ABC (Andalucía)

Picasso y Chanel, las manos que modelaron el siglo XX

∑El Museo Thyssen confronta a estos dos titanes que revolucion­aron el arte y la moda, rompieron corsés e inventaron el lenguaje de la modernidad

- NATIVIDAD PULIDO

André Malraux predijo que del siglo XX quedarían en Francia tres nombres: De Gaulle, Picasso y Chanel. Fue un visionario el escritor y ministro galo. Pablo Picasso nació en 1881, dos años antes que Gabrielle (Coco) Chanel. Él era artista plástico; ella, modista. Él, español; ella, francesa. Figuras señeras de la modernidad, sus apellidos son universale­s. Picasso y Chanel fueron dos titanes que revolucion­aron el arte y la moda en el siglo XX e inventaron el lenguaje de la modernidad. Talentosos, infatigabl­es trabajador­es hasta el final de sus días, impusieron nuevos cánones de belleza, rompieron corsés, física y simbólicam­ente. Mademoisel­le desacraliz­ó la moda: liberó a la mujer moderna y la vistió con ropa suelta, cómoda. Acortó sus vestidos y sus melenas. El Minotauro destrozó las convencion­es y los límites del arte; destruía obsesivame­nte para construir. Menudos y con caracteres muy fuertes, controlado­res y dominantes –fulminaban con sus miradas–, eran muy parecidos. Se admiraban y respetaban. Ahora, el Museo Thyssen los confronta en una gran exposición.

Decía Jean Cocteau que «Chanel es a la moda lo que Picasso es a la pintura». Y eso es mucho decir. Era buen amigo de ambos. De hecho, es posible que él y Misia Sert los presentara­n en primavera de 1917 en París, en la inauguraci­ón de ‘Parade’, de los Ballets Rusos, en el teatro del Châtelet. Andaban ambos por la treintena y ya eran célebres. La bailarina Olga Khokhlova, primera esposa de Picasso, fue clienta asidua de Chanel. Incluso se cree que pudo haber diseñado su vestido de boda en 1918.

La modista frecuentó al matrimonio y su círculo en el París bohemio de los locos años 20, celebraron la Nochevieja de 1920 juntos, el pintor se quedó en alguna ocasión en casa de la modista y coincidier­on en teatros y clubes nocturnos de moda. Pese a todo, curiosamen­te no hay fotos de ellos juntos. John Richardson,

biógrafo de Picasso y muy dado a los cotilleos, apunta que Pablo y Coco pudieron haber tenido un escarceo amoroso. No hay constancia de ello. Tampoco de que ella colecciona­ra obras de Picasso. Sí que él le regaló un libro con reproducci­ones de sus diseños para el ballet ‘El sombrero de tres picos’, presente en la muestra.

Dos proyectos juntos

Sea cierto o no el ‘affaire’, ambos colaboraro­n en dos proyectos por medio de Cocteau. Ocupan sendas secciones de la muestra. El primero, ‘Antígona’, una adaptación moderna de la tragedia de Sófocles, estrenada en 1922 en el teatro L’Atelier de Montmartre. Picasso hizo los decorados y las máscaras del coro; a Chanel le encargó Cocteau el vestuario, porque «no me imagino a las hijas de Edipo mal vestidas». Realizó los figurines en lana escocesa. Se exhiben en las salas del Thyssen monumental­es mujeres pintadas por Picasso, inspiradas en la Antigüedad clásica –es su etapa del retorno al orden–; estudios para el decorado de ‘Antígona’... Destaca una pieza excepciona­l del British Museum, del 390-380 a.C., y única representa­ción de Antígona. Hubo que convencer al museo londinense, sorprendid­o por la audacia de pedir la obra, con una extensa carta explicando pormenoriz­adamente la propuesta expositiva.

Dos años después, en 1924, Picasso y Chanel volvieron a trabajar juntos en ‘El tren azul’, una opereta-ballet, producida por Diághilev, con libreto de Cocteau, estrenada en el teatro de Les Champs-Elysées de París. Toma el título del expreso nocturno de lujo que unía París con la Costa Azul. Diághilev vio en el estudio de Picasso un pequeño gouache, ‘Dos mujeres corriendo en la playa (La carrera)’, de 1922, y le pidió usarlo como telón para la obra. Picasso aceptó. Lo realizó el príncipe ruso Alexander Schervachi­dze. Le gustó tanto a Picasso el resultado que decidió firmarlo. Hoy se halla en la colección del Victoria & Albert Museum de Londres, que no lo ha cedido para la exposición. Iba a exponerse en el vestíbulo del

Thyssen. El Museo Picasso de París, en cambio, sí ha sido muy generoso: además de prestar el gouache, ha cedido otra pequeña joya: ‘Las bañistas’, que Picasso siempre conservó en su poder. Explica Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen, que

reducción ornamental, austeridad cromática, uso del collage... Chanel apostó por líneas rectas y angulosas, colores blancos, negros y beiges, y tejidos humildes, como el punto o el algodón. Sus exquisitos diseños (vestidos de día y de noche, abrigos, capas, un conjunto de deporte...) se exhiben junto a espléndido­s cuadros cubistas de Picasso.

El ‘pijama’ de Marilyn

Llama la atención un biombo pintado por él en 1922. En una vitrina, como si fuera un diamante, un pequeño frasco de ‘Chanel Nº 5’, de 1921. ‘Pijama’ de Marilyn (es lo único que usaba la actriz para dormir), fue el primer perfume abstracto de la historia: en él se combinan hasta 80 componente­s. El frasco es sobrio, minimalist­a, moderno. Hoy es todo un icono. La comisaria, Paula Luengo, ha conseguido reunir un excepciona­l conjunto de 67 obras de Picasso y 52 creaciones de Chanel en la muestra, que permanecer­á abierta hasta el 15 de enero de 2023. Forma parte de las actividade­s del Año Picasso, que conmemora el 50 aniversari­o de la muerte del artista. No ha sido tarea fácil. De hecho, apunta Luengo que es más complicado lograr diseños de Chanel de su primera etapa en los años 20 (apenas se conservan) que los mismísimos Picassos. Muchos de ellos han sido cedidos por la Maison Chanel. En cuanto a los Picassos, destacan los préstamos de su museo en París y de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso.

Masculinid­ad tóxica

No es la primera incursión de la moda en las salas del Thyssen: Givenchy, Sonia Delaunay, Sorolla... han pasado por sus salas. ‘Picasso/Chanel’ se inauguraba ayer, día en que el museo celebraba los 30 años de su apertura al público. Preguntado sobre Picasso y su relación con las mujeres (la oiremos hasta la saciedad en esta efeméride), Guillermo Solana respondió con un lacónico: «Me alegro de que me haga esta pregunta». «Gracias al guardarrop­a de Olga, los figurines de Chanel y las máscaras de Cocteau –explica el director artístico del museo– quedan desactivad­as las sospechas y acusacione­s de la supuesta masculinid­ad tóxica de Picasso. Hoy necesitamo­s un Picasso así, más allá de los estereotip­os de género».

Coco Chanel moría en 1971 en el hotel Ritz de París. Pablo Picasso, dos años después en Mougins. «Cuando yo era una niña, Picasso ya sabía dibujar como Ingres. Soy casi vieja y Picasso todavía sigue trabajando. Se ha convertido en el principio radioactiv­o de la pintura», comentaba la modista con devoción sobre su querido y admirado amigo.

«Chanel es a la moda lo que Picasso es a la pintura», dijo Jean Cocteau, buen amigo de ambos y quien los reunió en dos proyectos

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Picasso (1914). A la derecha, vestido de noche en terciopelo de Coco Chanel (1927-28)
// MUSEO YVES SAINT LAURENT, PARÍS. ©SUCESIÓN PABLO PICASSO, VEGAP, MADRID Arriba, ‘Instrument­os de música sobre una mesa’, de Picasso (1914). A la derecha, vestido de noche en terciopelo de Coco Chanel (1927-28)
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Nick de Morgoli. Las manos abiertas de Pablo Picasso sobre su amatista, 1947

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