Laura Álvarez
La médico insiste en la importancia de construir unos buenos hábitos alimentarios
Las dudas en torno a la alimentación infantil son constantes desde el momento en el que nace un bebé. Todo comienza con la lactancia, continúa con la alimentación complementaria, hasta que llega el «no me gusta» o «no lo quiero».
Para afrontar este tipo de situaciones, Laura Álvarez, pediatra especializada en Gastroenterología y Nutrición Infantil, presenta ‘Preparados, listos, ¡ñam!’ (Espasa), un libro imprescindible para todas aquellas familias que quieran introducir en casa unos buenos hábitos alimentarios.
—¿Son las familias conscientes de lo importante que es la alimentación de los menores?
—Cada vez son más los padres que se preocupan por este asunto, pero aún no se le da la suficiente importancia. ‘Es que son niños’, ‘pobrecitos’, son expresiones que aún escuchamos mucho cuando a los pequeños no se les da una galleta o similar. Ese ‘no pasa nada porque tome una galleta’ hace que al final del día coman, en parte, mal, ingiriendo muchos ultraprocesados. Las tasas de sobrepeso y obesidad infantil que tenemos en España son alarmantes. Creo que aún es una asignatura pendiente tomarnos más en serio la alimentación de los niños. Su salud está en juego. —Suele darse el caso de que al niño que tiene sobrepeso u obesidad se le cuestione el hecho de que se coma un bollo. Pero al que es delgado no. ¿Por qué?
—Se piensa que esos productos ultraprocesados no son tan perjudiciales pero ya estamos viendo que sí lo son y que pueden contribuir a tantas enfermedades
❝ «Los lácteos no son imprescindibles. Podemos ofrecer otros alimentos ricos en calcio como las legumbres»
como el cáncer. Pero como son productos ‘para niños’, con dibujos y tal, se hace la vista gorda y aquí no pasa nada. No solo el peso es un indicador de que algo no está yendo bien. Si les damos un exceso de azúcares, sal o aditivos, puede verse perjudicada su microbiota intestinal, aparecen las caries, los problemas cardiovasculares, endocrinológicos...
—¿Qué es la microbiota?
—Son todos esos bichitos que habitan en nuestro organismo pero no solo en el sistema digestivo. También están en la boca, en la vagina, etc. Esos bichitos establecen un ecosistema de beneficio mutuo y están implicados en el desarrollo de muchas enfermedades: alergias, asma... Incluso problemas psiquiátricos.
—Lactancia materna y artificial. ¿Cuáles son las dudas que más le plantean en consulta?
—Con respecto a la primera, la duda más frecuente es si el pequeño se está alimentando bien porque no ves la cantidad que le proporcionas. Muchas mamás tienden a pensar que ‘se estará quedando con hambre’ y los comentarios de ‘otra vez está en el pecho, ¡este niño no come lo suficiente!’, no ayudan. Con respecto a la lactancia artificial, cómo preparar un biberón, si hay que esterilizarlo o qué tetina usar son las dudas más comunes y frecuentes.
—A la hora de comprar leche, hay muchas en el mercado, algunas con azúcares...
—Las tipo 1 y 2 están sometidas a legislación estricta, sobre todo la primera, lo que hace que de una marca a otra no haya mucha diferencia. Pero sí, algunas de tipo 2 puede contener azúcares añadidos y si no tenemos mucha idea, lo mejor es pedir ayuda al pediatra. Las de tipo 3 o las leches de crecimiento, con dibujos y mensajes muy atractivos, suelen llevar bastantes azúcares añadidos, incluso aceites vegetales. Al final, no son leches al uso.
—Los famosos cereales industriales en biberón tampoco son una buena opción, ¿no?
—Tenemos en mente que los cereales son los que venden en una caja comercializados pero realmente son el arroz, el trigo, la avena... Es importante ofrecer estos cereales en su forma natural, cocidos o triturados. También a base de harinas así como el pan o la pasta. Y siempre optar por los integrales.
—Lácteos, ¿son imprescindibles?
—No, no lo son. Podemos ofrecer otros alimentos alternativos ricos en calcio como las legumbres, frutos secos, el brócoli, algunos pescados o mariscos...
—¿Qué hacer cuando los niños rechazan la comida?
—Es fundamental no caer en el círculo vicioso de presionar, forzar o chantajear. Hay que seguir ofreciendo sin forzar porque llegará un día en el que se decidan a probarlo. Hay estudios que indican que hay que ofrecérselo hasta 90 veces. Es importante no perder nunca la paciencia y predicar con el ejemplo.