La mala Inteligencia de Putin
¿Por qué los servicios de Inteligencia de Rusia son también responsables del fracaso militar en Ucrania?
Durante bastante tiempo, la Rusia de Putin ha vivido de las rentas de su propia propaganda. Sus ejércitos eran invencibles, desde que plantaron la bandera de la hoz y el martillo sobre las ruinas del Reichstag hasta sus implacables crímenes de guerra en Siria. Y de igual manera, los servicios de Inteligencia rusos, empezando por el oficial del KGB Vladímir Vladímirovich Putin, parecían haber heredado la temible reputación de sus antepasados zaristas y soviéticos.
Sin embargo, el desastre de Ucrania ha expuesto demasiada corrupción y disfuncionalidad. Cuando el KGB soviético se disolvió en 1991, reapareció como el FSB, un servicio de seguridad nacional, y el SVR, una agencia de Inteligencia exterior. La Inteligencia militar, encarnada en el GRU, ha perdurado de una u otra forma desde 1918. Sin embargo, pese a toda esta leyenda, los ‘servicios especiales’ de Rusia ya no resultan tan especiales. Su reputación y sus redes han quedado hechas añicos, empezando por la expulsión de más de 400 sospechosos habituales.
Como señala ‘The Economist’, los servicios de Inteligencia se sitúan en el centro del descalabro bélico de Rusia. El FSB, como principal agencia encargada de proteger los secretos de Putin y de espiar en Ucrania, ha fracasado espectacularmente en ambos frentes. No impidieron que EE.UU. obtuviera, y luego publicase las verdaderas intenciones bélicas del Kremlin. Y peor todavía, fueron los propios preparativos del FSB – empezando por los planes para asesinar disidentes e instalar un gobierno títere en Kiev– los que persuadieron a gobiernos occidentales que la amenaza no era un farol.
El mismo inicio de la guerra también ha servido para ilustrar la torpeza del FSB. A pesar de multiplicar sus recursos dedicados al tema de Ucrania en julio de 2021, solo fueron capaces de llegar a la errónea conclusión de que la mayoría de los ucranianos simpatizaban con Rusia, dando la impresión de que el Gobierno de Kiev caería en cuestión de días. Es cierto que no se puede subestimar a Putin, pero tanta chapuza tampoco puede ignorarse.