriorizar un intento de deshielo entre ambos seis meses después de su última reunión. Y sirvió también para trasladar a la opinión pública que ambos realizarán un ‘último intento’ desesperado por renovar el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional después de tanto fracaso consecutivo. Ambos no tenían más alternativa que simular al menos una respuesta a la gravísima crisis institucional, y constitucional, que vive nuestra Justicia, paralizada por bloqueos mutuos, vetos e incapacidad de cesión. Sin embargo, y pese a que al menos hay un mínimo haz de luz donde solo había oscuridad, lo cual conviene celebrar, la negativa de Pedro Sánchez a aclarar al líder del PP si se comprometerá a afrontar una reforma a fondo del sistema de elección de vocales del CGPJ mantiene las dificultades. De la reunión de ayer salimos con cierto compás de espera, ya veremos con qué resultado, pero en todo caso debe solventarse con diligencia.
La propuesta que hizo en junio Núñez Feijóo a Sánchez se basaba en una oferta de despolitización de la Justicia; en establecer criterios de profesionalidad e idoneidad de los candidatos antes de poner cualquier nombre encima de la mesa; y en lograr un compromiso del Gobierno para modificar de una vez por todas el sistema de elección de los vocales. No obstante, la obsesión de Sánchez por controlar el Tribunal Constitucional con una mayoría progresista obediente a sus consignas va a seguir siendo uno de los principales escollos. Las propuestas del PP, incluso la de que se negocien en un mismo paquete el CGPJ y el TC, tienen mucho de higiene democrática en tanto en cuanto propugnan una rehabilitación a fondo. En cualquier caso, no bastan las buenas palabras. Es imprescindible un compromiso firme para evitar que la percepción de manoseo de la Justicia y de intercambio de cromos siga lastrando un solo minuto más esa perversa politización a la que han contribuido por igual el PSOE y el PP en distintas etapas. Y esto tiene especial incidencia en el PP por cuanto nunca modificó el sistema de elección del CGPJ cuando tuvo mayoría absoluta para ello. De aquellos polvos vienen estos lodos.
Por encima de cualquier posible acuerdo político que saque a la Justicia de tanto descrédito, la premisa esencial debería ser que además de renovar, es imprescindible regenerar a fondo las instituciones y evitar futuros episodios como el de la marcha de un presidente del Supremo avergonzado del espectáculo político. Renovar sería óptimo como solución parcial. Pero esta descomposición institucional revela que lo trascendente es rehabilitar a la Justicia, rescatarla, reafirmar su independencia y limpiar su imagen. Los partidos deben acostumbrarse a que las recomendaciones de la Unión Europea pasan por disponer de un Poder Judicial en el que doce de sus veinte miembros sean elegidos entre los propios jueces, y por los propios jueces, con los mecanismos de proporcionalidad y reparto que se acuerden. Pero de momento, es Sánchez quien mantiene al CGPJ maniatado en sus funciones esenciales y vetado en su capacidad de hacer nombramientos. Eso es lo que faltó ayer, un compromiso explícito de una voluntad negociadora real y convincente, porque al exponerse un marco tan vago y difuso, sin fechas concretas ni calendario para lograr consensos, todo puede concluir en un espejismo. Y de esto, ya sí sería el Gobierno el máximo responsable. Para que todo el proceso sea creíble, tiene que haber un acuerdo rápido, sin más enquistamiento y con respeto a la limpieza democrática. No hay más margen, ni más tiempo.