OTSC, la OTAN rusa que Putin puede usar como plataforma para situar sus misiles nucleares
Esta organización da apoyo militar y es el instrumento de control geoestratégico de Rusia en Asia Central Aniversario
La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), apodada la OTAN rusa o la anti-OTAN, nace de las cenizas de la URSS. Para muchos es una gran desconocida, pero ha ido adquiriendo relevancia a medida que las aspiraciones de Putin escalaban puestos. Otros hablan de la OTSC como de una farsa interpretada por el líder ruso para conservar un asiento VIP de influencia geopolítica sobre países que fueron del espacio postsoviético. Un espacio también llamado por el Kremlin «el extranjero cercano».
Al igual que ocurre con la OTAN, la OTSC acude con apoyo militar en caso de un ataque externo a uno de sus miembros. Además de Rusia, actualmente la componen Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán. Algunas de estas repúblicas sacarían partido de una Rusia debilitada para firmar acuerdos con la UE o China, ya que «solo cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta». Pero también hay otro escenario, tal como apunta José Ángel López, profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la
Universidad Pontificia de Comillas: «Lo que puede pasar con la OTSC es muy importante y es algo en lo que no se ha reparado lo suficiente. Y es que la celebración de los referéndums ilegales para integrar Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia dentro de la soberanía de Rusia supone que ante cualquier agresión a estos territorios se puede responder con acciones contundentes. Permite a Putin llamar a los miembros de la OTSC».
No solo se trata de las tropas. «No es una cuestión cuantitativa, sino cualitativa, puede movilizar recursos y usar estos países como plataforma de misiles nucleares, igual que ha hecho con Bielorrusia», afirma López. El riesgo ya no es solo cómo puede Moscú distribuir el armamento por las fronteras de los miembros de la OTSC, sino que en caso de lanzamiento de misiles rusos, por ejemplo desde Bielorrusia, la eventual respuesta iría sobre Bielorrusia, no contra Rusia. Para el profesor López es un matiz que puede ser importante. «A esta amenaza se suma Kaliningrado, un enclave incrustado en territorio de la UE y de la OTAN, donde Putin tiene desplegados misiles Iskander, que pueden llevar cabezas nucleares. Y por último, está el corredor Suwalki, que une Rusia con Kaliningrado, por el que le abriría paso el Gobierno de Bielorrusia. Allí puede coordinar el uso de armamento y movilizar a la OTSC», detalla López. De ahí la importancia de conocer más en detalle esta organización.
El profesor de la Universidad Pontificia de Comillas explica que «la OTSC
Al principio fue un tratado de seguridad colectiva que surgió tras la disolución del Pacto de Varsovia, el 15 de mayo de 1992. Posteriormente, se convierte en una organización internacional en 2002. no surge como una organización internacional al uso. Al principio lo que teníamos era un tratado de seguridad colectiva que aparece tras la disolución del Pacto de Varsovia, y que se firma en 1992. Boris Yeltsin se aseguraba así un mercado para las armas y los recursos de Rusia. En 2002 se convierte en una organización internacional. Pero López detalla que la influencia rusa en la OTSC ha salvaguardado la permanencia de regímenes autoritarios en sus estados miembros con líderes que son aliados de Putin. En virtud de este marco, Rusia ha podido establecer radares, centros de comunicación y bases militares en estos países. Y tiene, a su vez, el privilegio de poder vetar la instalación de bases extranjeras en estos territorios.
Treinta aniversario
Pero pese a que este año se cumple el 30º aniversario de la firma del tratado, los miembros de la OTSC, como indica Diego López Garrido, vicepresidente de la Fundación Alternativas, «están muy incómodos con la situación de Ucrania. La excepción es Bielorrusia, que es un país absolutamente subordinado al Kremlin y votó en contra de condenar la invasión. El resto se abstuvieron. Y como se sabe hay abstenciones que valen más que síes. Muestra de esta disensión es un Kazajistán que ha abierto las puertas a los rusos que estos días están huyendo de su país».
Como indica Federico Aznar FernándezMontesinos, analista del IEEE, «políticamente no pueden apoyar abiertamente a Rusia en este conflicto por los paralelismos existentes con Ucrania, pero tampoco pueden oponerse por los lazos políticos y económicos con Moscú. También hay temor a nuevas ‘operaciones especiales’ para la protección de los rusos étnicos. No en vano, Kazajistán y Rusia comparten la segunda frontera terrestre más grande del mundo y la parte norte del país alberga una importante comunidad rusa».
López apunta que para sacudirse la dependencia de Rusia, al resto de países de la OTSC «les vendría bien un Kremlin distraído por los acontecimientos en Ucrania y el descontento de su población. De modo que puedan desplegar una política exterior multivectorial, que implicase hablar con otros países».
A Putin se le acumulan los problemas. Surgen conflictos entre Tayikistán con Kirguistán, y entre Armenia y Azerbaiyán. El caso más evidente es Kazajistán, con ingentes recursos, que ha iniciado charlas con la UE para presentarse como alternativa al gas ruso, mientras cierra acuerdos con China. El investigador del IEEE afirma que la guerra de Ucrania ha podido alterar los equilibrios vigentes de la relación de cooperación/competición que tiene Rusia y China en la región, en favor de la última.
Esta anécdota del 70 cumpleaños de Putin, el 7 de octubre, ilustra la situación de Rusia: los ‘hackers’ publicaron en la web de la OTSC: «Queremos felicitar a Putin en su ‘último’ cumpleaños». No obstante, cabe tener siempre presente la máxima: «Rusia nunca es tan fuerte ni tan débil como parece».