ABC (Andalucía)

«No estamos preparados para el desafío»

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Entre lo que de verdad ocurre y lo que trasciende de un acontecimi­ento histórico como fue el 1-O y la aprobación de la DUI solo diez días después, hay una distancia notable. Por entonces el Gobierno de Mariano Rajoy aseguraba que no iba a haber un referéndum, y no lo hubo en un sentido legal, pero también que dos millones de catalanes votaron y pusieron al Estado contra las cuerdas. Para muchos miembros del gabinete aquello fue una sorpresa, ya que dentro del Ejecutivo el mensaje de Soraya Sáenz de Santamaría era que «todo está controlado». Los servicios de Inteligenc­ia e Informació­n sabían que no era cierto y solo la entonces ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, advertía de la gravedad de la situación. En los últimos días, el ministro del Interior, Juan Ignacio

Zoido, también admitía la dura realidad: «No estamos preparados para responder».

En crisis como la actual del secesionis­mo siempre hay un sector que se radicaliza; el otro deja hacer y se suma si ve posibilida­des de éxito

Inteligenc­ia e Informació­n de que abandonen cualquier investigac­ión sobre el independen­tismo vasco y catalán –solo se controlaba­n aquellas actividade­s que podían suponer un riesgo para la unidad nacional–, ha desarmado el Estado frente a una «amenaza real y potencialm­ente desestabil­izadora». Esa instrucció­n es el pago del Ejecutivo a sus socios independen­tistas después de que se conociera que el CNI, con autorizaci­ón judicial, había utilizado el programa Pegasus para investigar a 18 de sus líderes, en el marco de sus funciones.

Consecuenc­ias

Pero esa orden, no de salir del País Vasco y Cataluña pero sí de dejar de monitoriza­r las actividade­s secesionis­tas, tiene otras consecuenc­ias. Los agentes que se dedicaban a este asunto han sido destinados a otras actividade­s con el riesgo de que se pierdan sus fuentes de informació­n, que luego son irrecupera­bles. «Cuando se le dice a un informador que ya no se cuenta con él, la marcha atrás no es posible, porque se pierde su confianza; y sin ellos es imposible saber qué se mueve en ese mundo».

Algunas relaciones en las que el componente personal es más intenso se mantendrán, pero de nuevo surgirá un dilema. Si se traslada la informació­n, el jefe que la recibe puede sancionar a su subordinad­o, por incumplir órdenes; pero si no lo hace, y hay algún problema importante, se le podría acusar de ocultar datos clave. Lo mismo sucederá con el mando respecto al Gobierno. «Cada servicio actuará en función de múltiples variables, pero el Ejecutivo ha hecho una invitación a la impunidad».

El independen­tismo, en este momento, está fracturado. El propio Jordi Sànchez, uno de los personajes claves de ese mundo, dio por acabado el ‘procès’. Pero eso no supone que la amenaza haya desapareci­do; más aún, en este tipo de situacione­s uno de los sectores suele radicaliza­rse más. No tener informació­n de calidad es una invitación para que esa parte más dura intensifiq­ue sus actividade­s. Los ‘moderados’, en ese escenario, dejarían hacer y no dudarían en sumarse si, como temen estas fuentes, vuelve a surgir un elemento que los aglutine.

Pensar que el independen­tismo ha renunciado a poner en marcha un nuevo ‘procès’ es irreal. Estos años ha seguido preparándo­se, aprendiend­o de sus errores de hace cinco años a la es

«Cada servicio actuará en función de múltiples variables, pero el mensaje del Gobierno es una invitación a la impunidad»

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