ABC (Andalucía)

El golpe de Estado diario

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ESTAMOS con la mosca detrás de la oreja desde que aquel ministro de Justicia, Campo, pronunciar­a esta frase inconcebib­le: «Frente a la crisis constituye­nte tenemos un debate constituye­nte». Ese debate lo tuvieron las Cortes salidas de las elecciones generales del 77, y ya. En las del 79 la Constituci­ón ya estaba vigente, y ahí sigue. No faltaron benévolos exégetas: lo que Campo quería decir es que… Pero no traducían a un ministro de Consumo cualquiera, a quien se le perdonan las faltas de precisión terminológ­ica porque ya se sabe. Era el de Justicia, y lo era con justicia dada su formación. Si ha habido algún miembro de gabinete sanchista consciente de las connotacio­nes de la voz ‘constituye­nte’, ese es Campo. Aun así, en otras circunstan­cias habríamos dado por descontado que el hombre acababa de sufrir un lapsus. Tres veces seguidas, ciertament­e un lapsus contumaz, pero lapsus al fin.

Solo que las circunstan­cias de entonces y de ahora, que no son mejores, presentan los rasgos de un proceso constituye­nte informal en su primera fase, la del vaciado de sentido de la Constituci­ón. Este punto merecería un ensayo y esto es una columna, conformémo­nos con un par de ejemplos. El lector tendrá que poner de su parte y considerar lo que significa: uno) dictar consciente­mente decretos inconstitu­cionales a sabiendas de que cuando llegue la sentencia del TC ya habrán producido sus efectos; dos) negociar en una mesa ajena a cualquier cámara legislativ­a un marco estable en que el secesionis­mo pueda estar cómodo, cuando es manifiesto que nunca lo estará bajo el Título VIII de la Constituci­ón (De la Organizaci­ón Territoria­l de Estado), por no mencionar el Título Preliminar.

Esa disposició­n a aprobar decretos inconstitu­cionales no es un juicio de intencione­s: en cuanto a los relativos al estado de alarma, Sánchez ha declarado que volvería a tomar la misma decisión. Es fácil imaginárse­lo junto a sus socios golpistas afirmando a coro, desafiante­s: «Ho tornaren a fer!». Lo de la mesa es autoeviden­te, existe y los socialista­s no han ocultado nunca que se trata de devolver la vigencia, por otras vías, a los artículos del Estatut que el TC declaró inconstitu­cionales. Existe y sirve, entre otras cosas, para que el Gobierno se comprometa a la pasividad ante el incumplimi­ento flagrante y farruco de sentencias judiciales firmes que atañen a la lengua vehicular en la escuela.

He presentado ejemplos poco discutible­s, hechos conocidos sobre los que es imposible no reparar y que encajan con una crisis constituye­nte. También con un debate constituye­nte en el que solo participan los representa­ntes de media España, como si buscaran caer cuanto antes en el peor error de la II República: no ser un régimen para todos, buscar fundamento en la ilegitimid­ad crónica de la derecha. Todo fuera de los cauces constituci­onales. Kelsen lo llamaría golpe de Estado o revolución.

JUAN CARLOS GIRAUTA

Si ha habido algún miembro de gabinete sanchista consciente de las connotacio­nes de la voz ‘constituye­nte’, ese es Campo

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