Juan Manuel de Prada
Presenta hoy ‘El derecho a soñar’, una biografía de la poeta, periodista y deportista Ana Martínez Sagi
Ana María Martínez Sagi (1907-2000) fue poeta, periodista y deportista. También la primera mujer en formar parte de la directiva del Fútbol Club Barcelona, miliciana anarquista en la España de la Guerra Civil y una catalanista furibunda que escribió su poesía en castellano. A ella ha dedicado Juan Manuel de Prada una vida entera. O casi. Hace más de veinte años, el escritor y premio Planeta 1997 publicó ‘Las esquinas del aire’, que recoge el testimonio de aquel personaje. Ahora, presenta ‘El derecho a soñar’ (Espasa), un recorrido exhaustivo que desmonta las exageraciones, hipérboles y omisiones biográficas que la propia Sagi alimentó.
Tras su muerte, Sagi dejó a Juan Manuel de Prada todo su archivo y correspondencia. Le impuso una condición: no publicar ningún dato hasta que no transcurrieran dos décadas. En ese tiempo, Prada detectó los aspectos de su biografía que Sagi había falseado, desde omisiones sobre el número de parejas que conformaron su vida afectiva hasta el desmentido sobre su supuesta pertenencia a la resistencia durante la Francia de Vichy. El resultado es una biografía exhaustiva y muy extensa: alrededor de 1.700 páginas en las que Prada retrata a un personaje convulso y contradictorio y que el autor presentará hoy, a las 19.00, en la Fundación Telefónica de Madrid..
—¿Es Sagi un personaje creado por ella misma?
—Es una mujer traumatizada. La falta de amor materno la marca; también su ansia insatisfecha de maternidad; su complicada vida afectiva, que fue terrible por su carácter fuerte y conflictivo. Eso le causó un montón de problemas con sus contemporáneas feministas del ámbito catalán.
—Anarquista, atea, feminista, catalanista… ¿qué más?
—Tiene problemas de ubicación. Ella sería de la órbita de Esquerra, pero escribe su poesía en castellano. Alterna sus colaboraciones en la prensa de Esquerra y en la de sus enemigos. En la Guerra Civil resuelve esta tensión. Se hace anarquista. Fue la única mujer reportera en la Guerra Civil. Ahí toma un camino oscuro, porque ve cosas de una crueldad máxima que la traumatizan y episodios turbios que trato de descifrar.
—¿Cuáles exactamente?
—Tienen que ver con los años de la Guerra Civil y la ocupación nazi de Francia. Creo que todos esos traumas personales
❝ «Personajes como Macià o Companys eran más realistas que Puigdemont»
y afectivos, así como los episodios oscuros en los que ha participado, hicieron no que inventase su vida, sino que la matizara. Las cosas que ella me contó eran reales, pero estaban edulcoradas.
Para contrastar la información de la correspondencia personal de Ana María Martínez Sagi, Juan Manuel de Prada visitó más de ochenta archivos en España, Francia, Estados Unidos y varios países de Iberoamérica. A lo largo de su vida, fue una proscrita: «Su familia la rechazó». Y la mayoría de sus relaciones estuvieron abocadas al fracaso, especialmente la de Elisabeth Mulder, el amor de su vida. «Ella fue una fuente de dolor e inspiración poética a lo largo de toda su vida, pero Ana María me ocultó sus otras relaciones posteriores, como si hubiese pasado su vida entera evocando este amor», asegura Juan Manuel de Prada sobre este personaje.
—¿En qué más falseó su vida?
—La verdad de Ana María es mucho más atractiva que la verdad entreverada de mentiras que me narró hace veinte años. Es un personaje más caleidoscópico, poliédrico y oscuro.
—¿En qué se parecen aquellas España y Cataluña a las de hoy?
—Es un tiempo de efervescencia cultural e ideológica, sobre todo en Cataluña. Hay una generación de mujeres en la avanzadilla. Tenía un componente parecido a la Cataluña actual, pero con elementos que hoy faltan: una sociedad más cohesionada, más tradicional, más vertebrada y por otra parte también creo que sus elementos nacionalistas e independentistas eran más realistas que hoy. Macià o Companys eran más realistas que Puigdemont.
—¿Cómo ve el independentismo a Sagi?
—Ella se mueve en la órbita de Esquerra y llega a firmar algún manifiesto donde pide el reconocimiento de la nacionalidad, pero escribe en castellano y quiere que Cataluña tenga instituciones propias dentro de España. Ella, para el independentismo, es una figura muy golosa: una catalana de pura cepa, pero que eligió el castellano como lengua de expresión de su poesía. Eso la hace problemática. Si Rufián fuese poeta, escribiría en castellano.