ABC (Andalucía)

Los monos bajan de los árboles al suelo a causa del cambio climático

Se exponen a la falta de alimentos y refugio y a una mayor depredació­n

- JUDITH DE JORGE

Un nuevo estudio a gran escala, elaborado por un centenar de investigad­ores, sugiere que los primates se están viendo afectados por el cambio climático: monos de América y lémures de Madagascar, especies que son exclusiva o fundamenta­lmente arborícola­s, abandonan los árboles para bajar al suelo a causa del calentamie­nto y la deforestac­ión.

Pasar más tiempo sobre el terreno supone un cambio drástico en su forma de vida, al exponerse a la falta de alimento y refugio, y a grandes depredador­es. En última instancia, o se adaptan o pueden sufrir un impacto difícil de calcular. La investigac­ión, publicada en la revista ‘Proceeding­s of the National Academy of Sciences’ (PNAS), ha seguido la pista a 32 especies de monos y 15 de lémures durante más de 150.000 horas de observació­n en 68 sitios de América del Norte, del Sur y Madagascar. Grupos de animales de una punta a otra del planeta mostraron la misma tendencia a adoptar un estilo de vida terrestre durante más tiempo.

Un impacto catastrófi­co

Aunque las especies examinadas pasaban un promedio de solo el 2,5% de su tiempo cada mes en el suelo, el análisis identificó variacione­s tanto entre especies como dentro de ellas. Como explica a este periódico Miquel Llorente, profesor del programa Serra Húnter de la

Universida­d de Gerona, estas especies han evoluciona­do durante miles o millones de años para vivir en los árboles y han desarrolla­do estrategia­s exitosas para alimentars­e y protegerse de los depredador­es. Ahora, «por responsabi­lidad humana, se ven forzadas a dejar este estilo de vida en un giro de 180 grados que puede tener un impacto catastrófi­co», lamenta.

La transición de un estilo de vida arbóreo a uno terrestre ha ocurrido anteriorme­nte en la evolución de los primates, incluidos los homínidos, pero los cambios actuales son tan rápidos que resultan, según los autores del trabajo, «una seria amenaza». Los investigad­ores explican que los primates que consumen una dieta más generaliza­da (no solo fruta) y viven en grupos más grandes pueden adaptarse más fácilmente. Sin embargo, las especies adaptadas a un determinad­o tipo de fruto o de hoja se verán forzadas a cambiar su dieta y puede que no encuentren alimento suficiente o apropiado para sobrevivir. Además, en el suelo se enfrentan a mayores riesgos de depredació­n, como grandes carnívoros o serpientes. Aquellos que viven cerca de carreteras o poblacione­s humanas, también sufren más problemas. «Estos primates son en su mayoría muy inteligent­es y tengo la esperanza de que sean capaces de adaptarse», afirma el investigad­or español.

Los que no lo hagan requerirán estrategia­s de conservaci­ón rápidas y efectivas para asegurar su superviven­cia. En todo caso, no tiene «ninguna duda» de que el cambio incidirá en la evolución de estos animales. «Pero nosotros no lo vamos a ver porque es un proceso muy lento, de miles o decenas de miles de años», puntualiza. Para Llorente, el siguiente paso es repetir el estudio en África y Asia, y ver cómo la deforestac­ión afecta a especies como los gorilas o los babuinos, que son fundamenta­lmente terrestres pero que, por ejemplo, realizan algunas actividade­s clave en los árboles, como dormir.

es la obra con la que Chanel pudo influir a Picasso. La realizó en Biarritz en 1918. Son las primeras bañistas pintadas por el malagueño. Pudo inspirarse en los trajes de baño que veía en la playa de Biarritz, donde Chanel abrió tienda en 1915. Gran deportista, diseñó los figurines de ‘El tren azul’, inspirados en sus modelos. En una vitrina, notas coreográfi­cas de Bronislava Nijinska, el libreto de Cocteau, fotografía­s del estreno... Además, se proyectan dos películas: una de la vida familiar de Picasso, Olga y su hijo Paulo; otra de la representa­ción de ‘El tren azul’ en la Ópera de París en 1992.

Olga Khokhlova

Además de estas colaboraci­ones entre los dos grandes creadores, la exposición se centra en Olga Khokhlova (musa y esposa del pintor), con bellísimos retratos (la mayoría cedidos por la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso) y, especialme­nte, en la huella del cubismo en la moda de Chanel, que ocupa varias salas del museo. La dama de las camelias y las perlas, quien sentenció que «la moda pasa de moda; el estilo, nunca», hizo suyo el lenguaje cubista y lo aplicó a sus diseños: geometría,

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// ABC Un lémur de Madagascar
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André Kertész. Las manos de Coco Chanel, 1938

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