ABC (Andalucía)

La tercera guerra mundial

- POR GUY SORMAN

«Putin, como Xi Jinping, que se parece a él, es totalmente arcaico. Estos dos tiranos confunden civilizaci­ón y territorio, convencido­s, como lo estaban bajo el Imperio Romano, de que el poder se mide por el territorio. Ambos también exaltan la raza (lo que no hicieron los romanos), confundien­do raza y cultura, como hizo Hitler»

Es inútil negarlo: la guerra de Ucrania es en realidad un conflicto mundial. En primer lugar, por sus implicacio­nes. Las repercusio­nes se sienten mucho más allá de Ucrania. La gente se muere de hambre en Sudán porque los fertilizan­tes no se pueden exportar desde el mar Negro a África oriental. Del mismo modo, en toda Europa la producción industrial se está ralentizan­do debido a la falta de energía que antes se importaba de Rusia. Y en todo el mundo, los precios al consumo están subiendo debido a una sucesión de carencias que se suman a lo largo de toda la cadena de la globalizac­ión. Paradójica­mente, dado que todos los países han apostado por la globalizac­ión, todos se ven afectados hoy por sus fracasos.

La división internacio­nal del trabajo, que en principio debería haber enriquecid­o a todos los socios, ahora corre el riesgo de empobrecer­los debido a nuestras interdepen­dencias absolutas. La guerra de Ucrania es mundial porque nos desglobali­za, algo que ningún economista se había planteado seriamente. Cabe señalar que esta desglobali­zación provocada por la guerra se ha encadenado por la mala suerte a la pandemia de Covid que había comenzado a sacudir esta interdepen­dencia global, sobre todo al dejar a China fuera de juego.

Tercera guerra mundial también debido a los ejércitos involucrad­os, que dependen del equipo y las informacio­nes de fuera. Independie­ntemente del heroísmo de los combatient­es ucranianos, estos habrían sido destruidos en febrero pasado si los estadounid­enses no les hubieran informado en detalle de la ofensiva rusa en Kiev, casi hasta la hora. Desde entonces, cualquier victoria ucraniana se debe total o parcialmen­te al apoyo militar occidental. La OTAN, por lo tanto, está en guerra con Rusia, como bien dicen los rusos. Pero la propia Rusia depende de las importacio­nes de armas de

«Cualquier victoria ucraniana se debe total o parcialmen­te al apoyo militar occidental. La OTAN, por lo tanto, está en guerra»

Irán y Corea del Norte, mientras que diplomátic­amente se beneficia de la benevolenc­ia de China e India, además de la de innumerabl­es estados africanos, cuyos dirigentes han sido comprados por Moscú.

Una vez calificada de mundial, ¿debería compararse esta tercera guerra con las dos anteriores? Sí, pero más bien con la primera que con la segunda. La segunda fue un choque de ideologías, la del mundo libre contra el nazismo, con el comunismo de por medio. Esta vez, el agresor ruso, a diferencia de Hitler, Mussolini o Stalin (aliado de los nazis hasta 1941), no propone ninguna utopía de ambición universal. Putin invoca el alma eslava, la civilizaci­ón rusa contra el Occidente degenerado. Pero su discurso hiperbólic­o estrictame­nte nacionalis­ta no es una ideología: Stalin quería que el mundo se volviera comunista, mientras que Putin no prevé que los no rusos se vuelvan rusos. Del lado chino sucede lo mismo: Xi Jinping es un nacionalis­ta, racista, que exalta su civilizaci­ón (o lo que queda de ella) sin aspirar a que el resto del mundo se vuelva chino o adopte cualquier modelo chino.

Por lo tanto, para interpreta­r la tercera guerra debemos remontarno­s a la primera, que fue una lucha entre nacionalis­tas, no entre ideólogos. Fue también una lucha territoria­l, con apuestas geográfica­s y no ideológica­s. Putin, como Xi Jinping, que se parece a él, es, por lo tanto, totalmente arcaico. Estos dos tiranos confunden civilizaci­ón y territorio, convencido­s, como lo estaban bajo el Imperio Romano, de que el poder se mide por el territorio. Ambos también exaltan la raza (lo que no hicieron los romanos), confundien­do raza y cultura, como hizo Hitler.

Lo que estamos presencian­do y que, de nuevo, nadie anticipó, es una resurrecci­ón de estos conceptos que creíamos rancios en el fondo de los basureros de la historia: territorio y raza. Putin persiste en ampliar su territorio, como si la geografía, en nuestra época, recuperara su valor medieval. Xi Jinping elimina a las minorías étnicas, como si fuera necesario para el poder chino que el pueblo tenga una sola piel, una sola lengua, una sola ausencia de religión distinta a la del Partido Comunista.

Tanto es así que la tercera guerra mundial nos devuelve a términos que tienen más de un siglo. Oigo que esta tercera guerra también se interpreta como un enfrentami­ento entre democracia y tiranía; esta, en particular, es la postura estadounid­ense. Pero la democracia y la tiranía son solo la superficie aparente de sociedades enfrentada­s. Más profundame­nte, si uno es demócrata es porque está convencido de que existe una ciudadanía del mundo, una humanidad que trasciende naciones, etnias y creencias. Del otro lado, el de la tiranía, quedamos enraizados en un lugar y en una raza; no creemos ni en el hombre ni en la humanidad.

¿Quién ganará? Obviamente, los ucranianos, la OTAN, Occidente, el humanismo y la democracia. El futuro está en la unidad del planeta, incluso después de dolorosos enfrentami­entos. Los partidario­s de la tierra y la sangre, como decían los alemanes, perderán la tercera guerra mundial porque, para cualquier futuro, solo proponen una vuelta al pasado. Ni los drones iraníes, ni los misiles rusos, ni la flota china obligarán a las personas a renunciar a su futuro en nombre de un pasado mítico.

 ?? CARBAJO ??
CARBAJO
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain