El liderazgo de Andalucía
Andalucía ha marcado en las últimas semanas la agenda política en España. Algo estaremos haciendo bien
ANDALUCÍA, tierra de cultura milenaria y paraíso soñado por románticos y extranjeros, no ha empezado a serlo para los propios andaluces hasta hace bien poco.
La Andalucía que preside hoy, por apabullante mandato electoral, Juanma Moreno, es muy diferente a la que se encontró cuando llegó a la Presidencia de la Junta de Andalucía. En términos futbolísticos, ha dejado de luchar por la permanencia y ha escalado posiciones de liderazgo que le garantizan jugar en Europa.
Andalucía quiere dejar definitivamente atrás el pasado y mirar con confianza desde el presente hacia un futuro prometedor. No quiere hablar más de ERE ni de corrupción. Quiere hablar de nuevos retos, de excelencia y de aplicar bien los recursos, especialmente los fondos europeos.
Pero, sobre todo, quiere ayudar a las familias más necesitadas, ahogadas por un terrorífico IPC y una inflación desbocada, que desgarra el tejido social de nuestra tierra, y por la voracidad recaudatoria del Gobierno de España, que no va acorde a los tiempos que nos ha tocado vivir.
Andalucía ha marcado las últimas semanas la agenda política en España. Algo estaremos haciendo bien cuando unos copian las fórmulas fiscales que hemos empezado a aplicar y otros tratan de poner zancadillas, que sólo perjudican a los ciudadanos, a las familias y a las empresas, a cada paso que damos para hacer de esta tierra un lugar mejor.
Es ridículo pensar que nuestra reforma fiscal obedece a una competencia entre territorios. Bajar los impuestos está en nuestro espíritu y seguir bajándolos para ayudar a las familias en un momento tan difícil era una promesa electoral. Nosotros cumplimos. Pero haber sido artífices de la sexta bajada de impuestos del Gobierno de Juanma Moreno sorprende a casi todos y molesta a demasiados.
Muchos me preguntan si vamos a seguir rebajando impuestos. ¿Por qué no? Pero siempre con máximo rigor, absoluta transparencia y sin olvidar nunca que los ciudadanos son el centro de la acción política del Gobierno andaluz, como deberían serlo también de todos los gobiernos. Cada medida debe ser estudiada, analizada y debatida, porque cada decisión tiene consecuencias y el material con que trabajamos es muy sensible: las necesidades, las esperanzas y el dinero de los ciudadanos.
Por ello no entendemos la deslealtad del Gobierno de Pedro Sánchez hacia el Estado de las Autonomías y la propia Constitución que lo consagra, adoptando al rebufo de Andalucía medidas que únicamente persiguen contrarrestar el efecto de una reforma fiscal valiente como la nuestra, y que sólo consiguen perjudicar a los ciudadanos. A todos.
La oposición, que gobierna en España, nos acusa, con una actitud propia del siglo XIX, de beneficiar a los ricos. Nada nuevo. Es una forma de hacer política basada en la confrontación, en la que el Gobierno andaluz no quiere entrar. Pero no se da cuenta (o no le importa) de que su contrarreforma, que ignora a las rentas medias, sólo frena la economía, pone trabas a la inversión e impide generar empleo y riqueza.
Cuando la oposición o el Gobierno central nos dicen que con los impuestos se construyen centros educativos y hospitales, hay que recordarles dos cuestiones. La primera, que en Andalucía hemos seguido construyendo hospitales y centros educativos, pese a haber bajado los impuestos. Ahí está, por ejemplo, el antiguo Hospital Militar de Sevilla, recuperado tras casi 20 años de abandono por el PSOE, o la reciente adjudicación del proyecto para la construcción de un nuevo y muy demandado hospital en Málaga.
Y lo segundo que hay que recordar es que, además de hospitales y centros educativos, los ciudadanos también necesitan fábricas, industrias y empresas que creen empleo y riqueza. Eso lo tienen que hacer los empresarios. La Administración pública únicamente puede ayudarles. Por eso eliminamos trabas burocráticas y suprimimos impuestos como el de Patrimonio, una anomalía sin efecto real en la recaudación, que en toda la UE sólo existe en España. No hay mayor política social que crear empleo y riqueza. Y es lo que intentamos.
Nos jugamos mucho en un momento muy complicado para las familias y las empresas. No podemos caer en el populismo y la demagogia que tanto daño hacen a nuestra democracia. Resulta irónico que se acuse a la Junta de enfrentar territorios bajando impuestos, mientras el Gobierno de la Nación no tiene reparos en hurtar la autonomía financiera de Madrid o Andalucía, creando un impuesto que se va a aplicar únicamente en las comunidades donde hemos dado el paso valiente y responsable de suprimir un impuesto abusivo y anacrónico como el de Patrimonio.
Cuando el PP de Juanma Moreno llegó a San Telmo, Andalucía era una de las comunidades con mayor presión fiscal. La décima entre las de régimen común, según la Tax Foundation. Ahora somos la segunda con menos impuestos de España, sólo por detrás de Madrid. No es una competición. Cada territorio tiene sus circunstancias y cada gobierno debe tomar sus propias decisiones.
El Gobierno andaluz sólo quiere beneficiar a Andalucía y a los andaluces, a las familias y a las empresas, sin perjudicar a nadie. Quienes formamos parte de él únicamente queremos cumplir el mandato de los ciudadanos para mejorar la vida de los andaluces. Pero no podemos seguir exprimiendo el limón de los contribuyentes y estamos obligados a buscar soluciones. Ello nos exige un gran esfuerzo, pero también es una enorme satisfacción comprobar que vamos por el camino correcto, como nos han reconocido recientemente los ciudadanos.
No los vamos a abandonar. Seguiremos apoyando a los ciudadanos y a las empresas y vamos a estudiar con el máximo interés la contrarreforma fiscal de Pedro Sánchez y María Jesús Montero, con el decidido propósito de impedir, en la medida de nuestras posibilidades, que se tire por tierra lo que con tanto esfuerzo estamos intentando construir.
Hemos adoptado la nueva rebaja fiscal, confiados en que retornen a su tierra los emprendedores andaluces que, asfixiados por una fiscalidad exagerada, marcharon un día a un lugar más acogedor. Y aspiramos a que aquellos españoles y extranjeros que quieran invertir en Andalucía lo hagan atraídos por todo y lo mucho que tenemos, incluida nuestra excelencia fiscal. Andalucía es la mejor tierra para vivir y tiene que ser también la mejor tierra para invertir.
CAROLINA ESPAÑA REINA