El obispo de Tortosa vuelve a Valencia para relevar a Cañizares
El Pontífice acepta la renuncia del cardenal arzobispo que cumple 77 años el sábado
El Papa ha nombrado a Enrique Benavent, hasta ahora obispo de Tortosa, como nuevo arzobispo de Valencia, según se hizo público ayer, aunque la noticia había traspasado ya los límites del secreto pontificio para convertirse en un rumor que corría por la diócesis desde la semana pasada. Benavent sustituye al cardenal Antonio Cañizares que había presentado su renuncia por razones de edad hace dos años. El próximo sábado, día 15, cumplirá 77 años.
Cañizares lleva varios días despidiéndose de la diócesis de Valencia, en la que nació y se formó como sacerdote y a la que volvió hace ocho años en su último destino pastoral. En la conmemoración de su toma de posesión, el 4 de octubre, señalaba que «son ocho años de acción de gracias, por lo que el Señor ha hecho por mí y me ha concedido y también ocho años para pedir perdón, de todo corazón, por todo lo que haya podido hacer mal o no haya hecho, o por si no he estado siempre a la altura de lo que reclama ser pastor de esta diócesis».
El ya arzobispo emérito de Valencia también afirmó que en este tiempo no ha querido «hacer otra cosa que servir a la diócesis y servir, de esta manera, a Dios». El domingo, cuando presidía en la catedral el ‘Te Deum’ con motivo del Día de la Comunidad Valenciana, Cañizares volvió a dar gracias a Dios por concederle este lugar hace ocho años en su ministerio episcopal. «Y también hoy, casi al final de mi servicio, quiero dar gracias por este don que Dios me ha concedido», dijo. Ayer, cuando hizo público el nombramiento, volvió a mostrar su gratitud. Cañizares seguirá al frente de la diócesis, ya como administrador apostólico, hasta el 10 de diciembre, cuando Benavent tome posesión.
Nacido en Utiel (Valencia) en 1945 y ordenado sacerdote en la capital del Turia en 1970, Antonio Cañizares se trasladó a Madrid en 1972, donde se dedicó a la docencia en la Pontificia de Salamanca, en el seminario y en el Instituto San Dámaso. También fue director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe en la Conferencia Episcopal hasta 1992, cuando fue nombrado obispo en Ávila. En 1997 fue nombrado arzobispo en Granada y más tarde de Toledo. Creado cardenal por Benedicto XVI en 2006, unos meses después fue nombrado prefecto de la Congregación para el Culto
Divino. Eterno candidato a la presidencia de la Conferencia Episcopal, ha sido su vicepresidente en dos periodos. En el primero, en 2007, negoció el acuerdo de financiación de la Iglesia con la entonces vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.
Nueve años después
Por su parte, Enrique Benavent llega como arzobispo a la diócesis en la que nació hace 63 años. También desarrolló aquí su ministerio sacerdotal y episcopal durante décadas y de ella solo se ausentó los últimos nueve años en que ha sido obispo en Tortosa (Tarragona). La conoce a la perfección. Como formador en el Seminario Mayor, conoce a la mayor parte de los sacerdotes, con los que ha forjado sus filias y fobias, que un día fueron sus compañeros y ahora tendrá que tratar como pastor. Ese será su primer hándicap. No es habitual que una archidiócesis la presida un diocesano, aunque en este caso se ha preferido esta opción que, en la práctica, le aparta de la sucesión a Barcelona.
El anuncio del nombramiento se ha hecho coincidir con la festividad de santo Tomás de Villanueva, quien fuera arzobispo de Valencia de 1544 a 1555, muy apreciado en la diócesis por sus obras de caridad y por haber puesto orden después de más de un siglo en el que no tenía un gobierno pastoral directo. Tanto Cañizares como Benavent hicieron referencias al santo, que siempre ha sido modelo para los arzobispos de Valencia. La diócesis es hoy la segunda en importancia, tanto en número de fieles como de sacerdotes, por detrás de Madrid. A su gran extensión geográfica hay que sumar que es la mayor institución educativa de la autonomía, con una universidad católica (la UCV) y 66 colegios diocesanos, y la presencia de numerosas congregaciones, movimientos y asociaciones laicales. Un potencial evangelizador que no se acaba de traducir en hechos. La labor de los últimos arzobispos nunca han llegado a convertirla en el modelo pastoral para la Iglesia actual para el que parecía llamada.
Benavent tendrá otro frente abierto, que aunque no parece prioritario marcó ayer sus primeras palabras a la diócesis, que fueron en valenciano. Es el primer arzobispo en un siglo que habla la lengua local (la lengua materna de Cañizares es el castellano), por lo que es muy probable que impulse el misal en la lengua vernácula que lleva atascado décadas por las implicaciones políticas del conflicto lingüístico.
Benavent es el primer prelado desde hace un siglo que habla valenciano y tiene pendiente aprobar el misal en esa lengua