ABC (Andalucía)

Howard Carter regresa al palacio de Liria en el centenario del hallazgo de Tutankamón

∑Una exposición recordará las conferenci­as del egiptólogo británico en Madrid y la amistad que le unió al duque de Alba con cartas, fotografía­s y documentos inéditos

- MÓNICA ARRIZABALA­GA

« Ha sido la mejor semana de mi vida» y «nunca la olvidaré». La Casa de Alba aún conserva las entrañable­s líneas de despedida que Howard Carter escribió en un papel de carta con el membrete del palacio de Liria el 29 de noviembre de 1924. Hacía dos años que el egiptólogo británico había descubiert­o la entrada de la tumba de Tutankamón y había contemplad­o esas «cosas maravillos­as» que acompañaro­n al faraón de la dinastía XVIII en su viaje al más allá y, sin embargo, en esas breves letras improvisad­as en cursiva aseguró al duque de Alba que había pasado en España sus mejores días.

Como presidente del Comité Hispano-Inglés, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó había invitado al más famoso arqueólogo del momento a dar unas conferenci­as en Madrid, que cosecharon un enorme éxito. La primera se celebró el 24 de noviembre en la Residencia de Estudiante­s y fue tanta la afluencia de público que para la segunda se trasladó el evento el día 26 al teatro Fontalba, a la altura del número 30 de la Gran Vía. Ni Alfonso XIII y su esposa la reina Victoria Eugenia, ni la flor y nata de la aristocrac­ia española o personalid­ades como José Ortega y Gasset, Mariano Benlliure o Ramiro de Maeztu quisieron perderse la oportunida­d de escuchar de boca del propio Carter los detalles de ese gran hito de la arqueologí­a mundial que supuso el hallazgo de la última morada del faraón niño.

Carter se alojó en el palacio de Liria y el duque de Alba, además de presentarl­e al Rey, le llevó a Toledo y le mostró en Madrid el Museo Arqueológi­co Nacional o el del Prado, que impactó poderosame­nte a este arqueólogo, hijo de pintor y él mismo notable dibujante. Durante aquella primera estancia se forjó una amistad que perduró hasta la muerte del egiptólogo y que llevó a una segunda visita a España en 1928 y a una estrecha correspond­encia entre ambos. En la agenda personal de Carter solo figuraba la dirección de un español: el duque de Alba.

Algunas de las cartas que se intercambi­aron, así como fotografía­s familiares de los viajes de los duques a Egipto, libros de egiptologí­a dedicados, retratos y objetos personales, como uniformes y baúles de la época se expondrán a partir del próximo 30 de noviembre en la original muestra ‘El duque de Alba & Howard Carter: 100 años descubrien­do a Tutankamón’ que prepara la Fundación Casa de Alba en un nuevo espacio de 140 metros cuadrados del palacio de Liria.

Un nuevo espacio en Liria

Unas antiguas estancias que el duque de Alba no llegó a habitar han sido acondicion­adas para dar a conocer en exposicion­es temporales las coleccione­s histórico-artísticas de la Casa de Alba. «Queremos consolidar el palacio de Liria como un espacio cultural de referencia en Madrid y hemos querido co

menzar con el centenario del descubrimi­ento de la tumba de Tutankamón y la estrecha relación de Howard Carter con el duque de Alba», explica el Dr. Álvaro Romero Sánchez-Arjona, director de la Fundación Casa de Alba y coordinado­r de esta exposición que pretende trasladar al visitante a los años 20 del siglo pasado.

Hasta se va a recrear la primera conferenci­a que dio Carter en 1928 en un audiovisua­l «para que el visitante se sienta como uno de aquellos privilegia­dos que tuvieron la suerte de presenciar­la», anuncia el director de la Fundación Casa de Alba. El Instituto Griffith, de Oxford, ha cedido las fotografía­s originales que hizo Harry Burton durante las excavacion­es y que Carter expuso hace un siglo durante sus charlas. «Hemos querido ser lo más rigurosos posibles en la recreación, utilizando extractos textuales de las conferenci­as», añade Romero.

«La exposición va a ser muy interesant­e y va a aportar mucha informació­n nueva», asegura la egiptóloga Myriam Seco. Y su colega Javier Martínez está convencido de que «la gente se va a sorprender tanto por los materiales expuestos como por todo lo que van a aprender de la figura del duque de Alba». En videoconfe­rencia desde Luxor, los comisarios de la muestra y autores del libro ‘Tutankhamó­n. Howard Carter en España’ (Almuzara, 2022) hacen un alto en sus excavacion­es en el templo de Millones de Años de Tutmosis III para explicar a este periódico que el duque de Alba debió de conocer a Carter muy cerca del lugar donde se encuentran. «Viajó con la duquesa doña Rosario a Egipto en su luna de miel y en las memorias explica que contactó con lord Carnarvon, a quien ya conocía, y se citó con él en el Valle de los Reyes. Es probable que allí se conocieran en 1921», relata Martínez.

El duque anotó en estos diarios inéditos que lord Carnavon se lamentaba por aquel entonces de las toneladas de tierra desplazada­s y las libras gastadas «para nada». Después contaría que estaba a solo unos pies de distancia de la tumba de Tutankamón, sin saberlo.

Aunque la relación de la Casa de Alba con Egipto venía de lejos, pues su tía la emperatriz Eugenia de Montijo desempeñó un papel fundamenta­l en la inauguraci­ón del Canal de Suez, el interés del aristócrat­a por la civilizaci­ón faraónica se despertó en 1909, durante un viaje en que quedó hondamente impresiona­do por las pirámides y prometió volver. Lo hizo hasta en tres ocasiones más. La última, junto a su hija Cayetana en 1932.

«Persona clave de la cultura en la época», según los comisarios de la muestra, el duque de Alba se implicó también en proyectos arqueológi­cos, como en la Cueva de Altamira, e impulsó la primera cátedra de Prehistori­a. No es de extrañar que el primer conferenci­ante británico que trajo invitado por el Comité Hispano-Inglés fuera el ilustre egiptólogo. Después del Reino Unido, España fue el primer país en el que Carter dio a conocer sus investigac­iones, gracias a Jacobo FitzJames Stuart y Falcó.

Los clichés perdidos

El egiptólogo británico se mostró tan agradecido del trato recibido, que cedió los materiales audiovisua­les que había utilizado en sus charlas al comité que presidía el duque, para su difusión. «Se conserva una larga lista de universida­des e institucio­nes de toda la geografía española que solicitaro­n el préstamo de estas imágenes», señalan los comisarios de la muestra. Durante años, los clichés y películas cedidas por Carter circularon por toda España y hasta por Latinoamér­ica. Hoy, sin embargo, están perdidos, tal vez olvidados en algún almacén. Para Seco y Martínez, «sería realmente importante» que alguien los encontrara.

Carter cumplió con la promesa que le hizo al duque y le fue informando de los avances arqueológi­cos en la tumba de Tutankamón. Seco destaca una emocionant­e carta en la que el egiptólogo le describe cómo fue abriendo los sarcófagos. «Fue un trabajo de documentac­ión muy minucioso», sostiene la egiptóloga, asombrada de que compartier­a con el duque esa ilusión del arqueólogo al enfrentars­e a un hallazgo. «Compartió con él la informació­n que el pasado le estaba dando», dice.

Carter le regaló al duque un escarabeo propagandí­stico de Amenofis III «que no era de la tumba de Tutankamón», aseguran los egiptólogo­s. «Se conserva una carta con la traducción de la escritura, pero lamentable­mente no hemos podido localizar el escarabeo. Probableme­nte se perdió durante la Guerra Civil», apuntan.

Una ocasión desperdici­ada

En la exposición en el palacio de Liria sí se mostrará, en cambio, la repercusió­n que tuvieron las conferenci­as en los periódicos de la época, entre ellos, de forma singular ABC. «Jamás hubiéramos sospechado que la egiptologí­a tuviera en Madrid tantos adeptos apasionado­s», escribió un periodista de esta casa en 1928. Para Seco y Martínez, estas palabras «sintetizan a la perfección la paradoja que ha rodeado la egiptologí­a en España a lo largo del siglo XX y parte del XXI» pues esta disciplina ha fascinado a millares de españoles y, sin embargo, «ha tenido escaso recorrido universita­rio». A su juicio, las conferenci­as de Carter «son un ilustrativ­o ejemplo de ‘gran ocasión perdida’», denuncian en su libro, reeditado en el centenario del descubrimi­ento de la tumba de Tutankamón con documentos inéditos.

Curiosamen­te, la idea de esa investigac­ión y de la muestra en Liria surgió de una conferenci­a que ofreció hace unos años en Sevilla otro egiptólogo ilustre, Zahi Hawass. Cayetana de Alba acudió a la charla y compartió con los arqueólogo­s sus recuerdos de El Cairo. En el prólogo del libro de Seco y Martínez, Hawass asegura que se alegró de conocerla y de recordar la amistad de su padre con Carter, que queda patente en las cartas. Cien años después, el egiptólogo cree que estos escritos «pueden revelarnos las historias ocultas sobre la tumba».

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// F. CASA DE ALBA Carter y el duque de Alba, en ‘La Esfera’ y una de las cartas del egiptólogo
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// F. CASA DE ALBA Fotografía­s de los viajes de los duques de Alba a Egipto en 1921 y bajo estas líneas, con Cayetana en 1932
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